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Calambur

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Parece normal que, en los tiempos que recorremos, se haga apología de lo nuevo por encima de lo viejo y se busquen salidas a los problemas que nos acontecen hoy en día. La gente tiende a pensar que sabe lo que va mal en el mundo y por eso nos encontramos a nosotros mismos buscando soluciones. Es un proceso natural, algunos lo llaman progreso.

Sobran las palabras como “coworking”, “indispensable”, “startup”, “aprender haciendo”, “global”, “local”, “reto”. Muchas de ellas tan “nuevas” que se agolpan en nuestras cabezas los anglicismos, otras quedan tan atrás que hasta pueden llegar a pensarse y saborearse “nuevas”. Otras tantas se nos ofrecen como la fórmula o el método para cambiar las cosas y sacarnos de todos nuestros problemas. Aún cuando la realidad no se reduce fácilmente a fórmulas (1) muchos las compran o las venden o las pretenden probar.

No sé si serán eufemismos, o si tratan de contenidos siendo más que palabras, o de palabras más allá de los pensamientos.

Sobran las metáforas para las “nuevas” formas de “Diseño”.

Ese “Diseño” nunca ha estado lejos de las empresas; de hecho si lo suponemos industrial, ya se ha escrito e inscrito que está ligado a las mismas. Sobre sus posturas de diseño o no tan de él, mucho se ha dicho y en diferentes tonos. Pese a esto, son esas “nuevas” formas de ese viejo, venido a nuevo, “Diseño”, las que pretenden ofrecer a las empresas unas formas progresistas de negocio. Unas nuevas herramientas para extender su ya vieja represión.

Nuevas formas de esclavizar y tiranizar desde lo emocionante y atractivo de lo desconocido. Aprovechándose del deseo de generar, de la inexperiencia y la valentía para transformarlas en obligación y trabajo servil. Haciendo dinero de la ilusión de aquéllos que sueñan con las utopías y acaban, como siempre, siendo pasto de las doctrinas y en el peor de los casos defendiéndolas a ultranza.

Presentándose a sí mismos como “facilitadores”, aquellos que ponen las herramientas y la experiencia en los campos. Ayudando, generando “contigo”, se busca un sujeto participativo y complaciente de su propio trabajo. No ya siendo entendido como trabajo, sí siendo una forma camuflada de auto-agresión, acabando aquellos a los que “facilitan” haciéndose cargo de su propio proceso de sumisión, convirtiendo a los trabajadores en cómplices de su dominio. Pues ya no hay mentiras más allá de lo que uno quiera creer, no se puede engañar a aquel que cree en lo que dices

Solo busca transformarlos en diseñadores de ellos mismos para poder incluso prescindir de todo aparato externo de coacción y vigilancia. Siendo todas estas “novedades”, todas estas metodologías, otras formas de control sin sufrimiento de las mentes, dominación sin reservas del obrar y pensar del “innovador” confiado.

Pero siempre todo se trata de poder, como todo el mundo finalmente habrá acabado comprendiendo (2)

Son gente que nos habla de cambiar la sociedad pero no se sienten cómodos fuera de ella. Lo importante no es la veracidad de la mentira que cada cual se teje, si no la debilidad creciente de los hechos…

Sobran las metáforas.


 

(1) p. 31, Pelta, Raquel, Diseñar hoy: temas contemporáneos de diseño gráfico

(2) p. 277, Semprún, La escritura o la vida

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