A escala 1:20, de MDF y cartón
Descubrir belleza en lo derruido, descuidado o maltrecho es una destreza que Joshua Smith ha sabido desarrollar a base de indagar en el aparente estatismo de las edificaciones. Para el ojo aguzado de este artista, las capas de suciedad que cubren un viejo edificio abandonado y las colillas de cigarrillos que se amontonan en sus aceras descubren el encanto de una historia despreciada, que hace de esa construcción algo único, tanto como esos mínimos detalles que testimonian el paso del tiempo. Por eso, transformando esa belleza desdeñada en admirables miniaturas a escala 1:20 de MDF y cartón, Joshua no sólo brinda homenaje a la historia de cada lugar, sino que también invita a detenerse y apreciar los minúsculos detalles.
Del stencil a las miniaturas
“Comencé a hacer miniaturas después de dedicarme al stencil artwork por 17 años y haber dirigido durante cuatro años mi propia galería de arte. Al cerrarla, quise moverme en una nueva dirección y crear las miniaturas fue la opción para mí”, comenta el artista australiano que, a pesar de su relativamente corta carrera en esta nueva dirección, ya ha exhibido sus inspiradoras obras a escala en galerías y ferias de arte en Londres, París, Berlín, Nueva York, Sydney y Melbourne. La mirada del miniaturista está orientada por el convencimiento de que la belleza está en todas partes, esperando a ser descubierta. “Yo miro la disposición y el diseño del edificio, las capas de suciedad, el decaimiento y otros factores como esos. Paso horas mirando edificios y buscando el adecuado, que es aquel que me llama a gritos”, explica el artista.
23 Temple Street, Hong Kong
Recientemente la obra del artista cobró una importante repercusión a partir de su modelo Temple Street, basado en la construcción ubicada en el 23 de la calle Temple Street de Kowloon, Hong Kong, cuyo realismo le valió sumar miles de seguidores y reconocimientos en todo el mundo.
Joshua lo recreó absolutamente todo, desde el graffiti de las paredes hasta las luces dentro de la casa o los periódicos tirados en la calle: “Quería desafiarme haciendo un edifico a gran escala y sabía que sería una tarea enorme. Me demandó mucha planificación, preparación y tres meses de trabajo. Dividí la obra en pequeños componentes y los fui trabajando de a uno por vez”, explica el australiano y reconoce que “lo más difícil fue recrear perfectamente la suciedad y el decaimiento del edificio. Dediqué horas a ello, usando imágenes de referencia para hacer que la pintura se vea idéntica a la real”.
Sin embargo, a pesar de la complejidad de esta obra, Joshua confiesa que su modelo preferido sigue siendo Black Shadow Trading Company: “fue una de las piezas mas divertida de construir y mi primera miniatura propiamente dicha, por eso siempre tendrá un lugar especial en mi corazón”.
Un universo diminuto e insaciable
“Estoy constantemente buscando nuevos retos, tratando de crear obras más grandes, más complejas y más realistas”, explica Joshua y revela que su próximo objetivo será conseguir hacer una exposición individual en Hong Kong y los Ángeles. El universo diminuto del artista es un desafío que no se detiene y, a través de él, Joshua regala a su público la belleza de una nueva e inesperada perspectiva: los gigantes se vuelven pequeños y los detalles mínimos y menospreciados cobran relevancia entre sus manos. Una inversión de roles y de miradas que resulta tan armónica como disruptiva.