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Jarrones Trípode del Caribe Ancestral Costarricense

A partir del mes de setiembre 2013 los Museos del Banco Central de Costa Rica (MBCCR) abre sus salas de exhibiciones temporales a la importante muestra Entre Entierros y Rituales: Jarrones Trípodes del Caribe Central Costarricense, objetos cerámicos producidos entre el 300 AC al 800 DC de nuestra historia.

Muestra de Jarrones Trípode en las salas temporales de Museos Banco Central. Fotografía cortesía de los Museos del Banco Central de Costa Rica.

Ante el ejercicio cotidiano de percibir, valorar, e intentar comprender la trama de datos de índole histórico, cultural, científico, económico, político, social, a que nos exponemos a diario, recurrimos a cruzar estrategias para saber qué de lo observado nos es útil para el crecimiento personal y profesional. En lo personal valoro aquello que me aleccione y aprenda, que me emocione y sorprenda; la variable emotiva adquiere valor cuando por lo general lamentamos la pérdida de esa capacidad de sorprendernos ante lo apreciado, de aquello que se colecta para nuestra memoria y guarda para siempre.

Mi apreciación –la cual comparten otras personas consultadas que ya visitaron esta exposición-es que del recinto del museo se emerge con alto grado de satisfacción y “orgullo”, por el tesoro que MBCCR resguarda, tanto por el talento de mostrarlo y conjugar dicho factor emocional, como por el manejo de materiales y técnicas de cocido al fuego, pero además de imbricar creatividad y pensamiento por parte de nuestros pueblos autóctonos locales.

Jarrón trípode de la muestra. Fotografía cortesía de los Museos del Banco Central de Costa Rica. 

Con tal motivación conversé con la Curadora de Arqueología del MBCCR Patricia Fernández, a quien pregunté el por qué de esa particular demarcación de tiempo y espacio para la muestra, a lo que responde que depende del interés por divulgar diversos matices de la colección arqueológica patrimonial del Banco Central de Costa Rica. Expresa que ella tiene dieciocho años de curar exposiciones arqueológicas para esta institución, y aún hay muchos matices que exhibir entre las colecciones de oro, piedra, jade y cerámica de sus museos. Agrega que como arqueóloga todas las colecciones son importantes, pero existen rasgos de interés cultural, influidas por las iconografías que van cambiando en el tiempo y pueden dar pistas para observar diferentes formas de pensamiento que hoy conocemos gracias a estos insumos colectados y exhibidos pues también no tiene sentidos que estén ahí resguardados en bóvedas sin que nadie los aprecie.

El interés principal de visitar esta muestra, en mi caso, es siempre el diseño, como eje transversal observado en la configuración de las piezas, a lo que la curadora responde que aunque dicho aspecto del diseño no es el activador principal de lo expuesto, se advierte en la estructuración formal y repite en los temas recurrentes. El motivo temático –y lo que el MBCCR propone que el público adquiera con la visita-, es el pensamiento común que guió la creación de los objetos, generador de intrínsecas tipologías y de múltiples relaciones simbólicas, muy diferentes a las nuestras en la actualidad, ligadas a sistemas de creencias míticas respecto a la creación del mundo y sus formas de vida en el bosque y la selva.

Otro jarrón trípode con el tema animalístico. Fotografía cortesía de los Museos del Banco Central de Costa Rica. 

Estos dos últimos términos definen las fases conocidas como Bosque (300 AC a 300 DC) y Selva (300 DC a 800 DC), muy bien explicado en las fichas educativas que acompañan los objetos; en la primera emerge el tema de la animalística y la fertilidad, en la segunda los rituales son el punto central a observar.

A la pregunta el ¿por qué del título “Entre Entierros y Rituales”?, la especialista acota que si bien es cierto que la producción de jarrones se ubica entre las intenciones utilitarias, participan en las diversas acciones rituales de orden funerario, y que muchos de estos objetos fueron destinados a servir de ofrenda. En la primera fase no están definidos como ofrenda, son reconocidos en los entierros en la última etapa del ritual, quebrados o mezclados con otros materiales. Durante la segunda fase estos jarrones adquieren otros usos, a veces enteros u ofrendas funerarias –como se explicó.

Ensambles entre el cuerpo o copa del jarrón y las patas. Fotografía cortesía de los Museos del Banco Central de Costa Rica. 

¿Qué significa ofrendar en este contexto? Para la curadora Patricia Fernández es dar algo al muerto que lo acompañe en el retorno al sitio donde se originan las almas. Esa vivencia está presente también en otras culturas ancestrales de la humanidad, cuando el muerto debe pasar por un camino predeterminado, y los rituales lo conducen: cantos, música, comidas, danzas, todas son acciones propiciatorias que guardan un significado para los vivos en relación a sus creencias sobre la muerte.

¿Cómo se define la marcación del tiempo y espacio de las fases bosque y selva? Para la Fernández son parte de las técnicas de trabajo arqueológico, las cuales se fundamentan en la prueba del Carbono 14 y los estudios estratigráficos determinados por los arqueólogos.

Los temas recurrentes son la figura de un animal, puede ser el sapo, el cocodrilo, el mono, la martilla, el jaguar, pero también el de las aves: la lechuza, el zopilote, el tucán, los pericos. Sin embargo el enfoque curatorial está dado en que estos son criaturas diseminadoras de semillas, sobre todo en la fase del bosque.

Diversos detalles de los jarrones. Fotografía cortesía de los Museos del Banco Central de Costa Rica. 

También se observan las representaciones de la figura humana en formas de cabezas, caras, cuerpos enteros. En los jarrones denominados “Africa” por el arqueólogo Michael Snarkis, en la fase Selva se denota la existencia de sociedades que brindan la noción de institucionalidad, los controles políticos, o sea eran sociedades consolidadas jerárquicamente. En ambas fases existía esa estructura social.

Respecto al espacio geográfico demarcado en esta propuesta, el Caribe Central, responde a la amplia producción del objeto en particular y sus recurrencias formales, pero no son únicas pues también son caracteres observables en colecciones afines de las del Pacífico Norte –Chorotega en Guanacaste-, y las del gran Valle del Diquís -Boruca.

Jarrón trípode. Fotografía cortesía de los Museos del Banco Central de Costa Rica.  

Como expresé, mi punto de vista de diseñador influye en esta lectura. Me pregunto cómo llegaron los ancestros a la utilización del triángulo equilátero en los jarrones trípode, en tanto se sirven de una estructura fundamental de la Geometría, cómo aprendieron o la estudiaron y dónde la observaron para usarla de esta manera.

Para la investigadora Fernández la lógica de esos pueblos autóctonos no es la misma que la nuestra. Hay que tener sumo cuidado al tratar de especular sobre los significados de sus conceptos, todo depende de una forma de estructura social que transmitía esos conocimientos, y que no es solo lo conceptual sino la técnica en la manufactura de dichos utensilios la que se requiere considerar para apreciar su valoración.

Mis argumentos al respecto es que sí, debemos guardar respeto por los significados y los abordajes actuales a un objeto utilitario, sin embargo, una cultura tan apegada a la tierra, a la agricultura y al aprovechamiento tolerante de los recursos naturales, emerge de un discurso de pensamiento no lineal, donde la forma del triángulo equilátero y su capacidad de conformar estructuras de alto grado de complejidad, y que denotan una elevada cultura de producción, organización y pensamiento, tiene su origen en la observación de esa misma naturaleza: quizá al poner su mirada en la piedra, la montaña, el cerro, la gran ceiba pentandra -considerada como el axis mundi vínculo del supra mundo con el inframundo en su cosmogonía-, pero además apreciaron los ritmos vitales del día y la noche, del mar, de la lluvia, el trueno, el relámpago, las oscilaciones tectónicas, las semillas, los frutos, las maderas, las nubes, el río que fluye generando vórtices y de ahí el signo de la espiral, o la pocita de agua que al lanzarle una piedra conforma ondas concéntricas. Ahí fusiona un pensamiento divergente con alta capacidad de análisis y síntesis, que es diseño y es un talento intrínseco al ser creativo de todos los tiempos.

Vista de los jarrones de la zona Ticabán. Fotografía cortesía de los Museos del Banco Central de Costa Rica.   

Aun hay mucho que aprender de esta muestra en particular, mucho que derivar y entre sacar de esos signos que en el flujo de la deriva colisionan entre sí y desprenden nuevos avistamientos de sus formas de cultura, creencias y maneras de mirarse como individuos en medio de esta gran creación con la cual hoy nos sorprendemos, nos emocionamos y aleccionamos.

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