No me mal-interpretéis que la frase no es mía. El título del post es una afirmación de un profesor que tuve y que utilizó para dar por acabada una clase de metodología.
Puesto que es una frase que ha acabado siendo bastante importante para mí como profesional y que me ha permitido comprender un poco mejor como se articulan los tiempos en el proceso de diseño industrial hoy, si me lo permitís, os contaré una anécdota.
Fuera de contexto es realmente una afirmación muy rotunda que además deja poco espacio a la especulación. Incluso puede parecer dura -y así lo fue en su momento- si la situamos en el seno de una clase llena de estudiantes recién llegados al mundo del diseño y aún con muy pocos esquemas sólidos sobre él.
Recuerdo muy bien esa tarde concreta. Estábamos en clase de metodología y el profesor, del que debo decir que aprendí muchísimo, seguramente mucho más de lo que él se podrá imaginar jamás, nos dijo para acabar:
– En un viaje en tren, viniendo hacía Barcelona junto con algunos alumnos, uno de ellos abocetó en una libreta en tan solo unos minutos una lámpara. Hoy día esa lámpara se vende en Vinçon (es uno de los templos obligados del diseño cuando eres estudiante así que la historia adquiere mayor dimensión si cabe).
– Así que si no sabes diseñar una lámpara en 5 minutos es que no sabes diseñar.
Y concluyó así la clase saliendo por la puerta despidiéndose con toda naturalidad.
Y así nos dejó. Clavados en nuestros asientos. Puestos en contexto y teniendo en cuenta, como estudiantes que éramos, lo que nos habíamos empapado de teoría, metodología, técnicas de representación, geometría, dibujo… podemos entender que ese final de clase nos cayó a todos como un jarro de agua fría. Los años que nos quedaban por delante como estudiantes se nos antojaban ahora demasiado largos para aprender aparentemente tan poco.
La mayoría en ese momento no entendimos la afirmación y discutimos muy poco el tema entre los compañeros. Imagino que porque cuestionar ese pensamiento, salido de la boca de un profesor al que “adorábamos” la mayoría, era dudar de nuestra propia capacidad y eso era muy frustrante porque todos los compañeros coincidíamos -y quedaba sobradamente demostrado en cada nueva clase de proyectos- en lo que nos costaba a todos realizar un buen proyecto de diseño industrial.
Con el tiempo y a través del desarrollo de mi profesión como diseñador industrial esta frase siempre me ha ido acompañando. Me ha permitido reflexionar desde otras ópticas y puntos de vista. Siempre supe que era una parábola y que ocultaba un mensaje. Al fin y al cabo venía de un excelente profesor y estábamos en clase de metodología. No podía ser todo tan simple.
Personalmente siempre he intentado seguir un riguroso método de diseño y no negaré que el acto de diseñar me supone un considerable esfuerzo así que no entendí hasta poco tiempo después realmente el significado de esa frase.
Colocando las piezas que seguramente faltan en el puzzle podemos entrever lo que mi profesor deseaba trasladarnos. Recuperados del impacto inicial estaba muy claro que esa afirmación estaba excesivamente descontextualizada y que no se derivaba el proceso previo que había realizado, con casi toda seguridad, ese alumno aparentemente tan brillante. Ni se nos explicaba tampoco el posterior trabajo de desarrollo a partir de aquel primer boceto. Tan sólo se nos hablaba de la generación, presumiblemente espontánea, de una idea que motivó un producto de éxito.
Ese día nuestro profesor nos habló de los tiempos que se dan en diseño industrial y de lo importante que es llevar a cabo un buen método de diseño así como madurar muy bien las ideas a partir de información previa, análisis y síntesis para ser lo más efectivos posible.
Pongamos atención en como gestionamos un proyecto y podremos distinguir tres grandes etapas. Una es aquella en la que recibimos el brief y recopilamos todo tipo de información para proceder con un análisis tanto general como particular. Otra gran etapa es aquella en la que maceramos y maduramos toda la información, normalmente con un concepto ya preseleccionado o posible y… ¡Zas!… ¡Aparece la idea!…
Y, ¿qué tardamos en cazarla? ¿uno, tres, cinco minutos…? No muchos más, ¿verdad? Y nos ponemos a dibujar casi de forma automática plasmando con bastante detalle, pero a grandes rasgos, lo que será el proyecto final. Aquel que seguramente enseñaremos al cliente porqué -y esto suele pasarnos a muchos- por más que abocetemos e intentemos trabajar para dar con nuevas propuestas la que tenderá a tener siempre más vigencia y solvencia, la más idónea, fresca y natural será normalmente la primera.
Así que en parte sí. Mi profesor tenía razón con aquella escueta afirmación. El proceso sintético en el que damos con la idea y que se oculta tras la afirmación que da título al post no dura en realidad más de 5 minutos si utilizamos una rigurosa metodología. Por si fuera poco las ideas son como un relámpago, como un flash cegador… Y si no las cazamos al instante desaparecen para siempre. Hoy, con años de experiencia, debo darle la razón a mi profesor y afirmar también que si no surgen estas ideas en unos pocos minutos es que no sabes diseñar o te has olvidado de algo.
Para acabar de ilustrar lo expuesto tan solo decir que esta semana pasada hemos cerrado en el estudio un importante proyecto de diseño industrial que iniciamos en noviembre pasado y que quedó cerrado muy rápidamente. Tan solo semanas después de recibir el encargo.
Aunque hemos tardado 5 meses más en poder desarrollarlo. Aquí está la última gran etapa de diseño que aun no se había citado. Para que el objeto entre en producción debe sumarse un tiempo más. Así que si hoy tuviera que ser yo el que diera la clase de metodología y no deseara darles quebraderos de cabeza a mis alumnos les diría:
– Si no sabes diseñar una lámpara en 5 minutos es que no sabes diseñar. Porqué para diseñar un objeto tan solo hacen falta 5 minutos… 5 minutos, 5 meses de desarrollo (en el mejor de los casos) y un periodo previo de análisis, para ser exactos.
Creo que prefiero la versión corta «Si no sabes diseñar una lámpara en 5 minutos es que no sabes diseñar» porque por lo que cuentas, ha resultado todo un reto, acompañado de su reflexión, descubrir qué quería decir tu profesor. ¿No te da esta conclusión una perspectiva amplia del camino recorrido? De otro modo, te lo darían masticado y ya no tendría el mismo valor. Me ha gustado mucho el artículo… los profesores… 🙂
Es así de sencillo. Los métodos son… métodos. Las personas somos…personas. Los diseñadores somos…masoquistas, pero nos gusta que nos metan caña! 😀
Creo que la frase es buena, pero no es aplicable a un estudiante. Solo el profesional que tenga muchos años de experiencia podrá, de alguna manera, resolver ese problema en cinco minutos. La experiencia le ha puesto sobre la mesa problemas similares y por tanto comienza a resolver el problema de la lámpara en un punto muy avanzado con respecto del estudiante,(el diseñador con experiencia tiene yá «el disco duro» lleno de soluciones y atajos para la solución). Es una bonita frase a la que se llega con esfuerzo, trabajo y tiempo…