Palabras silenciosas, palabras de nadie.
Uno las escribe en primera persona,
Desde la distancia,
Uno intenta responsabilizarse…
Uno que piensa en palabras que si no se las dice a nadie, no son nada, ruidos o garabatos.
¿Pero, qué pasa cuando uno diseña?
¿Qué pasa con nuestros diseños y sus discursos?
Somos públicos; nuestros discursos, nuestros trabajos llegan más lejos de lo que uno puede pensar. Más allá de las fronteras que uno pueda trazar y a muchas más personas de las que podemos imaginar. Más lejos de lo que uno puede soñar cuando empieza a trabajar en todo esto.
No somos privados, diseñamos para la gente no para nosotros.
Escribimos desde un lugar, no podemos olvidarlo, no somos ajenos a nada ni vivimos aislados en una burbuja. Éste es un lugar que muchas veces nos resulta difícil abandonar.
Desde la mayor o menor riqueza de nuestros despachos, desde nuestras casa, nuestros coches, nuestros ordenadores. Espacios que nos son comunes, que nos son familiares… Lugar donde nos hemos visto anclados por la casualidad.
Entonces para llegar a los demás abocamos a una palabra en boca de todos, llamamos a la “empatía”.
Nos nombramos estandartes de los demás por nuestras capacidades “Empáticas”, el poder de vestir la piel de los demás, por nuestro poder para hablar por los demás porque somos capaces de observar lo que los demás no. Un discurso que se escribe desde fuera pero nos atrevemos a decir que lo planteamos desde dentro.
Empático quizás, pero piramidal también.
Porque, pese a todo, no dejamos de ser nosotros, o eso pretendemos afirmar, los únicos que podemos escribir esos discursos. Pretendemos resaltar unas cosas que solo las convertimos en verdaderas a fuerza de diseñar, a fuerza de pretender sacarle un sentido que solo nosotros vemos. Insistimos hasta que la duda se transforma en certeza, la certeza en producto y el producto en consumo.
¿Cuáles son nuestras pretensiones?
¿Cuántas veces alguien realiza un producto para la integración de los sin techo, para los diabéticos, para el desarrollo de los niños autistas, para mejorar la creatividad?
¿Cuántos de nosotros somos sin techo, somos diabéticos, somos creativos?
¿Cuántos proyectos con buena intención?
¿Cuántas víctimas sin culpa tenemos por nuestra pretensión, por la justificada validez de nuestro discurso?
El diseñador la mejor persona.
Una persona capaz de ponerse en el lugar del otro sin ser el otro, capaz de dar voz al que no la tiene. Capaz de hacer hablar al mudo en todos los lenguajes que existen. Capaz de inventar muchos nuevos.
Una persona tan sorda que es incapaz de escuchar.
Quizás deberíamos dejar de pretender dar voz a los demás y empezar a escuchar.
Diseñar para nadie.
Ser nadie, en lugar de intentar ser todos los demás.