Una palabra está compuesta por signos que tienden del hilo de los significados, intersticios del lenguaje por donde se cuelan o absorben esos sentidos y contenidos de los vocablos, son porosos entre sí, sintagmas verbales que la artista salvadoreña Abigail Reyes hila, cose, borda en la intimidad o estado profundo de su ser, para no contaminar con lo pueril rutinario lo que ella encuentra con su forma de arte: poesía, detenimiento, vacío, espacio de realización o contradicción donde cualquier otro gesto que reverbere disturba esos hilos o PRELIBRI, exhibición en Sala 1.1, Museo de Arte y Diseño Contemporáneo -MADC-, Julio-Agosto 2014, curada por María José Chavarría.
Vista de la Sala1.1 con Prelibri de Abigail Reyes. Fot6o LFQ.
Entre bordes de espumas
Al ingresar a la sala, y detenerme por un instante tratando de encontrar la quietud necesaria para sentir el pulso de lo expuesto, y como suele suceder, casi de inmediato, al sentir el fuerte oleaje de las interrogantes que avanzan y se devuelven chocando entre sí y se deshacen en un blancor de tejidos y bordados espumosos -evoco la imagen del “final más final” en “Thomas el Oscuro” de Maurice Blanchot-, me pregunto ¿qué motiva la búsqueda, la investigación que Abigail Reyes emprende en el arte contemporáneo? Y, ¿qué encuentra? ¿Cómo lo caracteriza y prepara para compartirlo con un visitante al museo deseoso de catar esos númenes? ¿Cuál es la naturaleza de su abordaje a tales esencias visuales? ¿Cómo describe el artefacto artístico donde encaja esos contenidos? ¿Cómo carga de significados a esos signos que componen la poética de su obra? ¿Qué implica el verbo, lo que activa la construcción conceptual de su muestra?
Prelibri. Tela e hilo, bordado a mano, 2013. Foto LFQ.
Las respuestas están ahí, todo nace de la reflexión y análisis quizás hasta autobiográfico donde el centro es la evocación: rememorar sus vivencias del pasado, su hogar, el bordar y tejer de su abuela, el fuerte signo de la aguja para arreglar las telas rotas por las inclemencias de la vida; quizás por eso en uno de sus textos aborda un incisivo párrafo de Louise Bourgeois: “Siempre he sentido fascinación por la aguja, por el poder mágico de la aguja. La aguja se utiliza para reparar el daño. Es una reivindicación del perdón”.
Prelibri. Papel carbón mecanografiado, 2013. Foto LFQ.
PRELIBRI
Al leer el título de la propuesta, de inmediato pienso en Bruno Munari en su libro ¿Cómo nacen los objetos?, cuando presentó un compendio de experiencias donde se generan constructos gráficos a partir de la idea de dar vuelta a la página, sin que exista escritura, y si ese existiera, sean solo signos cargados de una idea que se desarrolla de principio a fin, pero como dije sin mediar la lengua escrita.
Papel de archivo 100% algodón cortado con láser, 2013. Foto cortesía del MADC.
En otro plano temático, con el auge de la alta tecnología de impresión, la imprenta quedó sumida en la memoria borrosa de un tiempo, lo mismo sucedió con la fotomecánica en aquellos procesos pre-prensa de la industria gráfica, y lo que fue la cámara analógica para la fotografía. ¿Será a esa remezón a la que se refiere con la pieza donde unos tipos móviles de metal componen la frase “Ningún dolor se olvida”, proponiendo el discurso del extrañamiento, la interiorización, ante dichas transformaciones que el universo digital imprime a la cultura y a esta sociedad tan cambiante como la que nos tocó vivir a los contemporáneos? Y, ¿cuál es el significado de verter aquellos caracteres tipográficos de corte láser en una cajita, como para deconstruir la escritura, subvirtiéndo la misma experiencia del lenguaje -central a la comunicación humana-, para punzarnos a nosotros los espectadores y sumirnos en la reflexión? Ese mismo día, antes de visitar el museo para apreciar la exposición había estado con unos amigos que experimentaron el paso de la vieja imprenta de tipos móviles –como los que exhibe Abigail en Prelibri formando una frase-, a la del litho-offset, y ahora ante lo digital quedaron conmocionados sin saber qué hacer, preguntándose ¿cómo reinventar su negocio para continuar ganándose la vida con esta industria, tal y como lo hicieron durante toda su vida?
Prelibri. Tela e hilo. Foto cortesía del MADC.
El retorno de los oleajes
Ahí mismo, en esa detención que suscita enfrentarse a los signos que cuelgan del hilo de los significados, vuelvo a preguntarme acerca de la manera de explicar –por parte de la artista centroamericana-, el proceso de creación: ¿Cómo inicia, dónde encuentra las ideas y referentes, cómo las teje para edificar su concepto? ¿De qué manera plantea la necesidad de activar los sentidos perceptivos del espectador, para que emerja empoderado al visitar la muestra? Las respuestas, repito, están ahí, están en la manera de realizar aquella pieza formada por hojas de papel cuadriculado donde el hilo bordea dicha retícula generando sensibles aproximaciones a la geometría; están en la gracia de instalar las piezas o “pre-libris”, para tocarnos en lo más profundo de cada quien; están en la pureza de la técnica de realización; están en el pensamiento que permanece adherido a cada trazo del hilo, en cada pliegue de esas palabras por los cuales se escapa furtiva la memoria, la suya, la mía, la de todos.
Prelibri. Tipos de imprenta, hilo, caja, 2013. Foto cortesía del MADC.
También me parece necesario señalar la importancia que tiene, en una obra tan centrada en el sujeto ante la existencia, la investigación autoreferencial, aquella que conduce el proceso previo a la conceptualización de esta propuesta tan de carácter intimista y autobiográfica: “Recuerdo a mis abuelas cosiendo a mano todo, todo el tiempo. Recuerdo sus trenzas de hilos de muchos colores. Recuerdo el silencio y concentración a la hora de bordar o coser, como si de ello dependiera la vida, como si entre quién ejecuta la acción con la aguja y el objeto acribillado a puntadas, existiera una compleja relación por crearlo o repararlo; cierto apego, cierta resistencia a verlo desaparecer. Y es que cuando las pérdidas son muchas, el ser humano se aferra al objeto como representación de aquello que no está” –vuelvo a citar el texto con el cual Aigail presenta su muestra.
Prelibri. Papel cuadriculado e hilo, 2013. Foto LFQ.
El retiro de las aguas en el día final
Al ingresar a la sala y acercarme a lo expuesto tratando de dilucidar los anclajes con que Abigail Reyes produce su obra, rondaron estas y otras preguntas que pretenden respuestas, que marcaron el acercamiento a su forma de pensar, con el cual cala una manifestación nada tibia, nada leve, y donde creo que dicho sentido de “silenciosa quietud” se vuelve instigador, en tanto la acción del corte láser o esos agujazos con que marca la tela o el papel, cala e imprime, se nos devuelven a nosotros los espectadores quienes no salimos nada ilesos: en tanto permanezcan heridas sin suturar en nuestras pieles o carnosidades, pero también en las del alma, se comprueba que “aquello que duele, jamás se olvida”.