La muestra en los Museos del Banco Central de Costa Rica (MBCCR) Casi Invisibles -curada por María José Monge-, alberga una intensa metáfora acerca de la idea de territorios que se influencian, traslapan, dialogan mutuamente, aciertan en la comprensión de aquella noción de globalidad, cuando lo acaecido en cualquier punto del planeta también implica el aquí, el lugar donde estamos, y en el caso de lo expuesto intrinca un cúmulo de tensiones interpretativas corporizadas por cada cuadro o escultura provenientes de la gran colección de artes visuales de MBCCR. Una pintura dispuesta por criterios museográficos en un determinado punto del espacio museístico atañe a otro, cada color dispuesto en alguna pared para resaltar la diversidad de caracteres presentes en las salas incrementa la relación; se comprende la intención de lo que la curadora Monge califica como “indómito”, anudando subjetividades de las visiones de cada artista en tensión con el todo, espacio donde todos somos exploradores al aproximarnos, entretejer y advertir esas pulsaciones silenciosas de donde emergen los diálogos y se cargan de significados.
Manuel de la Cruz González, Abstracción Geométrica 1957, laca sobre madera. / Pedro Arrieta, Volcánico 2003, acrílico sobre tela. Foto LFQ.
Paulina Ortiz, Bosque Nuboso 1987, cabuya tejida. Foto LFQ.
Rolando Faba, In-A-Gadda-Da-Vida 2009-2010, políptico acrílico sobre tela. Foto LFQ.
“Territorios indómitos”
Es así que entran en ese ajetreo piezas como “Volcánico” 2003 de Pedro Arrieta, al conjugar lo orgánico y tectónico de la vertiente abstracta propias de las emanaciones terrestres las cuales discursan con las fuerzas cósmicas disparadas como vectores hacia y desde el infinito en la pieza “Abstracción geométrica” 1957, de Manuel de la Cruz González. Argumenta un diálogo de los materiales naturales como cuerdas y bejucos “Bosque nuboso” 1987, un poético textil de Paulina Ortiz, que, cual arpa hace resonar armonías y dispara las sinestesias del gran Caos en el políptico “In-A-Gadda-Da-Vida” 2009-2010 de Rolando Faba donde los brotes son (in)esperados donde menos uno lo imagina y las cargas naturales demuestran su inagotable actividad.
Alejandro Villalobos, Paisaje C 1999, Monotipia sobre papel. Foto LFQ.
Margarita Bertheau, Puesta de Sol en Golfito, 1957. / Dinorah Bolandi, Cementerio de Escazú s..f. (ca 1970), óleo sobre tela. Foto LFQ.
Entonces, el proyecto expositivo incrementa sumando esencialidad a las esculturas, pinturas, grabados, fotografías; de repente corre el telón e irradia intrínsecas energías al detonar en el espacio expositivo la monotipia de Alejandro Villalobos titulada “Paisaje C” 1999, en cercano diálogo con el ir y venir de las olas costeras de “Puesto de Sol en Golfito” 1957 de Margarita Bertheau, y el entorno recatado, pero de extraordinaria síntesis en “Cementerio de Escazú” 1970 de Dinorah Bolandi. ¡Cuánto disfrute estético provocan estos cauces del arte nacional!, contrapunteando con otras interpretaciones que, aunque no comente en esta reflexión, armonizan en el concierto donde suman los lenguajes, los significados y las maneras de tratamiento de la actividad plástico-visual.
Rolando Garita, de la serie Ciudades Contenidas 2008, ensamble de madera. Foto LFQ.
Cinthia Soto “La moneda” 2007, fotografía.
Zona de transición
De repente despunta un nuevo gesto en la acción, suscita un punto de quiebre con el ensamble “Ciudades Contenidas” 2008 de Rolando Garita, y la fotografía “La moneda” 2007 de Cinthia Soto, desde donde se entra en un nuevo encadenamiento: “Un Mundo Casi Perfecto”, noción en la cual la curadora alimenta el reconocimiento de las diversidades culturales, lo inherente a las oposiciones igualdad-desigualdad, e intrincan los mecanismos de poder, los cuales no están exentos y conforman la idea de complejidad sobre la nacionalidad costarricense, ahí donde cualquier rasgo de ese poliedro de caracteres que sea afectado, afecta al todo, nos implica y por ello mientras caminamos nos cuestionamos como observadores la posición asumida por cada uno de nosotros en el ajedrez entre la reina el rey o el peón moviéndose en las direcciones del cuadrilátero.
Tamara Ávalos, Confirmación 2006, modelado en cerámica engobada. Foto LFQ.
Sofía Ruiz, Noise and absence 2012, óleo y acrílico sobre tela. Foto LFQ.
Casi (in)visible
Aparece entonces ese nuevo matiz subtitulado “Un Mundo Casi Perfecto”, otro “casi” lindero donde termina un son y comienza uno nuevo, entre las mutuas relaciones que trenzan el tema central el cual persiste en su idea directriz conforme se avanza entre esos espacios para escuchar, como se dijo, las pulsaciones profundas del arte. Nos encontramos ante la tela de Cecilia Paredes, en tensión con “Confirmación” 2006 de Tamara Ávalos, y a solo unos pasos subvierte el sentido la nostalgia y extrañamiento del óleo de Sofía Ruiz “Noise and absence” 2012; además, “La Canción a la orilla del Mar” 1988 de Leonel González, piezas que imbrican la idea de mundo con sus contrastes, contradicciones donde la contingencia es un germen que contiene la paradoja, agente desestabilizador en la lucha por el equilibrio.
Leonel González, Canción a la orilla del mar 1988, acrílico sobre tela. Foto LFQ.
La muestra discurre exhibiendo importantes nombres de los principales creadores nacionales: Francisco Amighetti, Jorge Gallardo, Francisco Zúñiga, Flora Luján, Crisanto Badilla, José Sancho, Adrián Arguedas, Ana Griselda Jaén, Emilio Span, Herbert Zamora, Aquiles Jiménez, Rudi Espinoza, Mario Maffioli, Felo García, Carlos Salazar Herrera, entre otros y ese visor de múltiples ligaduras acrecentadoras de las nociones de territorialidad, dominación, que culminan con “Hic et Nunc (Aquí y ahora) 2004 y “Modus Vivendí” 2004 de José Díaz, María Montero y Jhafis Quintero cuando el arma empuñada contra el otro se devuelve hacia sí mismo en un intrincado interaccionismo simbólico ejercidos por todos los individuos en esta sociedad contemporánea.
José Díaz, María Montero y Jhafis Quintero, “Hic et Nunc (Aquí y ahora) 2004 y “Modus Vivendi” 2004, fotografía digital. Foto LFQ.
Trato de explicar mi posición y que toda lectura de una muestra es sesgada, en tanto persiste el interés y la preferencia en aquello que uno como espectador encuentra más acorde con lo que nos gusta, porque tenemos conocimiento o sabemos de ello; nos conecta de mejor manera con nuestra propia noción de las grandes estructuras teóricas del arte en la actualidad, dependientes de cada interpretación en concordancia con la libertad de entrar en esos territorios indómitos donde el más fuerte encausa la acción, el interés por lo evocado y satisface tantas preguntas surgidas en la cacería cuando nos atrapa el subjetivo enigma de la mirada.
Vista parcial de la sala de MBCCR. Foto LFQ.