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DIQUÍS: (Di/Con)vergencias

El gran valle del Diquís es la geografía localizada en la zona Sur de Costa Rica, se localiza entre los ríos Sierpe y Térraba; cuna además para nuestros pueblos originarios prehispánicos quienes en una manifestación de sus creencias establecieron una verdadera red de esferas talladas en piedra, famosas no solo por el tamaño y perfección, sino por el enigma que implica su interpretación dentro de sus ancestrales manifestaciones artísticas. Acerca de la naturaleza de esas redes se dice que atañen a la observación del Cosmos -objeto de culto de aquellas culturas del pasado-, en tanto al contemplar el firmamento en la noche oscura de las incertidumbres, lo que apreciaban eran “esferas de luz”.

Las muestras MAYINCA I (2013), y MAYINCA II: “Cartografías” (2014), curadas por Rolando Castellón para la Galería Roberto Sasso Sasso de la Universidad VÉRTAS de San José y el Museo Municipal de Cartago, fueron la primera aproximación del arte contemporáneo costarricense a la comprensión cosmogónica y creencias de aquellos pobladores. Dichas exhibiciones fueron dedicadas además a exaltar la declaratoria de UNESCO en 2014, del sitio Diquís como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Acción Diquís en Fábula Urbis, Lisboa, 2015. Maricarmo Gregorio y Rolando Castellón. 

De aquel trazo liminar, artistas y curador conmemoraron el “Día de las Razas”, y para este 2015 se realizará la tercera versión Mayinca III: “Tiestos” en el Museo Nacional de Costa Rica, institución estatal encargada de investigar y preservar el enorme legado arqueológico nacional, de ahí surgió la idea de itinerar DIQUÍS entre junio y julio del presente año en la galería “Fábula Urbis” de la ciudad de Lisboa, y en “Una cierta falta de coherencia” en Oporto, Portugal.

Ivannia Lasso en Fábula Urbis, Lisboa, 2015. 

 Ivannia Lasso en “Una cierta falta de coherencia”, Oporto, Portugal. 

La lectura de estos acontecimientos del ayer agregan valor a la muestra hoy, en tanto lo expuesto proviene del “territorio de indias”, tal y como fue considerado nuestro continente en tiempos de la colonia, para apropiarse simbólicamente de las tierras europeas precisamente donde otrora partió el proceso de la colonización, insertándose con creatividad y gracia con las condiciones formales, técnicas y expresivas ofrecidas por esos espacios y que tanto aprecia el arte actual, éstas aportan sentido y contraste “in situ” a los simbolismos elaborados por los artistas locales. Castellón, además de curador es un sensible instalador y adiestrado museógrafo, fogoso artista quien brinda un “toque de gracia” a cada esquina, a cualquier rincón de la sala, a toda grieta, textura, objeto o carácter físico del lugar de exposición, regenerando la tensión interpretativa a lo visto y que en adelante será albergado en la memoria de la colectividad.

Milton Ávila en Fábula Urbis, Lisboa, 2015. 

Ileana Moya en “Una cierta falta de coherencia”, Oporto, Portugal 

 Luis F. Quirós en “Una cierta falta de coherencia”, Oporto, Portugal 

Edgar León en “Una cierta falta de coherencia”, Oporto, Portugal 

Todas las piezas sugieren esa carga de sentido conceptual que las reúne, nos motivan a entrar en el dominio del pensamiento postcolonial: Diquís no es solo el emplazamiento de confluencia o divergencia de aquellas redes cosmogónicas, fuerzas y/o creencias animísticas de los pobladores originarios quienes consideraron la muerte como extensión de la vida la cual se extiende al otro lado de las aguas, fueron alineadas marcando distintas direcciones espaciales con las cuales comprendieron el mundo, las nociones de los continentes y sus interacciones culturales, así como hoy ubicamos aquel territorio al pié del gran cerro Chirripó en la alta cordillera de Talamanca (Parque Nacional de La Amistad, cuyo territorio se extiende más allá del confín de la vecina República de Panamá). Ayer y hoy son puntos sobre las íes acerca de las cuales disertan, recrean o desmitifican otros lenguajes, reinterpretando lo propio, lo perteneciente a dicha región donde se estableciera la cultura Brunca, que además de la lítica trabajaron los metales preciosos con riqueza de matices técnicos y amplio potencial creativo.

Esferas del DIQUÍS en “Una cierta falta de coherencia”, Oporto, Portugal 

Alexander Chaves V. en “Una cierta falta de coherencia”, Oporto, Portugal 

Los artistas Arrieta Fabrizio, Arias Asch, Ávila Milton, Calvo Javier, Chaves Alex, Lasso Ivannia, León Edgar, Monge Priscilla, Moya Ileana y Quirós Luis F, junto a Castellón son coautores de la “metáfora del DIQUÍS”, regeneradora de esta lectura o punto de inflexión desde donde apreciar su arte, ahora en los territorios de la península ibérica, al otro lado del océano en cuyas aguas corren nuevas visiones y abordajes conceptuales donde diverge y/o converge el arte.

Priscilla Monge en “Una cierta falta de coherencia”, Oporto, Portugal 

 “Para Qué Duchamp” Moyo Coyatzin. 

Lecturas de lo expuesto
Las piezas de Alex Chaves asemejan la esfera de piedra o la bola de hierro del grillete, estimula al espectador a confrontarnos a aquellas pugnas hegemónicas del pasado, tan sonados en la historia de dominación y esclavitud que conllevó el aludido “Descubrimiento de América”, o lo que algunos denominan “Encuentro de Culturas”. Fabricio Arrieta ecualiza la historia del arte universal al incluir en su propuesta imágenes de América Latina y de Costa Rica específicamente. Ileana Moya nos conecta a la sobrevivencia de fauna y flora con la energía cósmica, en este caso con el proceso de la alimentación de una ardilla disponiendo un conjunto de semillas esférica –con las cuales la ardilla se alimenta-, alineadas cual si fueran esferas en el propio sitio arqueológico. Por su parte Luis F. Quirós con “Alma del Valle” aborda la metáfora de la hojarasca caída del árbol del tiempo, en cuyos haz se mantienen las marcas de los signos de aquel arte del ancestro, reinterpreta el gran petroglifo del valle de Aquiares en la cuenca del río Reventazón, y del Monumento Arqueológico Guayabo, al pié del volcán Turrialba, monumento que recién resurgió de las aguas cuando la naturaleza encabritada por tanta contaminación o agresión al planeta, por poco lo destruye. Los dibujos de niño de Milton Ávila evocan la tensión existente entre el círculo que los contiene y la esfera de piedra, representando las nuevas pugnas en el mundo de la televisión y los video juegos con su ejercito de superhombres animados; no está lejos de esa visión el video de Arias Asch. La poesía que advierte la instalación de Edgar León de un territorio –el mapa de Costa Rica-, marcado por los datos, los numerales cifrados en una noción de tiempo-espacio conmemorativo, que incluye una águila precolombina, de ella se desprende el ejército de simbologías humanas hacia todas las direcciones cósmicas; la placa rememorativa de Javier Calvo es un homenaje al vacío, que acrecientan el discurso de la (in)materialidad, cercanas a las texturas de Ivannia Lasso y a las grietas que todo evento provocan. Siempre desestabilizadora, Priscilla Monge borda la frase “Muchas Gracias” en un fragmento de manta cruda o manta india pegada al muro, instiga a la discordia ante la provocación de la muestra del ¿por qué dar gracias? Todo este bagaje contextual agrega contenido a la dicotomía de las aguas –del océano que nos divide pero a la vez une-, que divergen o confluyen en el terreno de lo conceptual, producción creativa de un ser o “palimpsesto” quien cava perenne buscando resarcir significados o regenerando nuevas lecturas a nuestra propia historia.

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