Aunque es comúnmente conocido como “Puente del Quinto Centenario” (ya que recibe su nombre de la conmemoración del Quinto Centenario del descubrimiento de América), su denominación oficial es la de “Puente del Centenario”. Promovido por el MOPU, fue construido con motivo de la Exposición internacional de Sevilla de 1992 (la Expo’92) y se inauguró el 15 de noviembre de 1991, con un coste total de 6.468 millones de pesetas (38.873.462,91€).
Proyectado por Jose Antonio Fernández Ordóñez y Julio Martínez Calzón, renombrados doctores ingenieros de caminos, se trata de un puente atirantado compuesto por dos pilas principales de sustentación de 110m de altura, a base de hormigón y acero de alta resistencia tipo Corten, y un tablero de 22 m de ancho colocado a 45-60m sobre el nivel del río Guadalquivir, colgado a modo de artesonado a lo largo de 468m.
Obra emblemática y destacada en el paisaje sevillano, este puente, que permite a la autovía SE-30 salvar la dársena del Guadalquivir (brazo muerto del río), debe sus majestuosas dimensiones a la única necesidad de permitir el paso bajo su tablero del Juan Sebastián Elcano, buque escuela de la Armada española que atracó en el muelle de las Delicias durante la Expo´92, siendo ésta la primera y última vez que lo ha hecho en la ciudad de Sevilla.
Los dos sentidos del puente, creciente (en sentido Huelva) y decreciente (en sentido Cádiz), están separados por una valla de hormigón y formados por tres carriles cada uno, pero conforme se asciende por esta vía comienza el efecto embudo: los arcenes empiezan a estrecharse hasta su completa desaparición, tal como ocurre con la valla de separación que da paso a un carril central reversible que sustituye a los carriles izquierdos de ambos sentidos (fotografías 1, 2 y 3).
Dicho carril reversible, que se utiliza alternativamente para ambos sentidos según sea la densidad circulatoria en cada uno, es controlado con el mejor de los criterios por parte del Centro de Gestión del Tráfico de Sevilla, dependiente de la DGT (fotografías 2 y 4). Pero a pesar de ello, y tal como muestran las estadísticas, solo en el Puente del Centenario se han producido en los últimos 5 años un total de 203 accidentes de los cuales la mitad han tenido víctimas (un total de 191 accidentados, 10 de ellos graves).
A pesar de la innegable profesionalidad de los responsables del tráfico en este puente y de la actual limitación de velocidad en el mismo a 60km/h, los atascos son diarios en sus accesos y resulta imposible evitar frecuentes siniestros en este tramo, constituido por carriles de apenas 3,2m de ancho, sin separación alguna entre ambos sentidos y sin arcenes, teniendo en cuenta, por ejemplo, que el ancho estándar de un camión es de 3,1m (fotografías 9 y 10). La condición de embudo, que adopta este puente en la SE-30, se acentúa en los casos de averías de vehículos que, ante la inexistencia de arcén, han de ocupar uno de los carriles disponibles.
Ante todo lo expuesto, cabe preguntarse si el error de diseño que ocasiona el embudo está en el Puente del Centenario, apto sólo para albergar 5 carriles estrechos sin arcenes o, en cambio, en un posible sobredimensionado del resto de la SE-30, que dispone de 3 amplios carriles con importantes arcenes, en ambos sentidos de circulación (separados por una robusta valla de hormigón). Quizás, la respuesta a esta cuestión la tenga alguno de los miles de conductores que han cruzado el Puente del Centenario, atravesado en los últimos 12 años (1999-2010) más de 436 millones de veces.