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Carlos Bermúdez ¿Mapas mudos o reinvención del rostro?

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El artista Carlos Bermúdez viene de una etapa de reformulación intelectual ante lo que fue su pintura de finales de la década de los años noventas y los dos mil, cuando trabajó con materiales alternativos como el concreto y otros pigmentos elaborados y descubiertos en el taller. Lo que hoy muestra en la galería del Patronato Nacional de la Infancia –PANI-, formula un nuevo logro, distinto en apariencia pero idéntico en lo estructural: versa sobre la experiencia en el laboratorio del arte donde más que disponernos a buscar, lo que conviene a la obra de arte llega por sí mismo, se deja encontrar.

Carlos Bermúdez. Mapas Mudos. 2015. Galería del PANI.

Lo expuesto son retratos, perfiles y/o cuerpos, todos con fuertes contrastes de color, que encienden al espectador, lo agreden -si se quiere comprenderlo de esta manera-, afectando sus claves sensitivas a través de lo perceptivo y que implica a la memoria, lo recordado una vez salidos del espacio de la sala, cuando comprendemos que aquella vivencia, lo que el artista buscó decir con la muestra, cumplió su cometido delante la vorágine de lo visto, que no termina de bombardearnos con múltiples cargas sinestésicas.

 Carlos Bermúdez. Mapas Mudos. 2015. Galería del PANI.

Búsqueda del rostro
Su acción artística, lo que catapulta el manejo de la técnica, la experiencia y dominio de pintor, me parece a lo predicado por un libro muy apreciado para mí: “El Rostro Ajeno”, del célebre novelista japonés Kôbô Abe -1924-1993-, quien nos centra en la vida de un científico a quién le explotó un químico que le desfiguró sus facciones, y una vez restablecida la salud, emprende el proceso de reinvención de dichas facciones, ejercicio proveniente de una profunda investigación autoreferencial, fundamentada para alcanzar nuevamente lo que según él había perdido: su identidad. Para ello probó distintas tipologías de piel, de células y caracteres que le acercaran al hombre que fue, pues lo perdido, más que facciones, significaba la personalidad.



 Carlos Bermúdez. Mapas Mudos. 2015. Galería del PANI.

Cauces de color
Me parece observar con los ojos de mi imaginación a Carlos Bermúdez inserto en el taller, probando esas “pieles” o pigmentos, y esos caracteres que fluyen en los líquidos que -a través de la motriz de sus manos y brazos-, generan cauces que redibujan la superficie de fuerte intención cromática y simbólica. Cauces por donde fluye lo que intenta encontrar y que él llama “Mapas Mudos” en los cuales se agregan las vivencias de lo urbano, de un ente que nos condiciona y hace quizás hasta sin darnos cuenta, donde todos sin excepción buscamos nuestra identidad perdida ante el acecho del mercantilismo y la sociedad de las apariencias y el espectáculo.


Carlos Bermúdez. Mapas Mudos. 2015. Galería del PANI.

Son Mapas Mudos en tanto no poseen facciones faciales, son solo territorios con planos de luz y energía que en ocasiones demuestran intensos movimientos centrífugos o centrípetas para subvertir las fuerzas y atractores de la misma naturaleza, como lo hace el ojo de la tormenta, cuando atrae lo incidental de la atmósfera para autosoportarse y autoreferenciarse, acrecentarse a las miradas atónitas y desesperanzadas de quienes esperamos su inminente embate.



 Carlos Bermúdez. Mapas Mudos. 2015. Galería del PANI.

Confrontación silenciosa
Ante dichos “Mapas Mudos”, como ante la tremenda crisis actual, lo que subvierte genera interés, carga al vacío de texturas cromáticas y tensiones interpretativas, y como dije causes que bordean lo que suponemos son rostros o cartografías multicoloras que disertan sobre las nociones de territorialidad, con sus accidentes y flujos que emprenden la comprensión del misterio de la unidad, o la identidad.

 Carlos Bermúdez. Mapas Mudos. 2015. Galería del PANI.

Carlos Bermúdez nos sume en esa “confrontación silenciosa” donde cada uno de nosotros sus espectadores asumimos una posición para emprender ese intento de salir, de emerger quizás del gran Caos, o al contrario de sumirnos en la deriva sin rumbo, sobrellevando las contingencias, intentando comprender las incertidumbres del no saber qué, pero que a la vez se convierten en la principal estrategia para gestar de interés a la obra de arte y volver memorable nuestro andar por esos mapas sin nombre, sin habla, sin escucha, sin olfato, sin sabor, “sin rumbo cierto” como diría aquel poema de Darío: Lo Fatal.

 Carlos Bermúdez. Mapas Mudos. 2015. Galería del PANI.

Trasponiendo la obra liminar de Carlos –de los finales de los noventas-, y lo que hoy muestra en el PANI, diría que gana el color, un tratamiento renovador –que evoca el Pop Art-, por encima de la textura visual y el potencial simbólico del plano, del vacío pero que puede colmarse con cualquier otro signo de lo territorial. Quizás, si se me permite plantear mi disenso sobre lo visto, lo que para mi carece la muestra, pero que él nos promete vendrá, es abordar la poética de las transparencias para hacer visible el proceso, que hasta ahora deja oculto o lo trasviste con nuevos ropajes delante de los combates suscitados en el momento de crear. Como escribiría Vincent Van Gogh en una de esas cartas a su hermano Theo: cuando la parturienta muestra el recién nacido lo hace con su mejor ropaje, pero esconde los trapos ensangrentados del parto. Esta es la distancia que marca la pintura de ayer con la actual, cuando en lo contemporáneo interesa el proceso, como también dijo Kôbô Abe en el libro citado: el interés de la investigación ya no es el fruto, es el proceso.

 

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