El coche sin conductor de Google
Nadie conduce, al menos nadie humano. Tuvo que transcurrir más de un siglo desde que el hombre construyó el automóvil hasta que finalmente pudo prescindir de él mismo para conducirlo. Aunque en la Feria del mundo de 1939 en Nueva York ya se hablaba de autopistas automatizadas, el automóvil sin conductor tiene su origen en el vehículo robótico Stanley. El prototipo del equipo de la Universidad Stanford dirigido por Sebastian Thrun ganó en 2005 el DARPA Grand Challenge. La competición, auspiciada por el Pentágono y dotada con dos millones de dólares de premio, le imprimió a la idea el impulso definitivo para hacerse palpable. Es decir que si a Karl Friedrich Benz se le atribuye haber puesto por primera vez a un humano a conducir un automóvil, a Sebastian Thrun y a su equipo habrá que adjudicarles el hecho de haber desplazado al hombre de ese lugar. O lo que es lo mismo: poner a una máquina a conducir. Así de grande es el salto.
Desde 2009 por carreteras de California
El proyecto de Google empezó a rodar en el año 2009 por carreteras de California. Se trata de un coche que desarrolla sentidos a través del software; sensores que le permiten detectar otros vehículos, ciclistas, peatones y todo aquello que pudiera cruzarse por el camino. El software determina qué tipo de objeto se interpone en su trayecto analizando la forma, el tamaño o el tipo de movimiento que produce. En base a estos datos el ordenador realiza una predicción y ejecuta su movimiento o se detiene, según el caso.
De la adaptación a la fabricación
Al principio la tecnología era adaptada a vehículos convencionales, primero fue el Prius de Toyota, más tarde se hizo lo propio con el RX450h de Lexus. Sin embargo, con una buena cantidad de kilómetros transitados, los ingenieros de Google comenzaron a percibir que tal vez era mejor trabajar con automóviles diseñados exclusivamente para moverse sin conductor humano en lugar de ajustar la tecnología a los que ya existían. Así crearon un prototipo propio en 2014, pensado y fabricado desde el minuto cero para ser conducido por una máquina, gracias al cual han maximizado el potencial de algunas de las funciones del vehículo autónomo. Por ejemplo, al eliminar el volante y los pedales y sustituirlos por sensores o cámaras optimizaron el campo de visión del ordenador.
Tres millones de kilómetros recorridos
Quienes llevan el proyecto adelante aseguran que sus vehículos son conductores experimentados: con casi tres millones de kilómetros recorridos acumulan el equivalente a 75 años de experiencia conduciendo en carreteras para un automovilista norteamericano promedio. Aun con datos optimistas, la forma de introducir el automóvil sin conductor en el mercado por parte de Google es conservadora. Los coches del gigante tecnológico nunca superan en calle los 40 km/h y por el momento no han efectuado ningún trayecto sin la presencia de un controlador de seguridad que pudiera asumir el mando del vehículo si fuera necesario.
14 accidentes menores, ninguno fue causado por el automóvil sin conductor
El proyecto tiene como objetivo transformar la movilidad: reducir el número de accidentes, beneficiar a aquellas personas imposibilitadas para conducir y liberar a sus usuarios del trajín que esa actividad implica. Pese a lo osado de sus propósitos, desde Google afirman que su prioridad es la seguridad. En estos seis años que llevan de pruebas han ocurrido 14 accidentes menores, de los cuales ninguno fue causado por el automóvil sin conductor y sólo en uno de ellos alguien resultó herido. Por el momento estos coches autónomos recorren las calles y carreteras de Mountain View, California y Austin, Texas, pero el deseo de sus creadores es enriquecer sus ordenadores con el relieve y el clima de otras ciudades y con la idiosincracia de los conductores de lugares diversos.