…fueron a vivir a Rotis y de lo que allí aconteció
“El corazón de Estados Unidos está con las familias afectadas y con el pueblo de Israel en esta tragedia que ha golpeado a sus atletas olímpicos. Un acto tan trágico y sin sentido es una perversión de la esperanza que simbolizan los Juegos Olímpicos y representa una tragedia para todos los pueblos y naciones del mundo” (Mensaje de Richard Nixon a Golde Meir, primera ministra de Israel, el 6 de septiembre de 1972, tras el asesinato de nueve miembros del equipo olímpico israelí).
En septiembre de 2022 se cumplirá medio siglo de la celebración de los Juegos Olímpicos de Múnich, el mayor escaparate de la República Federal Alemana en la Guerra Fría, la primera gran competición deportiva transmitida íntegramente con el sistema PAL Color de Telefunken.
La comunicación gráfica de aquel ambicioso proyecto quedó en las manos del diseñador gráfico Otl Aicher cuya propuesta fue elegida en un concurso al que se presentaron más de dos mil candidaturas. El emblema de los Juegos, una especie una corona de rayos, simbolizaba el espíritu olímpico expresado en el concepto Múnich radiante (Comité Olímpico Internacional, 2022).
I
Hace unos meses, la edición impresa de Experimenta publicó una entrevista de Louise Paradis con el recientemente desaparecido Yves Zimmermann. De aquella charla cabe destacar el momento en que el diseñador suizo relata cómo convenció al editor Gustavo Gili para que publicara en 1992 el libro de Otl Aicher Die Welt als Entwurf (El mundo como proyecto).
“Gili dijo, mientras hojeaba la edición alemana, ‘Es un libro sin imágenes y sabe usted que libros así no se venden nada bien’. Recuerdo que le respondí: ‘Sí, lo sé, pero este hombre es uno de los pocos pensadores de nuestra profesión. Tenemos que publicar este libro” (Zimmermann, 2021).
Cierto es que el libro (compuesto para desesperación del lector en caja baja) cumple las condiciones para ser tenido por una reflexión profunda sobre el diseño y la existencia humana; aunque a ratos resulta tedioso, es casi siempre solemne. Por el contrario, otros libros anteriores de Aicher (Kritik am Auto, 1984; Typographie, 1988) tenían pretensiones más modestas pero una clara utilidad práctica. En todo caso, la definición de Aicher como “uno de los pocos pensadores de nuestra profesión” no encajaba con lo que había sido su actividad en la Hoschschule für Gestaltung de Ulm, la escuela que fundó y dirigió, y en la que impartió clase durante más de diez años.
II
Ante todo, hay que recordar que Aicher era un hombre valiente. Nacido en el seno de una familia católica, amigo del hermano menor de Hans y Sophie Scholl (los mártires del nazismo), fue uno de los pocos estudiantes de Baden Württemberg que rechazó unirse a las Juventudes Hitlerianas. Esa decisión le impidió obtener el diploma de la enseñanza secundaria, por lo que se vio obligado a retrasar varios años su ingreso en la universidad para estudiar escultura. Durante la guerra intentó desertar varias veces de las filas de la Wehrmacht hasta que lo consiguió en 1945. Cuando los americanos ocuparon el suroeste de Alemanía, Aicher era uno de los pocos con un pasado claramente antifascista.
Pocos años más tarde se casó con Inge Scholl (la hermana mayor de Hans y Sophie) quien, durante el nazismo, había desempeñado puestos de responsabilidad en la sección femenina de las Juventudes Hitlerianas, Cuando sus hermanos fueron detenidos (y ejecutados), no pudo evitar expresar su enfado pues la actividad subversiva de Hans y Sophie suponía el final de su propia carrera política. (Krippendorff, 2008, 59). Inge Scholl nunca renegó de sus vínculos políticos y justificó en cierta medida el entusiasmo de los jóvenes de aquel tiempo por el régimen nacionalsocialista (Scholl, 1983, 6).
III
Como es sabido, Otl Aicher e Inge Scholl consiguieron del Alto Mando norteamericano un millón de marcos para poner en marcha una escuela en la ciudad de Ulm, la que sería conocida como Hochschule für Gestaltung. A través de su esposa, que presidía la fundación, Aicher controlaba en buena medida la gestión de aquella peculiar escuela, donde también era profesor en el departamento de Comunicación Visual. Allí impartía (entre otras) la asignatura de tipografía y, de uno de sus alumnos, el fotógrafo Hans G. Conrad, se conserva el cuaderno de ejercicios que hizo con Aicher, una mezcla de formalismo y sentido práctico que caracterizó siempre su docencia.
En la escuela convivían planteamientos pedagógicos muy dispares. Por un lado, estaban los más rancios, con Max Bill a la cabeza, interesados en hacer una segunda Bauhaus con la ayuda de Albers e Itten. Por otro lado, destacaban Tomás Maldonado y Otl Aicher que, a pesar de su formación en las bellas artes, tendían a usar el lenguaje críptico de la cibernética, la semiótica y otras disciplinas que empezaban a estar de moda por entonces. Por último, cabe recordar a los docentes más académicos, con Horst Rittel al frente, que miraban a los demás por encima del hombro.
Aicher no podía entender qué había de provechoso en la intención de Rittel y sus partidarios de reemplazar al diseño por la ciencia y promover una educación que sólo tratase de “métodos abstractos y conocimientos irrelevantes” (Spitz, 271). En su opinión, “el diseño se revela en cada decisión individual, en cada objeto concreto al que da forma, no en la búsqueda de la verdad”, una tarea más propia de la ciencia que, por su propia naturaleza, no puede conducir a resultados prácticos (Spitz, 275)
Por otra parte, el coraje que mostró Aicher durante el nazismo quedó algo atenuado por las tensiones en que la escuela se vio envuelta. Un ejemplo de ello fue su confusa actitud ante la detención de Rudolf Augstein, un periodista acusado de traición por unas informaciones sobre el ministerio de defensa publicadas por la revista der Spiegel. Otl Aicher y su mujer, Inge Scholl, habían firmado un escrito en defensa del detenido, pero pocos días después se retractaron porque, según ellos, no habían entendido el sentido exacto de lo firmado hasta que lo habían visto publicado. Pero ya era tarde y un político declaró que “no podía comprender cómo el gobierno federal, el regional y la ciudad de Ulm podían subvencionar una institución cuyas personalidades más destacadas […] participaban en ataques semejantes” al orden establecido y se alineaban con quienes habían traicionado al país (Spitz, 2002).
Tampoco el ambiente en las aulas era para tirar cohetes y varias periódicos empezaron a airear los trapos sucios de la escuela. Se decía que muchos estudiantes (que malamente cumplían los requerimientos de acceso) se matriculaban con Aicher porque no hubieran podido entender a docentes de mayor nivel académico como Horst Rittel.
En resumen, Aicher vivió en Ulm todas las peripecias que pueden desear los amantes de las emociones fuertes. Se le criticaba por cualquier cosa: por sus intrigas para controlar la escuela, por su limitada capacidad para dirigirla (en las varias veces en que tuvo ocasión) o por los oscuros intereses que parecían estar detrás de los proyectos que la escuela mantenía con Braun o Lufthansa.
IV
Pero como en las películas, en el último minuto, Dios nuestro señor se apiadó de su siervo Otl y le dio una oportunidad para salir de aquel atolladero y convertirse en un diseñador de prestigio internacional gracias a los Juegos Olímpicos de Múnich.
A principios de los setenta, en pleno éxito, Inge Scholl y su marido se fueron a Rotis, un pedanía e poco más de treinta habitantes en el municipio de Leutkirch im Allgäu, en Baden Wurtemberg. Allí compraron una finca con un molino y otros destartalados edificios que acondicionaron para alojar sus actividades. Tal parece que la belleza del lugar y la proverbial bondad de sus gentes dieron al matrimonio el sosiego que no habían tenido y, animados de las mejores intenciones, fundaron en 1984 el Institut für analoge Studien de Rotis para emprender ambiciosos proyectos. Entre esas iniciativas estuvo el diseño de la escritura Rotis (en sus distintos pesos y anchos) y la redacción de varios libros sobre los temas más diversos (Analog und Digital: schriften zur philosophie des machens,1991, por ejemplo). A finales de los años ochenta, Aicher conoció al arquitecto Norman Foster (que visitaba Rotis con frecuencia) y colaboró con él en el Metro de Bilbao elaborando su imagen gráfica.
Fue en Rotis donde Otl Aicher se convirtió (en palabras de Yves Zimmermann), en “uno de los pocos pensadores de nuestra profesión”.
Referencias
Aicher, Otl (1985) Innenseiten des Kriegs. Frankfurt, Fischer Verlag.
Aicher, Otl (1988) Typographie. Berlín, Ernst & Sohn,
Aicher, Otl (1992) El mundo como proyecto. Barcelona, Gustavo Gili (Edición original: Die Welt als Entwurf. Berlín, Ernst & Sohn, 1991)
Der Spiegel. “Hochschulen. Ulm. Auf dem Kuhberg”, en Der Spiegel. nº 12.1963.
Gallego, Ferrán (2005) De Auschwitz a Berlín. Barcelona, Random House Mondadori.
Krippendorff, Klaus (2008) “Designing in Ulm and off Ulm”, en Karl-Achim Czemper (ed.) HfG, Ulm; Die Abteilung Produktgestaltung. Dortmund, Verlag Dorothea Rohn.
Moser, Eva (2012) Otl Aicher, Gestalter. Berlín, Hatje Cantz.
Scholl, Inge (1983) The White Rose: Munich, 1942-1943. Middletown CT, Wesleyan University Press.
Spitz, René (2002) Hfg Ulm: The View Behind the Foreground: the Political History of the Ulm School of Design, 1953-1968. Berlín, Edition Axel Menges.