Crear consciencia a través de los grafismos de su genial proyecto Topomorfose
La historia de este proyecto comienza en los años 80 y sigue más vigente y activa que nunca, cuando sólo el DNI refleja la edad (74) y no su pasión, productividad o energía desbordante. Se trata de la genial diseñadora y artista brasileña Heloísa Crocco, al que un viaje a la floresta amazónica cambió su vida para siempre. En un mismo golpe, un doble impacto. La motosierra que desangraba la selva, puso frente a ella del modo más doloroso, la tierra en carne viva. Y así pudo ver el corazón de la floresta: los árboles y sus venas. La sangre latiendo en ella. Se enamoró a primera vista de su majestuosidad y de esas líneas que dan cuenta de los años, exposición al sol, luces y sombras. En síntesis, vida y obra de estas especies. Y en ese instante selló su compromiso con esos anillos para siempre. Nacía Topomorfose , una línea de investigación, vida y obra, dando cuenta de las venas de la naturaleza.
“Todo está escrito en los árboles. Me interesaron e interesan esas vetas de la madera. Y empecé a trabajar con esos años de vida del árbol que de algún modo se emparentan con nuestras impresiones dactilares, nuestras huellas. Esas diferencias mínimas, casi irreconocibles, pero que nos hacen únicos”, revela.
Bellos grafismos que imprime en todo lo que toca —desde papel, pasando por cerámica, textiles e infinidad de objetos. De hecho hasta su casa— atelier-showroom en Porto Alegre, es un bellísimo cubo de madera. La metáfora perfecta de su trabajo.
Es por eso que ahora, siguiendo el espíritu de estos tiempos donde se busca lo inmaterial, según nos cuenta, esta semana presenta junto al joven Pedro Matsuo, hijo del famoso Edson, director creativo de la emblemática empresa brasileña Melissa, sus anillos en formato mapping en el emprendimiento Las Musas de Punta del Este. “Las vetas, patrones en movimiento. Luces y sombras. Una poética loca que me tiene fascinada”, remata siempre humilde y entusiasta.