Esta foto fue tomada en Lisboa hace ya algunos años: un barrio popular, unas casas adosadas y repetitivas, en las que cada vecino hacía lo que podía para diferenciar su vivienda de la siguiente. Poco más arriba vivía yo, en una casa compartida con muchos otros estudiantes. Justo enfrente, un señor ya mayor se estaba construyendo una pequeña casita con sus propias manos. Entonces me pareció algo anecdótico y pintoresco, ahora siento no haberme fijado más en el proceso, o haber hablado con él.
Hay mucha gente que hace su propia casa, pero pocos son arquitectos. El arquitecto europeo Ralph Erskine fue uno de ellos, y siendo aún joven construyó una casa, The Box, de la que toma el nombre este blog: una casa muy pequeña, en la que con muy poco resolvió hábilmente los requisitos más elementales que debe reunir una vivienda. Lo contrario de lo que uno podría esperar de la casa de un arquitecto.
El propósito de este post no es reivindicar un diseño o una arquitectura nostálgicos, ni una vuelta al pasado. Pero sí notificar (no soy la primera, desde luego) que en épocas como la que vivimos es normal encontrar un regreso a cierta austeridad y a la sencillez de lo artesano, y cuestionar qué es diseño y qué no lo es.
Amos Rapoport considera que "diseñar es identificar un problema y resolverlo". Según eso, todos somos diseñadores (también los vecinos que hicieron la salomónica y efectiva división de esta casa, eligiendo cada uno su ventana y el color de su fachada. Nada más simple, la calidad estética es otro asunto). Quizá por eso proliferan últimamente las publicaciones y exposiciones sobre diseños anónimos, ésos que todos usamos a diario sin saber quién los hizo: una de las primeras y más conocidas, Supernormal, celebrada hace ya unos años en UK comisariada por Jasper Morrison y Naoto Fukasawa (el propio Morrison tiene en la web de Vitra un catálogo de imágenes de objetos anónimos que le han llamado la atención).
También son muchos los estudios y diseñadores jóvenes que se fijan en el potencial de materiales y técnicas "tradicionales", consiguiendo así en su trabajo una identidad (de un lugar, de un modo de trabajar…) que va más allá de su propia firma. Y precisamente con esto volvemos a Portugal: es lo que hacen estudios como The home project, con la cerámica y el corcho, o Pedrita, también con cerámica o con azulejo. Y no son los únicos. Merece la pena ver sus webs. Y también mirar todo lo que nos rodea.