Nos ha tocado vivir en una era y tiempo cuya principal característica es la del aprendizaje constante, y casi de manera informal: aprendemos del entorno, de la tecnología, del arte, de la historia, de la naturaleza, de la ciudad y en todo ello, Internet y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), son importantes activadores de esta transformación cultural. Aunque faltan aun muchos sectores que por motivos geográficos, de recursos económicos y sociales no están en capacidad de incorporarse a los cambios, además del avance de otros males urbanos como la violencia que van a contrapelo del desarrollo.
Aprender hoy
Me encanta separar el vocablo (in)formación, en el prefijo (in) y formación, para evidenciar esa vocación humana de estar en perenne estado de formación. Por otro lado siempre me ha encantado una frase de Goethe respecto a la palabra “transformación” cuando dice que es la eterna ocupación del “eterno entendimiento”. El ser humano es el eterno entendimiento que se ocupa de transformar; por lo tanto, mientras existamos, las cosas van a cambiar, y todos debemos adaptarnos a los cambios. Aprender hoy día es un flujo mediado en constante proceso, (trans)formación.
En el pasado -en tiempos de estudiante, y aclaro que en mi caso no tuve la oportunidad de estudiar en algún gran centro urbano, sino rural-, nos tocaba poner atención a las lecciones de nuestros maestros y tomar apuntes, en aquellos tiempos poco se consultaba en cuanto búsquedas bibliográficas pues estas eras escasas respecto a la abundancia actual. Hoy, los chicos toman fotografías y videos con su celular de las explicaciones del profesor, se las pasan entre ellos o las montan a las redes sociales para compartirlas; internet nos ofrece enormes bases de datos y acceso a centros de información inimaginables; utilizamos además la computadora, el IPad, el IPhone, la cámara fotográfica, las consolas de video y sonido, etc, todo para crecer de manera constante y atizar los cambios en un modelo compartido, de comunidades aprendientes en el proceso y sin limitaciones geográficas y sociales.
Trabajos del Taller Integrado Universidad Veritas 2010.
Compartir
La acción de COMPARTIR es fundamental, de nada sirve saber si no participamos en ese flujo de (trans)formación e (in)formación que nos hace visibles e individuos interactivos dando y recibiendo. Los blogs, los portales, las redes sociales, por ejemplo, ofrecen la posibilidad de registrar y documentar estas acciones, pero debemos hacerlo con responsabilidad e integridad pues de la misma manera también se pueden generar atropellos indeseables que lastiman a las personas. Se dice que compartir es dar y recibir, pero para tener qué compartir hay que saber valorar lo que se da o recibe, investigar, experimentar y crecer de lo que se sabe hacer, además de conocerse a sí mismo, saber de nuestras competencias e identidad. Si no investigo, ni experimento los cambios, tendría las manos vacías. Los individuos que no comparten, no dan nada de sí, porque no saben de sí, no se conocen ni reconocen en qué son buenos, por lo tanto son una masa que va hacia atrás en un proceso que se dirige hacia delante y se quedan al margen, a la orilla del camino observando como los demás van corriendo hacia la meta.