Me llaman mucho la atención aquellos diseñadores profesionales con los cuales no se puede razonar.
Es un ejercicio que llevo practicando desde hace mucho tiempo. Intentar sostener un diálogo y llevar la contraria un poco sólo para ver por dónde me lleva la conversación. A los pocos minutos del primer café o la primera copa ya sabes quiénes son, en una mesa en una cena o en una barra de bar. Ya puedes señalarlos, ya te habrán señalado y probablemente te hayan puesto algunas caras extrañas antes de comentar algo.
Son personas fácilmente distinguibles de las demás. Suelen tener una actitud determinada y realizan unas muestras de conocimiento bastante diferentes a las de otros diseñadores.
Por lo general suelen ser bastante categóricos, es decir, aquello de lo que hablan suena a sermón de cura. No es que tenga nada contra los curas, pero no sé tampoco muy bien el motivo por el que siempre me han recordado a esos discursos. Son más bien dogmáticos y suelen hacer llamamientos a justificaciones aún cuando éstas se hagan a marchas forzadas.
Para ellos todo tiene un motivo de actuación, su discurso personal, su trabajo impecable. Como, por supuesto, nunca se equivocan, no habría que rectificar. Como ellos jamás se equivocarán, evitarán las preguntas que no respondan a un abordaje plenamente racional y las expulsarán fuera de la disciplina. Como además ellos no cometen errores, los demás caminos lo están y cualquiera que camine por ellos va en una dirección opuesta a la de “la verdad”.
Otra de sus amigas, ahora que la menciono por aquí, “la verdad”. Una amiga que saldrá también en las conversaciones. Suele ir acompañada de otro tipo de amigas a las que siempre recurren, la justificación “racional” de la forma, la metodología infalible, el mercado omnisapiente, la ergonomía universal… Siempre que uno intenta razonar con ellos, harán llamamiento a estas “verdades” vistiéndolas de dogmas para rebatir cualquier argumento. Dado que, evidentemente, si tú no eres capaz de ver eso, sencillamente significa que eres un ignorante.
Personalmente, me encanta considerarme un ignorante. Porque me muestra que aún quedan cosas que aprehender. Y me encanta encontrarme con las personas, con las que puedo aprehender sencillamente por opinar distinto a ellos. Pero hay que admitir, que somos una profesión con un ego fuertemente alimentado.
Una profesión que usa esas “verdades” y esos razonamientos, y esas aproximaciones para considerar un trabajo como bien hecho. Que son valores que además no sólo nosotros podemos considerar como buenos, sino que además son sencillos de comunicar para la mayoría y simples de entender para los demás, una forma fácil de hacer que la gente se ponga de acuerdo.
Dentro de este colectivo de gente, hay a los que les cuesta hacerse preguntas y que suelen guardarse un puñado de respuestas para cualquier pregunta. Odian las preguntas, porque les han entrenado para dar respuestas. Parte de nuestra profesión que se ha escolarizado para solucionar problemas de la forma más objetiva problema y es difícil desatender esa formación.
Pero el diseño siempre debería poder cuestionarse y cada uno debería cuestionarse a sí mismo, a todos los niveles.
Siempre habría que poder pensar sobre el cómo e intentar dar las respuestas adecuadas.
No hay que olvidar, que el diseñador es una persona, no un tipo de persona.
¿Cómo podemos pretender tener algo que decir si no somos capaces de escuchar a los demás?
En mi opinion, que la gente utilize las verdades con calzador o de manera equívoca no quiere decir que no existan, porque sin ellas siempre partiríamos completamente de cero en cada nuevo diseño.
Y aprender no lleva «h» intercalada
Campeón, Daniel Vilas, te voy a pasar un link muy majo, de una cosa llamada RAE, que te va a explicar que aprehender es un sinonimo valido de aprender:
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=aprehender
Muy bueno el post
El tema en si no es la iluminacion de los iluminados, sino que trata de criticar ese hecho que prodigas. La verdad no es unica, ni se puede decir a medias, se pueden exponer hechos delimitados por una realidad, y esa realidad debe ser tangible y no inventada en nuestra imaginacion… de eso va el post Daniel. Aprender se aprende del fallo, del error y de los exitos…se avanza, pero esa realidad es efimera, no es para siempre, no puedes establecer una verdad absoluta, aunque sea a medias. Eso no significa partir de cero en un nuevo proyecto.
Daniel, tú mismo haces gala de la «sabiduría soberbia» que se critica en el artículo.
aprehender 1.tr. Coger, asir, prender a una persona o cosa, especialmente una mercancía ilegal:
la policía ha aprehendido un alijo de cocaína.
2. Asimilar inmediatamente, llegar a entender:
no consigo aprehender las explicaciones del profesor de matemáticas.
♦ Tiene doble p. p.: uno reg., aprehendido, y otro irreg., aprehenso. No confundir con aprender.
Infórmate, lee, y sobre todo escucha, antes de soltar afirmaciones tan categóricas.
Daniel
Muy buena la entrada.
Vayamos por partes.
Daniel Vilas, encantada de conocerte pero si eres capaz de escribir «utiliZe», con Zeta antes de E no deberías tener conocimiento suficiente como para criticar que aprehender lleve hache intercalada: uno, piensa cuando escribes. Dos, mira la RAE, tres, revisa tus propios comentarios antes de darle a Save. Quedas fatal. No es una crítica. Es un consejo práctico.
Cada uno ve la verdad que quiere o que puede. Por cultura o por educación, por aprendizaje o de manera innata, todos creemos estar en posesión, más o menos pequeña (o grande, según el complejo) de un fragmento de la verdad. Probablemente lo seamos eh? hay cosas que nadie más que nosotros sabe. Eso no nos hace más listos ni más dioses. La capacidad de escuchar a la gente y de poder aplicar lo que escuchamos es lo que realmente nos hace aprender.
No me sirve de nada conocer un montón de cosas si van a entrarme por un oído y salirme por el otro. El problema es que hay tanta gente así en esta profesión que la que no lo hace parece que predican en el desierto. Y luego viene un listo a decirles que los profetas, a su tierra, donde no son nada.
Oídos, ojos y labia. Escucha lo que te dicen: el que habla, habla por algo. Ojos para observar: lo que veas, conocido o desconocido, seguro que sirve para algo. Labia para convencer; si no tienes nada que decir te generarás un grupo de ignorantes que te siga al fin del mundo, hasta que desarrolle sus propios ojos y oídos. Si tienes grandes cosas que compartir, los que te hayan escuchado volverán a que seas tú quien les preste atención. Eso es crecer. Lo demás, son tonterías.
Buen post, como siempre.