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La columna de Chema Aznar: Herederos de Prometeo

La columna de Chema Aznar

La columna de Chema Aznar

Richard Sennett cita en su libro “El artesano” la obra “La banalidad del mal”, escrita por Hannah Arendt. En la introducción describe  el mito de Pandora, diosa de la mitología griega que se manifestaba como la deidad que simbolizaba lo nuevo, la invención, pero también  la propagadora de  males, penas… Esta circunstancia se materializaría  según Arendt en la incapacidad o la dificultad humana para relacionarse con la técnica. Esta afirmación la describiría Gunter Anders con la frase dicha por Robert Oppheimer, director del proyecto Manhattan, con la que se tranquilizaba mientras proyectaba con su equipo la bomba atómica: “Cuando ves algo técnicamente atractivo, sigues adelante y lo haces; sólo una vez logrado el éxito técnico te pones a pensar qué hacer con ello. Eso es lo que ocurrió con la bomba atómica”. Parafraseando a Arendt, Sennett dice: Durante  los procesos de ideación y desarrollo  van apareciendo atractivas  ideas, soluciones. 

A veces las consecuencias de ciertas soluciones o ideas se obvian, porque nos seduce lo “maravilloso”, temiendo que si aceptamos la realidad, esto invalide ese “estado de gracia”. Creyendo en “la buena idea”, asumimos que abrir la caja de Pandora es un acto neutral. 

Nicholas Carr, en su libro “Atrapados”, citando a Norbert Wiener, habla de “aquellos que tienen afición a lo mecánico, que las ruedas sigan girando, sin ningún fin”.

Parafraseando a N. Wiener,  atrapados en  el deseo del gadgeteo digital, en la práctica y teoría del proyecto del diseño industrial, se configura una forma de hacer en que los resultados propuestos son traspasados de virtualidad, trascendida la materialidad por una realidad ampliada, hibrida o real. Apareciendo una cotidianeidad desconocida, cambiante, cúmulo de una irrealidad insistente. La banalización se hace siniestra en lo cotidiano. Simon May dice “lo tierno, inofensivo, inocente ramplonamente encantador… se vuelve siniestro, como también algo que se sitúa entre… lo humano y lo no humano”.  Este fenómeno  lo ilustra, acertadamente,  en la serie televisiva, Black Mirror. 

Desde Imágenes “encantantes”,  el diseñador traduce en superficies el futuro producto, atento a las implicaciones interactivas para con el usuario, desde prescripciones de mercado o  estrategias de marketing dirigidas a cumplir con los objetivos, en ocasiones, “excluyentes”. Se inviste de imágenes de moralidad, lo cool, de repúblicas independientes, u otro imaginario publicitario preferentemente cuqui, endulzados por melodías silbadas, acompañadas por un banjo. 

En la obra, “Esferas” de  Peter Sloterdijk, desde sus “esferas de convivencia” los humanos durante su Historia han articulado un deseo de comodidad biológica, utópica del útero de la madre, intentando crearlo conscientemente a través de la ciencia o la religión.

Esta esfera, consciente, no es ya realizada por el humano, no es reconocida en la cotidianidad. Una sensación de extrañeza  aparece en nuestra “esfera de convivencia”, ya no es una meta, una utopía, hasta que –incluso- surge lo siniestro. Se acerca a la distopía.  

El sociólogo estadounidense Benjamín Bratton, teórico cuyo trabajo abarca la filosofía, la arquitectura, el diseño y las ciencias de la computación, nos propone una macro-esfera en su obra The Stack  (la pila). Piensa en principio que, la convivencia tecnológica es un hecho, es un contexto articulado, un espacio en donde no existen “entidades separadas”. “El mundo técnico es lo que es”, implica que todo está en capas, conectado, integrado en una infraestructura digital más grande. Un espacio interconectado entre lo sólido y digital. A esta propuesta diseñada por Bratton, sería interesante incorporar lo que le pediría el pensador francés Bernard Stiegler: le propone explícitamente “diseños alternativos”, esto es, “la búsqueda en idear meta-conceptos que algún día puedan usarse para construir una infraestructura segura, descentralizada y federada, (autónoma) capaz de contrarrestar tendencias entrópicas”.   

Pero aún el diseñador, ante este futuro incierto, puede activar desde su “recamara”, atención a los acontecimientos: “desafíos que se reducen o si se quiere se banalizan en las pantallas”, que “fracasan en ser traducidos a la vida real o la vida cotidiana”. Traducidos, limitadamente, para producir efectos, acontecimientos -o mejor dicho micro- acontecimientos- no luminosos,  solo chispeantes, chatos, pero que son eficientes en el consumo. Como dice en su libro  Geert Lovink “Tristes por diseño”,  podemos considerar al Diseño como una “patología”, digamos activo en el sistema, de la que “tendríamos que entender su funcionamiento interno, a través de los vectores de la distracción y la tristeza”. 

Ser conscientes, en el aquí y ahora, podría restituir el sentido que aún perdura en el diseño y definirse en lo esencial. La experiencia viva y reflexiva para con el mundo, esto es, la capacidad de decisión y acción en la resolución de problemas, el talante despierto, creativo, crítico en las dificultades o beneficios surgidos, que surgirán debido a contingencias potenciales de las tecnologías, las trasformaciones económico-política-sociales o medioambientales. Atentos a las querencias de las organizaciones de base social emprendedora, construyendo, o mejor dicho, restituyendo desde una intencionalidad “insurrecta”, desde un Diseño Critico, en una realidad compleja.

“Necesitamos modelos artísticos contrarios a los modelos de startup de insurgencia no terrorista, prototipos del siglo XXI de la conspiración abierta”.

Muchos interrogantes les sobrevienen a los actuales herederos de Prometeo. Donde parece que la tecnología no ha resuelto su identidad, referidos como “sujetos” a un sistema, en el que  se preguntan sobre las siguientes incógnitas: ¿qué nos plantean las nuevas tecnologías? o viejas preguntas como ¿quién soy?, referidas a su situación, a lo que usa o  instrumentaliza, la convivencia del “intramundo digital”. Como proyectistas, desde nuestra situación precaria, ¿cuál sería o es nuestra relación? ¿qué decisión y cuál sería nuestra determinación ante esta transformación continua?, ¿la de ser un operador o a lo sumo experto en el manejo de software? O bien, ¿en aplicaciones en el manejo de programas generativos?

Sannett, Richard, El artesano. Ed Anagrama Barcelona 2008.
Anders, Gunter, La obsolescencia del hombre II vol.  Ed. Pretextos  1979.
Weiner, N., cita en Carr N. Atrapados: Cómo las maquinas se apoderan de nuestras vidas, ed. Taurus, Madrid, 2014.
Sloterdijk, Peter. Esferas. Ediciones Siruela 2017.
May Simon  El poder de lo cuqui .Ediciones Alpha Decay Barcelona 2019.
Lovink, Geert  Tristes por diseño. Las redes sociales como ideología, ed. Consonni, Bilbao, 2019.
Bratton, benjamín. Le  Stack, Lugar de edición: Grenoble   2019 Publicación en OpenEdition Books : 2020.
Véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Benjamin_H_Bratton
Aznar, Chema. Incidencia y reflexión: pensamientos en torno al diseño de producto.  (Valencia, España). Ed. Experimenta

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