Una experiencia que nace en España a través de la diseñadora y docente Adriana Cagigas, socia fundadora de Deyi Living, a través de la iniciativa Enhebrar
En orden de trabajar en el binomio artesanía y diseño, la diseñadora española Adriana Cagigas Gil, decidió viajar a estudiar a China. Para eso, primero aprendió el idioma, ya que su idea era ir a las fuentes, la China profunda, verdadera, para aprender su otro idioma, el textil, el material.
Así, primero viajó a distintas zonas rurales del Sur donde convivió con maestros artesanos. Allí, además de un gran aprendizaje, nació la idea de intercambio con el objetivo que otros aprendiera de su maravillosa sabiduría ancestral, pero sobre todo, poder devolver algo a la comunidad que la cobijó y enseñó. Proyecto que comenzó a desarrollar asociada a la diseñadora francesa Pauline Ferrieres y al interiorista chino Zhang Xing, socios fundadores de Deyi Living.
Luego, vendría el proyecto “Enhebrar” a través del cual, este verano, llevó al condado de Rongjiang donde habita el pueblo Dong, nada menos que a 30 estudiantes de la universidad donde imparte clases en Madrid. ¿La idea? Poder realizar una investigación etnográfica que les diera herramientas en el campo del diseño para generar un desarrollo sostenible que tenga como base la comunidad y el compartir saberes y culturas. Una bella convivencia y estudio multicultural, multidisciplinar e inter-generacional que llevaron a cabo este agosto del 2024.
“Cuando se habla de preservación del patrimonio, tanto material como inmaterial, con frecuencia queda fuera de la ecuación la importante tarea de vivir verdaderamente el ecosistema del que nace el objeto, la técnica o la festividad a conservar. Para propiciar un terreno fértil ante la generación de estrategias de desarrollo sostenible que realmente mantengan equilibrados los cuatro ejes clave que lo componen (el plano social, medioambiental, económico y cultural) es fundamental experimentar con los sentidos, las emociones y el intelecto, las realidades sobre las que se pretende trabajar”, adelanta Cagigas a quien conocimos en la Bienal Iberoamericana de Diseño en octubre pasado.
La idea así de la inmersión, que además de increíbles workshops de tintes naturales, bordado, telar, caligrafía, arreglos florales y ,por supuesto, ceremonias del té, tuvo el mayor aprendizaje en la convivencia colectiva en una casa tradicional de estilo arquitectónico Dong de dos plantas de habitaciones, espacios comunes de conversación y descanso, azotea, taller de confección y producción textil, taller de tinción, y un espacio exterior que sirve de comedor. Todo ello, rodeado de vegetación autóctona (entre la que se encuentran las plantas tintóreas utilizadas en los textiles) y jardín, para que los visitantes pudieran conectar con la naturaleza.
“Básicamente esta inmersión se ha llevado a cabo en el contexto real de vida del grupo de artesanas de la cooperativa Deyi Living, con el objetivo claramente definido de transmitir a los estudiantes que, generar cualquier producto artesanal conlleva todo un entramado de relaciones, acciones, materias, personas, conocimientos y tiempos que siempre, hablan del lugar del que proceden propiciando el fortalecimiento de los vínculos identitarios e históricos de una comunidad. El diseño es una herramienta poderosa para generar espacios de conversación y diálogo en el proceso de hacer con coherencia y respeto. Esta reflexión es la que ha guiado cada sesión vivida durante esta experiencia inmersiva, desde el enfoque transversal de la cultura y el pensamiento chino”, suma.
Así, agrega: “Enhebrar es un ecosistema de personas, territorios, técnicas y conocimientos. Un ecosistema que nace de la sabiduría de la tierra, y conectada a ella, genera una plataforma de intercambio que propicia las relaciones entre las realidades en las que vivimos: esas que se difuminan entre espacios físicos y digitales. También es un espacio de encuentro entre generaciones, culturas, países y disciplinas, propiciando la diversidad de aprendizaje de una forma creativa, inspirada por valores indígenas dada su preservación y cuidado de lo que les rodea; son también, fuente de inspiración en la creación de nuevas infraestructuras relacionales en los ámbitos urbanos, desgastadas por el modelo industrial”.
¿Lengua? “Decimos lengua porque el propio tejido es texto. Los textiles son textos y fuentes de información; contienen códigos y signos que hablan de arraigo, continuidad y fortaleza. Definen su propia riqueza cultural y recrean la forma de ver el mundo. Es a través de los textiles que el individuo reafirma su identidad cultural grupal y se asume como parte de un conjunto de personas. El homo sapiens sabía tejer antes de que nosotros aprendiéramos a escribir; utilizamos los tejidos como medio para transmitir información antes de empezar a copiar pergaminos. Dado que la historia de la humanidad es la historia de los tejidos, podemos afirmar que su cartografía es tan antigua como la propia civilización. Seguir los limites de su lenguaje ayuda (en el contexto de esta muestra) a reflexionar sobre nuestras propias limitaciones y potencialidades. Enhebremos agujas que a través de su movimiento procesal, relacional y material, conecten realidades rurales con espacios urbanos en la re-interpretación de la tradición, la materia, el uso y la co-creación”, aclara sobre esta iniciativa cocoordinada junto al docente Gonzalo Alvarez Lucas.
Así, este es hoy un proyecto museístico (esperan concretar en breve la muestra que suma, además de bellísimas piezas textiles, documentos y fotografías) , pero también, según cuentan, “ una publicación editorial; una luminaria, un código digital o una pieza de cerámica 3D. Es un lenguaje común pero reinterpretado por aquellos a los que conecta a su paso, con un objetivo claro: generar una comunidad de creativos que bajo un mismo computo de información procedente de la cosmovisión indígena, reinterprete lo aprendido a través de su propio expertise generando flujos de diseño integral en los contextos urbanos – digitales. Por ello, cualquier objeto, servicio o dinámica que se fundamente en esta sabiduría ancestral, tiene cabida en Enhebrar; porque como ecosistema, todo evoluciona, avanza, se desarrolla; todo promueve una interacción de los participantes, que conectados en red, suman significativamente a un todo desde sus propias individualidades”, remata.