Conexión, conjunción1
Quizá deberíamos de reflexionar el futuro del diseño desde su capacidad anticipatoria y de proyección, e ir constituyendo la cotidianidad. El espacio de relación o de vida hacia un devenir material más real en el futuro. Pero hoy en el diseño, el proyecto se sitúa en el límite, más bien en una encrucijada. Su acción se sitúa entre dos vías donde cada una de ellas nos encamina a distintos lugares.
La primera vía constituida desde un sistema tecnológico, visionario, neoliberal, capitalista, tendente hacia una transhumanidad, conectiva, alvear (caja de colmena), alentando su tesis y actitudes actuales hacia situaciones distópicas.
La segunda vía basada en lo conjuntivo, en cuanto a la experiencia real con lo humano, con los demás y su medio sin prescindir de su propia evolución: una tecnología aplicada, respetuosa, blanda, manejable, indagando en un todo sostenible desde la biosfera, o mejor dicho, en conjunción hacia un equilibrio entre la tecnosfera y antroposfera. Será en este punto donde las acciones del diseño/proyecto se materializarán dando respuesta a necesidades reales, en escenarios sociales, estructuralmente autogestionados.
Si el diseñador de producto/industrial trabajara en estos dos escenarios, básicamente diversos, nos podrían sugerir muchas más preguntas, pero en este artículo lanzo tres:
¿Habría una intencionalidad inhibidora de lo humano (o el diseñador) considerado sólo estructural en un sistema integral, conectivo, en el contexto de la computación?
¿El diseño en este mismo sistema conectivo, sería coordinador, iniciador de propuestas?
¿Enfatizando la reflexión, en procesos compartidos, soluciones más cercanas, tomadas las decisiones acordadas en ultimidad a las necesidades reales de las personas?
En el contexto conectivo, las tecnologías invasivas o la inteligencia artificial en la industria, anularían de forma inquietante la latencia*, la incertidumbre, o la “indeterminación” sustancial en las acciones del proyecto desde las indagaciones, “búsquedas” acordadas en espacios irreconocibles.
La esperanza, es que la incertidumbre cambiaría por una certeza investida de un fin ya determinado: el resultado sería “el no proyecto” y lo que esto implicaría al diseñador o lo que fuere: humano o —desgraciadamente— ¿máquina-bot-diseñador?, por lo que el proyecto se transformaría en un acto burocrático, funcionarial en un paisaje camuflado, virtualizado desde imágenes aparentes.
Se podría vislumbrar la poca conciencia o el despiste crítico de la situación del Diseño con la siguiente metáfora, comparando a la profesión con “una nave que surca la mar en el cabo de Hornos, con vendaval, corrientes. Los marineros —“locos inconscientes”— juegan a la gallinita ciega, solo les anima navegar sin rumbo, pero finalmente encallarán en una costa de “arrecifes oscuros”. El Capitán Drake repartirá el botín entre los ‘suyos’, mientras vigilante busca en el horizonte otra nave de locos»
Creo que debiéramos pensar en el futuro del diseño desde su capacidad de proyección, e ir constituyendo en su cotidianidad un espacio de relación o de vida, hacia un devenir material más real, más comprometido con los problemas.
Hoy en el proyecto y desarrollo del producto va desapareciendo el fenómeno de suspense, de incertidumbre, por lo que más bien aparece un determinismo, anticipativo a toda acción. Un narcisismo empresarial al límite de la obsesión por conseguir las cosas sin equivocaciones (los equívocos son causas que han provocado hitos creativos en el diseño). De hecho cree que puede conseguir las cosas con una exactitud rayana a la idealidad. Las etapas del proyecto, sus procesos, se están desvinculando de la esfera de lo “real”. Una tecnología ideologizada adquiere para con los procesos un tempus intencionado y determinado, propio de una opción racional, estricta, investida con el máximo esmero, cordialidad o servicio. Su paso lo marca un ritmo en donde no habrá lapso, ni podrá ir más allá de lo que indica la neblina algorítmica. El diseño, el proyecto, hoy ya no se desarrolla desde el concepto o metáfora como el camino (o caminos) que se hace al andar, no estamos en un proceso que evoluciona de forma constituyente desde una dialéctica causal o casual, en donde se construye una arquitectura del espacio recursivo tecno-vital.
Lo que nos interesa es que esta cadencia anticipativa mediante la I.A. afecte hoy o en un futuro a la “actualidad” del proyectar, no solo particularizado en el diseño o la industria, sino también a la relación universal y, particularmente, al ser humano desde una tecnosfera ideologizada.
Parafraseando a Erik Sadin2: “los sistemas, machine learning, aprendizaje para máquinas de auto emprendimiento, asimilan gracias a algoritmos las diversas operaciones y acciones que aparecen en su trascurso o evolución, modificándose según las experiencias vividas, extrayendo enseñanzas y perfeccionando todo el tiempo sus competencias”.
El Diseño hoy danza sobre una trama racional, en donde le marcan mediante trazas y ritmos un canne algorítmico. Oskar Schlemmer, en el ballet tríadico, anticipaba, “inconscientemente”, de forma sibilina el final. O, quizás, el resurgimiento de una nueva época para el diseño.
1-“Bifo” Berardi, Franco “fenomenología del fin: sensibilidad y nutación conectiva” pág. 15 ed. Caja Negra.
2- Sadin Éric “La inteligencia Artificial o el desafío del siglo: anatomía de un antihumanismo radical”