No hay más culpables que nosotros mismos.
Vemos los problemas a nuestro alrededor, envolviéndonos, haciéndose más grandes, creciendo.
Tratamos de nombrarlos, tratamos de encerrarlos y acotarlos para solucionarlos. Buscamos culpables en todas partes, en los demás, creamos abstracciones. Defendemos una cultura que nunca ha salvado a nadie del hambre y de la preocupación de vivir mejor (1), con uñas y dientes; a toda costa y a todo costo.
No hay más que otra abstracción para culpar a los demás. Los mercados, el trabajo, el capital, el capitán, los bancos, las empresas, el comer, la familia, el dinero. Son palabras que creamos para significar un significante. Para atacar a la realidad. Aún así no vemos más que eso, interpretar la interpretación, interpretar a nuestro gran hermano en la función de nuestra responsabilidad.
Ya nunca es hora de mirarnos en el espejo y hacernos preguntas.
No hay más culpa que la que no queremos admitir.
Percibimos la infamia de lo que se hace, y seguimos adelante (2), nosotros creamos, trabajamos en el mundo del diseño y como resultado nos encontramos con que somos policía pasiva de esa esclavitud. Nos hablan de deber, de obligación, de compromiso y asentimos. Son las esposas que le atan a uno a los demás y atan a otros muchos a nuestro trabajo.
Mientras tanto los árboles no nos dejan ver el bosque. Hablamos precisamente de esas palabras, que ya no son una entelequia abstracta a la cual podemos recurrir como un hombre del saco o como una forma de salvación ante nuestros problemas. No es otra forma de huir de nuestros problemas y justificarnos.
Diseño pasa a ser una forma de interpretación personal, que bajo unas actitudes y prácticas ha acabado justificando precisamente a la propia abstracción. Que busca a un esclavo del pensamiento que promueve y que lo encuentra en nosotros mismos defendiéndolo.
No hay una mano invisible que regule los mercados, somos nosotros mismos los del otro lado del espejo que nos mira cada día. Son nuestras actitudes y lo que nosotros promovemos con éstas. El problema viene cuando ya no se trata de servir, si no de crear un clima que empuje a los demás a servir. El hecho que toda acción tenga reacciones en el mundo. Ya no vale con decir, las cosas son así, usted ha de acostumbrarse a la vida y ha de aprender a reír (3). Tiene que haber responsabilidad.
El diseñador es la figura que a través de su papel en el mundo del consumo, crea y mantiene la conexión simbólica entre las estructuras de poder y nuestra experiencia de la realidad (4). Con nuestro trabajo se aprovecha, se borra la diferencia y se la convierte en diversidad. Dificultando la resistencia, dificultando unas actitudes que puedan ir en contra de nosotros mismos.
Ya nunca buscamos la mirada que te devuelve el espejo y te es familiar…
Lo que escribo aquí no es pesimismo, es optimismo triste.
No es rebeldía, es ansia de libertad.
Se han acabado las excusas.
Seamos responsables.
(1) p. 20, El irresponsable, Pedro García Olivo
(2) Peter Sloterdijk
(3) Herman Hesse
(4) Andrew Howard