Me ha venido ahora a la cabeza una conversación reciente que mantuve con un gran amigo mío (*que descubrió la existencia real del diseño industrial hace poco tiempo) y en la que me trasladaba una pregunta tan interesante como profunda que posteriormente despertó en mi muchas reflexiones, cosa que le agradezco enormemente.
La pregunta en cuestión era la siguiente:
–¿Crees que los usuarios captan todas las cuestiones que incorporáis a los objetos?. Y si no es así ¿Porqué las incorporáis?
Se entiende que hablaba más allá de lo evidente como la función y su modo de uso. Se refería más bien, así lo entendí yo, a aspectos culturales y comunicativos.
Recuerdo que íbamos paseando tranquilamente. Habíamos salido de comprar varias cosas en Vinçon e íbamos bajando por el Paseo de Gracia de Barcelona con nuestras parejas unos menos más atrás hablando también de sus cosas… Respiré profundamente, y al no desear contestarle con un simple SI o un NO, lo más prudente que se me ocurrió decirle en aquel momento es que los usuarios solo podrán descubrir esas cuestiones si están planteadas y plasmadas en los objetos. Esto no quiere decir que cuando un usuario adquiere un producto la comunicación aflora mágicamente trasladándole todos aquellos aspectos implícitos en el diseño pero solo si están, es lógico, que algún día podrán hacerse legibles para él. Es un poco como los idiomas, que a base de leerlos uno a la fin aprende el significado de ciertas palabras logrando dar sentido más general al texto.
Y es que los diseñadores, por lo menos aquellos que nos enfrentamos a todo tipo de productos destinados a todo tipo de público, somos conscientes de que no todos los usuarios tienen ni una capacidad, ni un perfil, lo suficientemente definido como para captar de forma racional y clara (inconscientemente creo que siempre se procesan) ciertos aspectos incorporados a los productos durante su proceso de diseño, aspectos que a la fin se reconocerán seguramente como los motivadores del éxito del producto más allá de las soluciones básicas de uso y función.
Para entendernos pondré un ejemplo práctico que ilustra a la perfección lo que quiero decir. La conocidísima silla Barcelona de Mies Van der Rhoe está inspirada en la silla romana de campaña destinada principalmente a los emperadores cuando se trasladaban, así que en cierto modo eran sillas para los “reyes”. Este tipo de asientos se caracterizaba principalmente por la forma de cruceta que forman las patas convirtiéndose en su rasgo más evidente.
A partir de este gesto Mies Van der Rhoe, más allá de crear un sillón cómodo y ergonómico, logra articular su propuesta de diseño de tal manera que hace de su silla realmente un trono, adquiriendo además el colofón final cuando se sentó en ella Alfonso XIII con motivo de la Exposición Universal de Barcelona convirtiéndose a la fin, y materialmente, en lo que siempre fue a nivel conceptual; un trono.
Aunque muchos no hubiéramos sabido esta cuestión siempre ha estado implícita en el objeto. Muchos desde siempre la han sabido y el diseño ha estado para ellos cerrado y han utilizado estos mensajes para comunicar ciertos aspectos de su personalidad incorporando el objeto a su contexto. Algunos la habrán descubierto posteriormente de conocer la silla y seguro que el objeto habrá cambiado para siempre. Y otros muchos no conocen esta cuestión pero seguro, que aun no sabiendo porqué, la silla les gusta de forma especial.
La cuestión es que los diseñadores industriales debemos incorporar siempre esos códigos porque formarán parte del éxito del producto, aunque no sean evidentes y/o de-codificables de entrada, o para muchos, porque nos permiten gestionar la estética y eso siempre es perceptible, aunque no siempre explicable.
Creo además que la comunicación es una de las razones de ser del proceso de diseño y que a los usuarios (todos) les debemos el máximo respecto por lo que aun tiene más peso incorporar a todos los productos, sean para el target que sean y de la tipología que sean, este tipo de imputs más allá de las cuestiones puramente formales, funcionales o de uso.
Se que todo esto es muy obvio pero creo que de tanto en tanto va bien reiterarlo…
* Al respecto del detalle explícito sobre el descubrimiento reciente del diseño industrial por parte de mi amigo, debo decir a su favor que en realidad para muchos, el diseño y los diseñadores, más allá del "star system" no existe, aunque diseñamos también para ellos, como es obvio.
Mi amigo empezó a trabajar hace unos pocos años en una importante empresa de iluminación y allí tuvo oportunidad de descubrir que existe una disciplina y todo un mundo dedicado a definir como deben ser los objetos y lo importante que es todo este proceso para las políticas económicas de las empresas, las sociedades y obviamente para el entorno artificial del ser humano y "la alimentación de su alma”. A partir de ese momento empezó a ver más cosas, de las puramente evidentes, en los objetos que nos rodean. Hoy cuida mucho su contexto más íntimo y seguramente por esa razón nuestros diálogos sobre diseño son tan interesantes y sus preguntas muchas veces tan difíciles de contestar.
Estos pequeños secretos y el descubrirlos poco a poco son los causantes del éxtasis mantenido que siento por algunas piezas.
Si claro… descubrir de pronto un objeto nuevo que te dice muchas más cosas de las que creías y ves entonces totalmente justificada cada parte, cada curva, cada elemento es realmente un momento mágico porque se establece una comunicación profunda entre el usuario y el objeto.
Te entiendo