Hace apenas unos años, en un tiempo no muy lejano, ciertos iconos del consumismo constituían un emblema de la persona o grupo social al que pertenecias: respresentaba tu status en la sociedad.
Marcas de coches como Audi, televisores como Sony, equipos de música como Panasonic… constituían el emblema de aquellos que estaban en el denominado "alto standing", así como el resto, consumían aquellas marcas seguidoras que estaban al alcance de sus bolsillos.
En dicha sociedad estratificada según sus capacidades de consumo, contextualizada por su profesión, edad, familia, lugar de residencia… todo individuo anhelaba aquello que no tenía a su alcance, aquello que veía en el ajeno y aún no era de su propiedad.
En dicho paradigma se desarrolló el marketing, basado en la segmentación de mercados, que configuraba a la sociedad en grupos de influencia. El estudio masivo mediante parámetros estadísticos y referencias de fanatismo a marcas de otros segmentos constituía la base de conocimiento en el desarrollo de nuevos productos y servicios.
Recientemente, durante tres meses, tuve la ocasión de trabajar en un equipo multidisciplinar en el desarrollo de un proyecto para Mercedes Benz (Stuttgart). En la fase de investigación constatamos algo en boca de todos:
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No more brand loyalty: ya no somos fan de una marca por norma general, con tradición, nos desengañamos y cambiamos de una a otra muy rápidamente. En el pasado, si una gran marca nos fallaba, en la siguiente compra seguíamos confiando en ella, todos somos humanos. Ya no es así.
A mi juicio personal, esa es una de las razones de lo que está ocurriendo actualmente en el mercado de consumo. Ya no somos fan de las marcas, lo que subgenera que ya no entendemos la alineación de un grupo social con un producto en concreto, con una marca.
Sin embargo, la necesidad de pertenencia a algo sí que subsiste, algo que hace tiempo desarrolló el concepto de lifestyle. El lifestyle es un ecosistema en el que nos sentimos cómodos y que se enriquece de muchas más variables que la presociedad estratifica. A su vez, un mismo individuo puede pertenecer a varios grupos de interés (antiguamente segmentos), es decir, estar establecido en diferentes lifestyle en relación con sus congéneres o bien podemos entenderlo como una riqueza inusitada de lifestyle autónomos.
Las consecuencias de ello son enormes, ya que la segmentación tradicional es incapaz de comprender los cruces existentes entre las personas, así como sus necesidades e inquietudes actuales de manera eficaz. De ahí el desarrollo de la aplicación de métodos de investigación cualitativa y el auge de las metodologías de Human Focus Centered Innovation.
Me explico, hace unos años se comprendía muy bien el perfil casado 40 años, 2 hijos, empresario, la imagen mental era clara y todos atribuíamos un Mercedes o Audi berlina al susodicho. Hoy en día el perfil se atomiza desde el empresario autónomo fanático de las tecnologías y fan de Apple, al empresario adinerado con valores tradicionales que puede responder al perfil de partida.
Por ello, en el nombre del post "Lifestyle Statu Quo" el estado del momento actual define nuestro estilo de vida, y a su vez nuestro estilo de vida define nuestro momento actual. En consecuencia, deliberamos y actuamos en nuestro consumo, buscando aquello que se entiende y matiza nuestro ecosistema, buscando ser parte de un grupo, pero con libertad de movimiento y según nuestras necesidades y deseos. Fluctuamos más que antaño.
Statu quo (pron. [estátu-kuó]) es una frase latina, que se traduce como «estado del momento actual», que hace referencia al estado global de un asunto en un momento dado.
Lifestyle es la manera en que vive una persona (o un grupo de personas). Esto incluye la forma de las relaciones personales, del consumo, de la hospitalidad, y la forma de vestir. Una forma de vida típicamente también refleja las actitudes, los valores o la visión del mundo de un individuo.