Chicas y chicos, atentos. Porque en nuestra sociedad del espectáculo, el consumismo ciego y el “me gusta” y fin, filosofar no tiene mucha cabida. Las prisas y los emoticones son enemigos de la calma y la reflexión serena. Y sin embargo, ello es imprescindible y urgente cuando, como hoy, tenemos problemas fundamentales que afectan a la salud mental de muchos conciudadanos, sobre todo de los más jóvenes.
Entre las filosofías clásicas procedentes de la antigua Grecia y las más próximas a nosotros elijo dos propuestas bien diferentes que me parecen especialmente estimulantes para compartirlas. Son la “Filosofía del Como Si” y la “filosofía del no”, que posiblemente no conocías.
La Filosofía del Como Si
Esta doctrina se contiene en las palabras “como si”. Sobre ellas, el alemán Hans Vaihinger construyó en 1911 un sistema de pensamiento que ha tenido su tiempo de influencia, y sigue vigente: la Filosofía del Como Si.
Explicada brevemente, la propuesta es así: el hombre no puede elegir, debe vivir de “ficciones”. Debe hacer como si el mundo de sus sentidos representase la realidad última. Como si su voluntad fuera libre y le hiciera responsable de sus actos. Como si hubiera un Dios para recompensar la virtud, etc.
Del mismo modo, el individuo debe vivir como si no estuviera condenado a muerte. Y la humanidad debe preparar su porvenir como si no tuviera sus días contados. Vaihinger asegura que “es únicamente gracias a estas ficciones que la mente humana ha sido capaz de construir un universo habitable y darle un sentido”.
(Pausa y tiempo para reflexionar, ¿qué te sugiere?).
La filosofía del no
Esta doctrina creada por el francés Gaston Bachelard en 1940, es una filosofía del “nuevo espíritu científico” o de la creatividad racional. Para Bachelard, la ciencia moderna parte del pensamiento para llegar a lo real, y no a la inversa. Y propone entonces un racionalismo aplicado, que no es el racionalismo tradicional, sino que concuerda con el racionalismo científico de Mario Bunge (2006). Bachelard retoma las enseñanzas que provienen de la realidad para traducirlas en programas de realización de las nociones. El fenómeno, así ordenado por el pensamiento es más rico que el fenómeno natural.
El pensamiento es “una evolución del espíritu”. Puede definirse la filosofía del conocimiento científico como una filosofía abierta, como la conciencia que busca en la realidad aquello que contradice conocimientos anteriores. “Es necesario, ante todo, tomar conciencia de que una experiencia nueva dice no a la experiencia anterior” (Bachelard).
Pero la “filosofía del no”, no es negacionista (ahora que este término está de moda). Este no nunca es definitivo para una mente que sabe dialectizar sus principios, construir en sí mismo nuevas evidencias, y enriquecer su corpus de explicaciones sin privilegiar un corpus de explicación natural pretendidamente apto para explicarlo todo.
En esa dialéctica, los opuestos no se destruyen, sino que se complementan en una apertura a lo nuevo. En efecto, crear es crear “a la contra”.
(Otra pausa para digerir y reflexionar sobre ese “no” que no tiene nada de negativo).
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