Las nuevas colecciones de la diseñadora Paula Giecco de la etiqueta Finn rescatan materiales y el aura de otras décadas
Paula nació en Buenos Aires pero es una verdadera ciudadana del mundo ya que viajó y vivió muchos años en distintos lugares —São Paulo, Sídney y Nueva York—. En este momento está recién instalada en Key Biscayne, Miami, aunque su taller sigue en Argentina.
¿Sus señas particulares? Un material que la acompaña desde siempre -el acrílico- que domina como pocos y que es su puente para crear desde piezas de bellísimos patrones geométricos a guiños divertidos y adorables como su reciente familia de figurines en versión petit broche.
Una mecánica que busca como ella detalla “rendir homenaje a lo que estaba olvidado, transformándolo para que cuente su historia desde una nueva perspectiva”.
Así, además, en las últimas suma el reciclaje de materiales. “En Vita, por ejemplo, reutilizamos retazos de raffia natural de Pri-Sim, una fábrica en el sur de Buenos Aires, un lugar especial que mezcla técnicas artesanales con procesos más industriales en telares. Desarrollan desde la hilatura hasta los tejidos. Reutilizamos restos de muestrarios viejos, piezas dañadas o simplemente sin valor comercial, incorporándolos a pequeñísimos bastidores para convertirse en aros, anillos, dijes y cajitas diminutas. La idea es dar un nuevo uso y también mostrar (como con una lupa) este trabajo increíble, poniéndolo en valor. También incorporamos descartes de acetato de la fabricación de anteojos, aplicando técnicas de joyería tradicional que adaptamos en el taller, como si fueran piedras preciosas, con facetas diminutas, cabochon, brillos y transparencias”, adelanta Giecco desde Miami.
¿La inspiración? “Siempre tiene un acento urbano. La arquitectura, la panadería de barrio o el encanto de un café cualquiera. También me apasionan los objetos raros, esos que te sorprenden por su función o forma constructiva que no puedes entender, o por cómo se transforman. O que vienen de otro tiempo o de otro lugar, un material que ya no existe más, y te trasladan. Buscar todo tipo de rarezas en mercados de antigüedades es mi mayor obsesión”.
Inputs y piezas, y eso es lo más lindo que tiene su trabajo, absolutamente atemporales. Definitivamente otra forma de ser sustentables. Y que además, desde hace unos años, de la joyería pasaron a la casa. “Fuimos ‘enjoyando’ nuevos lugares. Siempre el eje es que sean objetos que perduren y sean coleccionables. Que cuenten historias y alegren, que inspiren a quien los posee, que lo acompañen y sean parte de vida. Cajitas y bandejas multifunción, velas reutilizables y también foulards y twillys. Además de las joyas como broches, collares, aros y pulseras”, remata desde Miami.