Nuestro planeta está cada vez más contaminado, más superpoblado, y es más frágil.
Hace unos años la palabra “sostenibilidad” empezó a hacerse un hueco en nuestro vocabulario. Se empezó a hablar de “desarrollo sostenible”, como si fuese una alternativa, como si pudiera haber un desarrollo insostenible. Estábamos creciendo de forma insostenible, basándonos en combustibles fósiles –el propio nombre lo dice todo– y maltratando tanto a la naturaleza que ya nadie se extraña al oír que las guerras del futuro serán por el agua.
No sorprende, pues, que la sociedad esté reaccionando, a través de un cambio de valores, para adaptarse a unos retos a los que hasta hace muy poco no pensábamos que tendríamos que hacer frente; en particular, el agotamiento de los combustibles fósiles y el cambio climático. La sostenibilidad ya no es un adjetivo con el que añadir empaque a un producto: se ha convertido en una necesidad, una exigencia de estos nuevos tiempos.
LA AUTOMOCIÓN, CLAVE PARA UN FUTURO SOSTENIBLE
Hay que reconocer que la automoción no ha estado precisamente a la vanguardia de este cambio de actitud de la sociedad, a pesar de que desempeña un papel fundamental en este nuevo modo de entender el desarrollo. A pesar de que este año hemos contado con un pequeño pabellón dedicado a la sostenibilidad, mi gran sorpresa del Salón del Automóvil de Ginebra, es ver que gran parte de los fabricantes de automoción no dan todavía la importancia que se merece a los sistemas de transporte con propulsión alternativa. Parece que algunas marcas se han olvidado por completo de un futuro sostenible. Es verdad, que los motores cada vez son más eficientes, consumen menos y emiten menos CO2, pero esto no es suficiente.
Por otra parte, el futuro de nuestra especie está en las ciudades. Nos guste o no, los demógrafos coinciden en que cada vez más población vivirá en zonas urbanas, y en ciudades que serán cada vez más grandes. Y para que una ciudad funcione es esencial que sus habitantes puedan desplazarse por ella de forma rápida, asequible y limpia.
DESAFÍOS DE UN FUTURO URBANO
Afortunadamente, las autoridades están comenzando a darse cuenta de la magnitud de este desafío, y por todo el mundo proliferan las políticas de apoyo a medios de transporte menos agresivos para el entorno. Se construyen kilómetros de carril-bici, se amplían las redes de transporte público… En algunos casos, se intenta disuadir a los conductores: imponiendo tasas, como en Londres, o restringiendo los permisos de circulación, como en China, donde una matrícula puede costar más que el propio coche. Pero la experiencia demuestra que estas políticas de coacción apenas funcionan si no se ofrece una alternativa. Recientemente, en una de las principales ciudades de China, hubo un atasco tan monumental, que las autoridades tardaron casi 48 horas, sí ¡48 horas! en restablecer el tráfico. Por lo que de qué vale vender más coches en China si alguna de estas ciudades no tiene capacidad para absorber más vehículos.
La industria del transporte, aunque tarde, también ha acabado por escuchar este mensaje. Los grandes fabricantes han empezado a cambiar sus discursos, apostando por nuevos sistemas de movilidad en un mundo más sostenible: menor consumo, menores emisiones de gases tóxicos, sistemas de propulsión híbridos o eléctricos… Pero no podemos quedarnos sólo en los aspectos mecánicos, simplemente montando un motor eléctrico en la carrocería de un vehículo convencional.
La innovación, la creatividad, es el motor de la humanidad. Las nuevas exigencias a las que debemos hacer frente son también una gran oportunidad para descubrir nuevas formas de entender el transporte, y superar los límites que hasta ahora imponían las exigencias técnicas de los motores de combustión interna.
Esperamos pronto poder ver nuevas propuestas innovadoras por parte de todos los fabricantes de automóviles.
Jaime Moreno, CEO, Mormedi
www.mormedi.com