Cada mañana, al levantarnos hacemos el proceso de elección del vestir. Este proceso rutinario y que muchas veces ni somos conscientes de hacer conlleva un sinfín de preguntas, pensamientos y reflexiones. Hay muchos factores que nos conducen hacia una resolución u otra. A veces son factores físicos como el lugar donde tenemos que ir. No nos vestimos igual si nos vamos de paseo por la montaña o si vamos a una exposición o si vamos al trabajo, a veces el querer proyectar una determinada percepción de nuestro cuerpo y nuestra persona nos hace tomar una elección u otra. ¿Qué se pensaré de nosotros, qué imagen vamos a potenciar? En otros casos son factores más sensoriales, nuestro estado de ánimo, nuestro carácter. Quizás la forma en que nos sentimos por dentro nos acerca hacia un color brillante o un tono más oscuro o apagado, un tejido lujoso o una prenda con un corte más sobrio. Este proceso aunque parezca superficial es una constante en nuestra vida, forma parte de nuestro día a día, de nuestra comunicación propia con el mundo que nos rodea. Creo súmamente interesante el análisis de nuestras acciones y nuestra propia percepción del mundo y de nosotros mismos a través del vestir.