Luz, color y subliminalidad
La obra del ilustrador galo, ex de la Ecole Emile Cohl, Olivier Bonhomme es un puñetazo sobre la mesa, una inesperada bocanada de aire fresco que desde la luz, el color y la subliminalidad, nos propone un viaje en primera clase a un universo evocador y ciertamente único.
Y aunque con este preámbulo podríamos caer en el error de que se trata más de un artista que de un profesional de la comunicación visual, lo cierto es que su cartera de clientes en la que destacan gigantes como Apple, Le Monde, The New York Times, TBWA, The Washington Post o Le Parisien, despeja cualquier duda de forma instantánea.
«Suelo hablar con el cliente sobre algunas palabras clave, inspiración, contexto, etcétera. Luego envío un boceto bastante detallado con sombras de medio tono para visualizar la representación final. Los planos, la composición o las líneas dinámicas, ayudan a comprender el mensaje y sentir la vibra de la pieza. Después de que el cliente valida este paso, comienzo a trabajar en los colores con capas separadas, lo que me ayuda a ajustar con precisión algunos detalles para el resultado final», comenta Bonhomme.
Uno de los aspectos más destacados y posiblemente clave del éxito de las piezas de Bonhomme, es la ingente cantidad de elementos interactuando uno con otros sin pisarse o desmerecerse, todo lo contrario, cada uno aporta desde su lugar, lo necesario para que el conjunto funcione, y funcione bien.
Si bien el uso y abuso del color es otro de los aspectos a tener en cuenta, es esa apuesta por una suerte de realismo mágico en clave cómic lo que hace que todo cuadre.
Para terminar, un comentario especial para su versión de la icónica Nighthawks de Hopper. Impresionante.