El aperitivo es un ritual gastronómico de sabor mediterráneo que se ha expandido por el mundo. Con la excusa de que prepara el estómago, abre el apetito y se disfruta más de la comida, que él anticipa, uno se da el placer de tomarse unas copas antes de entrarle al plato fuerte.
El aperitivo es así un brindis placentero por la buena mesa, la buena vida.
Lo que hoy ofrezco a las lectoras y lectores de esta columna es una metáfora de esa sabia costumbre gastronómica con la esperanza de abrirles el apetito lector. Aquí va una cata de mi nuevo libro recién salido del horno, Cara a cara con el diseño.
El diseño gráfico, como historia, disciplina, producto, relato, mensaje, etc., etc., puede ser observado desde dentro de la cocina o desde fuera, de reojo, sesgado, por fragmentos y en fin, como se prefiera, pues el asunto es poliédrico y complejo. Yo he decidido hacerlo desde fuera. Y tomando distancias, para llegar al fondo del asunto.
Cara a cara con el diseño lleva el subtítulo: Por el progreso del diseño gráfico y de la sociedad. Así queda claro de qué va la cosa, que es a la vez un deseo y una necesidad. La pregunta es: ¿Qué podemos hacer con los conocimientos y habilidades, la sensibilidad, la inteligencia creativa de los profesionales que dominan las propiedades exclusivas del diseño gráfico y con las herramientas de que hoy disponemos? Esa es, en síntesis, la cuestión que se plantea en el libro.
Se trata de dar nueva estructura y sentido a la disciplina.
Para abordar este propósito, en el libro examino tres áreas. La primera, la realidad actual, ¿dónde estamos? La segunda, la realidad del diseño, ¿qué es posible hacer con él que no hayamos hecho todavía? La tercera, la realidad del propósito, ¿cómo podemos llevar a cabo la utopía de hacer progresar el diseño para el progreso de la sociedad?
Con estas ideas, abordo la primera área: ¿Dónde estamos? Empiezo con un “psicoanálisis del diseño gráfico”; sigo con un “psicoanálisis de los diseñadores”; y finalmente, “una psicología de los creadores”: los rasgos característicos de los innovadores.
El área siguiente: ¿qué se puede hacer?, es el punto central del libro: el análisis detallado de las propiedades únicas y específicas del diseño gráfico, que lo hacen diferente de sus disciplinas hermanas (urbanismo, arquitectura, industrial, indumentaria, etc.). Se trata de redescubrir el ADN de la disciplina, sus capacidades, fortalezas y posibilidades no explotadas.
A partir de ese redescubrimiento del diseño y de las oportunidades que nos ofrece, desarrollo el área tercera: Manos a la obra. Ya podemos dejar en vía muerta la persuasión, el aparato mediático de masas, la propaganda, la publicidad consumista y el espectáculo anestesiante que nos invade. Y empecemos a construir, desde el diseño gráfico y la comunicación visual, la sociedad del conocimiento, de la igualdad, la ciencia, la cultura, la educación y los derechos humanos.
La pandemia nos ha dado la gran lección. Sólo lo esencial importa: la salud, la vida y la vida en común. El diseño tiene que ver con todo esto.
En la parte final del libro propongo algunas perspectivas posibles y expongo algunos campos de actividad para el nuevo lenguaje de la información visual donde ya se están logrando avances importantes.
A los que gustan de la epistemología, les digo que mi enfoque es estructuralista (concuerda con la Gestalt) porque quiero explorar el todo y las partes, así como las relaciones entre ellas. Y al mismo tiempo, es fenomenológica (incluye la sociología) porque me interesa lo que ocurre en la mente de los diseñadores, y lo que hacen las personas y la sociedad con los productos de diseño gráfico.
¡Buena lectura!