El pasado viernes 11 de febrero tuvo lugar en Sevilla la entrega de premios de Sesienta, un concurso de mobiliario organizado por el Consorcio Español del Mueble Tapizado junto con otros colaboradores; un tipo de convocatoria que no suele darse desde la comunidad andaluza, motivo quizás de un futuro artículo.
Con ocasión de esta iniciativa Ramón Esteve (en la imagen), y los sevillanos Santiago Miranda y Ernesto de Ceano, entre otros ponentes, participaron en una mesa redonda que sacó a relucir los cambios que para el diseñador va a suponer la crisis económica en lo que a filosofía de trabajo se refiere. Miranda lo tradujo como "Diseño Transicional".
La profesión del diseñador industrial es una profesión con responsabilidad social, económica y medioambiental. La sociedad a la que damos servicio se ha dado cuenta de lo absurdo del consumir sin freno, del usar y tirar, y la industria además tampoco puede seguir el ritmo: "La crisis y la situación de máximo desperdicio, nos da material de trabajo para usar y reutilizar" dijo Miranda, y continuaba afirmado sobre la profesión del diseñador que "debemos dejar de ser el diseñador cirujano plástico y pasar a ser neurocirujanos (…) El diseño no es entelequia, no es arte, es un servicio".
Es necesario el cambio en la concepción de los proyectos, que deben buscar la gestión pequeñas inversiones y hacer evolucionar modestas empresas. Instaurar una economía glocal con consumidores y producción local; concepto que incluye, en sí mismo, una mayor conciencia en el uso del medio y una actitud de servicio por parte del diseñador. Y no estoy hablando de artesanía.
Claro está, no podemos dejar atrás los avances tecnológicos que pueden llevarnos incluso a la fabricación individual y personalizada, me refiero con ello a los diversos métodos de impresión 3D y la posibilidad de convertirlos en otro gadget casero más que comparta espacio con el microondas y el iPad y que permita al usuario fabricar sus propios productos. ¿Se hace entonces necesaria la figura del diseñador?
Quien dude de la respuesta, pienso que ignora la complejidad del proceso de creación de la mayoría de los productos que le rodean. El diseñador industrial se debe por definición a la industrialización, hito histórico y proceso, con el que creció la profesión y que hizo que éste aspirara a concebir objetos para la producción industrial y la sociedad.
Época de transición la que nos toca. Recuperemos, más si cabe, la dimensión ética del diseño, donde se relacionan sin conflicto la tecnología, la economía y la sociedad, lejos de la perversión del sistema. Seamos el diseñador humilde.
Aprovecho para rescatar el primer video de un total de tres de la intervención de Santiago Miranda con motivo del 20 aniversario de la Asociación Andaluza de Diseñadores. Un video del 2009 con un discurso bastante atemporal sobre nuestra profesión que os invito a ver.