Descubrí sin darme cuenta un estilo de ropa que me atrajo por su aspecto natural y amigable. Tenía la etiqueta con la marca “Patagonia”, que desconocía por completo. Pero que todavía uso aquella ropa algunos días de invierno.
El encuentro casual con Patagonia fue en Chile. No sé en qué año exactamente, pero hablo de unos 30 años, cuando viajaba con una cierta frecuencia a Santiago. La Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación, UNIACC, con su campus en Providencia, me había nombrado Director Internacional de la Carrera de Diseño.
En mis estancias, vivía en un apartamento en una zona muy tranquila. Cuando al atardecer terminaba mis clases, aprovechaba para dar un paseo bien agradable y gratificante. Una tienda no muy grande me llamaba la atención y siempre me detenía en ella. Allí había de todo, en especial artesanías y unas camisas naturales y acogedoras. Así conocí su nombre: Patagonia.
Hoy, Patagonia es noticia en la prensa: “Patagonia destinará los beneficios a luchar contra la crisis climática”.
Ahora conozco a mis viejos amigos. La marca fabrica desde 1979 ropa para aventureros; sus pantalones, chalecos y chaquetas están diseñados para ríos y montañas, pero es más común verlos en las calles de Nueva York, Chicago y Los Ángeles. Su fundador Yvon Chouinard, de 83 años y de origen franco canadiense, un escalador en roca convertido en multimillonario, traspasará su empresa, con un valor de 3.000 millones de dólares, a un fideicomiso que utilizará las ganancias a la lucha contra el cambio climático.
Chouinard se convirtió en millonario de forma inesperada “Yo nunca quise ser un hombre de negocios”, asegura. Comenzó siendo un artesano que fabricaba equipo para sus amigos y después pasó a hacer vestimenta.
“En lugar de extraer valor de la naturaleza y transformarlo en ganancias para nuestros inversores, usaremos la riqueza que Patagonia crea para proteger la fuente de todo bienestar”, ha escrito Chouinard en una carta pública. El anuncio ha sido firmemente aplaudido por novedoso entre los
sectores filantrópicos de Estados Unidos en un momento en que las grandes fortunas son sujetas a debate.
Con el tiempo -concluye la noticia-, la marca se fue convirtiendo en parte de la identidad de los aficionados a la vida en exteriores preocupados por el deterioro del medio ambiente.
Yo, que soy un apasionado por desentrañar las relaciones ocultas entre las cosas, siento esta emoción que nos une a los objetos que tienen alma.
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