¿Somos los diseñadores, o soy un diseñador?
Todos tenemos asociado en la cabeza el nombre de una figura, uno de los que podrían denominarse los grandes del diseño. El primer nombre que te viene a la cabeza. Alguien que ha destacado por encima de los demás ha llevado su praxis o se ha erigido a sí mismo como “el diseñador” o el designer, según convenga al público.
En mi caso, cuando pienso en esta figura, me viene a la cabeza el nombre de Philippe Stark. Sinceramente, creo que fue uno de mis primeros encuentros con alguien afamado. El primer encuentro con esta forma tan particular de nuestra profesión. Siempre recordaré cuando me tocó dibujar aquella dichosa nave espacial exprimidor, y alguien de entre el público dijo: “estáis ante un objeto de culto”.
No voy a entrar a valorar la obra del Sr. Stark, esto no es una crítica a su obra es una autocrítica a nuestra profesión. Nos guste o no el señor hace dinero, que a fin de cuentas es lo que a muchos se nos pide, y gracias a eso se ha convertido en un ejemplo de figura de Genio. Merecido o no, se ha convertido en un modelo a imitar. Como suele suceder cuando alguien consigue lo que los demás consideran éxito.
El problema de los genios es que basan su obra en su ilimitado egocentrismo, en venderse a sí mismos como propia marca de obra, renombre, reflexión vacía, conducta extraña, vestimentas extravagantes. En lugar de valorarse sinceramente, o sencillamente, lo que hay detrás de su obra.
Esto no tendría mucha más relevancia sobre los que no somos genios, si no fuera porque, más bien para mal que para bien, los “Designers” son los que más ruido hacen sobre los demás. Siempre se tiende a escuchar más a quien grita más alto que a quien tiene algo que decir, y en un mundo que se ha llegado basar en el espectáculo, de poco sirve pedir permiso para hablar. Son a los que los medios escuchan y son lo que la gente acaba percibiendo de nuestra profesión.
Tenemos escuelas llenas de estudiantes que piensan que para ser un buen diseñador hay que ser un "designer". No hay que pensar en nada, basta con actuar de la forma más impensable, echarle cara dura y clamar a los supuestos conceptos que ha vertido en su obra como: la espontaneidad de esta silla o el dinamismo que transmite esa lámpara, así como el pragmatismo del concepto.
Esto es lo que, tras años de personajillos, los demás piensan que tiene que ser un diseñador.
Esto es lo que ha hecho que la gente no nos valore, que piense que el trabajo que hacemos es estilismo.
Esto es lo que ha hecho que muchas veces sea peligroso usar la palabra diseño al responder por nuestra profesión.
¿Somos diseñadores o es “El diseñador”?
Sublime de la primera a la última letra, me quedo con este párrafo: «El problema de los genios es que basan su obra en su ilimitado egocentrismo, en venderse a sí mismos como propia marca de obra, renombre, reflexión vacía, conducta extraña, vestimentas extravagantes. En lugar de valorarse sinceramente, o sencillamente, lo que hay detrás de su obra.» En estas escasas pero contundentes líneas se demuestra el arte y el talento dentro y fuera de su campo. Bravo Gabi!!!!!!!
Todo podría reducirse al fenómeno del «cultureta-esnob» al que, desgraciadamente, también se asocia la profesión en la mayoría de los casos como un imaginario colectivo más. La ignorancia es lo más valiente. ESNOB SIN MIEDO…
El problema principal no sólo está en la existencia de los Genios, porque la figura del Genio, en sí, conceptualmente, es necesaria para la supervivencia del ser humano, sino en cómo tratamos los no-genios a esas personas.
Personalmente no considero que haya nadie por encima de nadie más. ¿En nombre? Pues sí, claro, a más años más grande sale tu nombre. Y a más ceros en la facturación, más eco tiene cuando se pronuncia en voz alta. Pero ni lo uno ni lo otro son sinónimo de nada. Yo al menos no me detengo a mirarlo, paso bastante de largo ese tema. Si me gusta lo que haces, te dedicaré mi tiempo. Si no, te llames como te llames caerás directamente en la papelera.
Sin embargo, tienes razón en que es lamentable que nuestra profesión se vea resumida a esos seres, a que cuando alguien sabe que eres diseñador te dice «anda! conozco a TAL» y tú normalmente escupes interiormente. No sólo nos degrada a nosotros, sino que degrada nuestro trabajo. Lo que sale a la calle desde nuestras mentes a veces no es estilismo, sino que normalmente, para las mentes de a pie, es elitismo.
Cuánta razón tienes.
Buena crítica, aunque quizá con esto a más de uno le entren ganas de soltarte una buena colleja.
Desde luego estoy de acuerdo en que se valora poco vuestra profesión, pues yo mismo cuando pienso en un diseñador me veo a mí mismo con bufandas de colores y todo tipo de complementos extraños, dándole martillazos a una piedra y diciendo que la misma puede servir como «silla», ya que sugiere fortaleza y seguridad (porque es una piedra). Por poner un ejemplo estúpido.
No obstante, si medito algo más en el asunto, y después de leer tu entrada me doy cuenta de que hay mucho más en ese trabajo. Pues como dices, es el que grita más alto en esta sociedad es quien consigue normalmente cierto «éxito». Y espero que sea fruto de la época que vivimos, y que en esta sociedad de costumbres cambiantes el gusto individual y lo práctico del diseño se impongan frente a la excentricidad. Y así que vuestro trabajo se valore de verdad.
A fin de cuentas se trata de diseño, no de arte.
Despues de leer este artículo no he podido resistirme a buscar la obra de Philippe Stark. La verdad es que el exprimidor es muy bonito y no me importaría tenerlo en casa, siempre y cuando tuviera un armario alto donde guardarlo… aquí dejo esta pregunta ¿por qué tantas veces el diseño está ligado a la incomodidad?
gracias un saludo!!
Leo (miento, veo) este blog, y sólo veo caras caras caras nombres nombres nombres… que no importa quién sois sino cómo!