Adán Vallecillo (Honduras, 1977) expone “Charter City” en Sala 1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), San José, Costa Rica, desde el 19 de julio pasado al 1 de setiembre 2012.
Uno de los talentos del autor de esta muestra en el MADC es crear estructuras a partir de elementos encontrados, construidos o reconstruidos, asimilados en sus andanzas por la urbe, en tanto territorio donde colectar rastros de nuestra civilización y cultura. Si él encuentra un singular objeto –o despojo, como los llama-, por simple que parezca, de inmediato lo entreteje en sí mismo o con otros objetos generando un conjunto dentro de un orden múltiple que trama nexos con lo circundante: materia e inmateria, espacio o contraespacio, con la dimensión de lo (in)imaginado en el fluir del tiempo en el cual se sume todo ser creativo para producir su obra.
Charter City de Adán Vallecillo, Sala 1 del MADC, 2012. Fotografía cortesía del MADC.
Desde los albores de la Industrialización -evoquemos el paradigma del readymade-, el objeto fabricado en serie sedujo al artista, quien lo intrinca en su pensamiento gestando una nueva significación que suma a su función primaria, y en tanto “producto” conlleva su contraparte de valor económico. En esa (des)estructuración de pensamiento Vallecillo lo reinventa en instalaciones o acciones que atañen a la ciudad misma donde lo colectó, y a otras zonas del vivir citadino en franca tensión interpretativa: los espacios públicos, centros comerciales y zonas industriales.
El artista juega con la dimensión tangible del tiempo reloj, o la intangible del fractal el cual atañe a lo no cuantitativo para acuerpar la metáfora de lo cualitativo con su carga de poesía, aquello que se proyecta más allá de la retina e invita, en esa mirada escudriñadora, a decantar su inmanencia.
Se lee en uno de los muros de la Sala 1 del MADC un texto de Vallecillo: La cultura comienza con el desecho. Es decir que se alimenta del despojo de lo que simbólicamente deja de ser relevante para el mercado, así sean electrodomésticos, personas, modas o paradigmas políticos e intelectuales.
Adán Vallecillo. Hipérbole. Instalación, 24 relojes de acero inoxidable y estereofón, 2012. Fotografía cortesía del MADC.
Adán Vallecillo. Misantropía. Instalación, prensas de metal, 2012. Fotografía cortesía del MADC.
¡Qué tremenda visión la de este creador visual de nacionalidad hondureña reconocido en el arte contemporáneo centroamericano, cuando imbrica la dialógica del lenguaje de esos “despojos”, como él los llama y con los cuales (de)construye su propuesta! Habla además de los caracteres materiales, de si son blandos o duros, pesados o livianos, opacos o transparentes -pero todos de fabricación o uso industrial-, para decirnos de las fortalezas del signo, de su usabilidad, algo más allá de lo esperado o visto y que cohesiona dicha visión intrigante en la medida de sacudirnos hasta hacernos reflexionar ¿qué es?, ¿por qué de aquellas latas de bebidas “Cuba Libre” dentro de las hieleras?, ¿qué insinúa con aquel elevador hidráulico con varias palmeras vivas dispuestas en lo más alto de la sala para aludir a lo tropical?, ¿qué centra todo este andamiaje con el arte de nuestros días?, ¿por qué acude el artista actual a esos recursos y herramientas?, ¿qué dimensión o poliedro de significados explora con todo ello?, ¿qué trama con ese inventario de herrajes, angulares, llaves, candados, hules, instrumentos y herramientas que son más propios del almacén ferretero que del museo?
Adán Vallecillo. Neumofagia, Instalación, cerrojos de zinc y llaves, 2012. Fotografía cortesía del MADC.
Adán Vallecillo. Charter City (detalle) Instalación, metros de madera y espejos telescópicos, 2012. Fotografía cortesía del MADC.
Experimento -como visitante al museo-, una lectura dependiente de mis conocimientos, y serán distintos en cada caso, en cada visitante, en cada mirada puesta en esas estructuras. Cada mirada es una pregunta, una introspección que indaga en lo conocido y vivido para dar valor a lo observado. Rudolf Arheim, decía que en materia de percepción visual “cada uno ve lo que sabe”. Todo está ahí para confrontarnos, si no cuestionara nada ni nos interrogara constantemente durante el libre ejercicio de recorrer ese imaginario simbólico de la “ciudad modelo”, sería como perder el tiempo o no haber visitado el MADC afectado por la contingencia del vivir-evocar, cuando nos movemos dentro del trazo ignoto de la urbe con todo y sus contradicciones y acertijos intrínsecos.
Adán Vallecillo. Tres tristes trópicos. Instalación, plaforma hidráulica y palmeras, 2012. Fotografía cortesía del MADC.