Los espacios de relación con la tecnología, como el estado incitativo y el estado imperativo, son formulados por Eric Sadin como dos estados, además de otros propuestos.
El estado incitativo se caracteriza por el contacto constante en cualquier momento y lugar, debido a los efectos adictivos de la tecnología. Esto lleva a una dinámica instrumentalizada por la tecnología, que implica un fenómeno de constante emergencia dentro del espacio social económico, desde el poder y la movilidad omnipresente en constante movimiento en el uso y las relaciones de las cosas.
Desde esta representación dominante y concretamente centrada en la experiencia cotidiana y desde aportes como las relaciones con los interfaces mediante la aplicación y análisis de la ergonomía adaptada a la UX, Experiencia del Usuario optimizados por interfaces conversacionales. Hoy la industria digital no ve obstáculos, busca la idoneidad en todo momento, sin ningún obstáculo en marcos potencialmente idóneos, indagando la inmediatez, y buscando una interacción natural óptima, esto es, anulando en el usuario toda indecisión. En cuanto a su finalidad sería óptima en la percepción y acción con la finalidad de ser incontrovertible.
Parafraseando a Nicholas Carr en su libro original (publicado en 2014) sobre la influencia de los pilotos automáticos en la navegación comparada entre la propiedad automática y el manejo humano en los aviones comerciales, nos dice que, una encuesta a pilotos, realizada en 2012 por la Agencia Europea de Seguridad Aérea (AESA), reveló una preocupación generalizada: el 95 por ciento de los pilotos opinaba que la automatización tiende a erosionar las habilidades de vuelo manuales y cognitivas básicas. Rory Kay, un experimentado capitán de United Airlines que hasta hace poco desempeñaba como oficial jefe de seguridad para la Air Line Pilots Association, teme que la industria de la aviación esté sufriendo una «adicción a la automatización». En una entrevista concedida en 2011 a Associated Press, se refirió al problema de manera más contundente: «Nos estamos olvidando de cómo se vuela».
Eric Sadin afirma que «sostenemos una relación interactiva y parcialmente inactiva, instalados en procesadores algorítmicos que intentan evidenciar «lo verdadero», asentados en esferas privadas espacios óptimos solícitos en busca del máximo bienestar».
Este aspecto de la función y uso ha sido esencial en los objetivos definidos en todo proyecto del diseño. En este aspecto, las propuestas eran realizadas en el espacio real analógico actuando en un espacio cartesiano y el conocimiento matemático pero además sensible, esto es, en el espacio experiencial. Por esta razón, el diseño reúne el aspecto mensurable pero también se apoya en la experiencia antecedida, particularmente por los sentidos. Lo verdadero está expuesto a una multitud de pareceres, afortunadamente, infinitos.
Parece que la idea y la experiencia del bienestar solo son solucionadas mediante algoritmos que intentan asentar solo su idea de bienestar, única y determinante. Yo diría que estas soluciones son infinitas, demandadas por una infinidad de opiniones subjetivas en donde la razón y la experiencia en lo sensible perduran mientras exista el factor humano. Un sistema algorítmico no podría proponerlas si es que lo sensible se capta mediante sensores, pero no se experimenta debido a su falta de sensibilidad.
Este espacio dictado por la tecnología es constantemente incitativo a indagar hacia la búsqueda del máximo bienestar. Según Eric Sadin: Parece que esperamos de los procesadores que nos administren con maestría, nos liberen del peso que nos proporciona la vida.
En el espacio imperativo lo indefinido en lo real se instala en la duda, siempre presente como riesgos e inseguridades, consecuencia. Esta tendencia nos llevaría hacia riesgos e inseguridades en el trabajo profesional, aun regido por reglas, pautas, vacilaciones, etc.
Actuando en marcos determinantes en tanteos subjetivos hacia requerimientos objetivos de distribución, en vano intentamos una optimización desde el saber, el conocimiento suponiendo que son los más correctos, pero puede acontecer cualquier fallo. Por este motivo, no deja de crecer, implementando técnicas, procedimientos que buscan la optimización de los productos más eficaces y que ofrezcan garantías.
En la década de los noventa empezaron a utilizarse herramientas que sirvieran para tomar decisiones, como lo describió Christopher Jones en la década de los sesenta en su obra Métodos para el Diseño. Antecedieron con la utilización de métodos procesuales en el proyecto del diseño. Se utilizaron estos sistemas desde una forma «instrumental», tomando en cuenta el contexto y aplicando las matemáticas, como los sistemas denominados «arborescencias decisionales». Desde la dificultad de la inmensidad de factores, se replantearon alternativas en cada etapa proyectual.
En el siglo XXI, estos instrumentos de control de decisión y de viabilidad se volvieron capaces de interpretar numerosas situaciones caracterizadas por tecnologías propositivas contra la ambigüedad.
Estas formas de hacer, desde protocolos inducidos por los algoritmos, nos privan a los diseñadores y creadores de nuestra idiosincrasia. Pero tenemos el derecho a obstaculizar los «mecanismos que trabajan para imponer unilateralmente un orden eternal».
«A esto lo podemos dominar desde una ética o una puesta en práctica de una política de legítima defensa».
Quizá los diseñadores debiéramos reflexionar, estar atentos a todos estos fenómenos que pueden provocar las tecnologías. Preguntarnos por la llamada tercera revolución industrial o más bien ya postindustrialismo, desde sus propuestas excesivamente optimistas y sobre cómo serían interpretadas, cuál es la posición del diseño ante esta encrucijada. Sería interesante investirse de un talante reflexivo, crítico e investigativo, indagando en los procesos del proyecto, utilizando las tecnologías como un medio justo, equilibrado y no invasivo de soluciones donde el objetivo sea equitativo en términos de sostenibilidad, posicionando preferentemente valores humanos y sociales.
El diseño está de una forma dinámica, atenta a estos estados, espacios donde se va anulando su capacidad de resolver dudas, problemas, donde comienza a imponerse la verdad tecnológica, algorítmica. Esta no admite críticas o reflexiones involucradas con la sensibilidad de la experiencia del ser humano. Pero sí podríamos, sin renunciar a la tecnología, intervenir colaborando en los procesos del proyecto del Diseño siendo conscientes de que las soluciones no son definitivas. Seguiríamos construyendo aún la materialidad histórica, contando con las posibilidades humanas sin renunciar al aporte tecnológico y a la duda.
Citas
Sadin Éric. La inteligencia artificial o el desafío del siglo: anatomía de un antihumanismo radical, Ed. Caja negra Buenos Aires año: 2020.
Jones Christopher. Métodos de Diseño, Ed. Gustavo Gili Barcelona 1978.
Carr Nicholas, Atrapados: Como las maquinas se apodera de nuestras vidas,
Ed. Taurus España 2014.
Aznar, Chema. Incidencia y reflexión: pensamientos en torno al diseño de producto Ed. Experimenta Madrid 2019.