¡Albricias! Sí, pero no el diseño gráfico. Vaya.
La Semana del Diseño de Milán reactiva la agenda del sector tras el parón de la pandemia. Según El País (10-9-21), “La industria del diseño recupera el ritmo en su Semana de Milán”.
Lo que presenta el Supersalone en la feria del mobiliario son “sillas, butacas, asientos, mesas y hasta un coche o una incubadora para neonatos”. Sobre la aportación española, menciona “esculturas textiles, piezas sostenibles, lámparas poéticas, estructuras industriales”. En esta ebullición, “las firmas de todos los sectores, de la moda a la automoción presentan exposiciones, todo lo cual repercute en la decoración, la gastronomía y la tecnología”. Bravo. Felicitaciones por el éxito.
En efecto, en todo el mundo se celebran los salones del mobiliario, salones de arquitectura, de automoción, pasarelas de la moda y salones de la jardinería. En realidad son salones de estos sectores empresariales de la industria del diseño, ya que todo lo que se expone es objeto del intercambio económico. La gente compra y consume sofás, lámparas y electrodomésticos, pero con un diseño gráfico no puedes echar una siesta, iluminar una habitación o preparar el café. El diseño gráfico no es un bien con valor de mercado.
La reflexión que esto suscita es por qué no se hacen salones de diseño gráfico (las bienales del cartel o del cómic no son exposiciones de diseño gráfico). La respuesta a esta cuestión es muy simple: el diseño gráfico no pertenece a la industria del diseño sino a la industria de la cultura, a la información y al conocimiento. Este es el fundamento de la comunicación visual.
El problema del diseño gráfico es que no ha sabido redescubrirse a sí mismo, ocupado como está con el trabajo. Justamente esta es la idea central de mi libro reciente Cara a cara con el diseño. Se trata de redescubrir la identidad, la especificidad del diseño gráfico. A partir de su especialización, de sus fortalezas para visualizar incluso lo invisible y de su capacidad por representar cosas ausentes, pasadas, presentes y futuras, tangibles o intangibles, verdaderas o falsas, posibles o imposibles, y hacerlas presentes a los ojos y al entendimiento, descubrimos todo lo que la disciplina no ha hecho y puede hacer. O debería hacer para progresar ella misma y hacer progresar a la sociedad. El diseño gráfico no es diseño de “funciones”, lo que está reservado a sus disciplinas hermanas. En la medida que él es lenguaje, es diseño de comunicación visual. Una perspectiva nueva y abierta que está por recorrer: la perspectiva de futuro.