Existen productos que emergen de un enjambre entre técnica, manejo material -a veces de profunda tradición ancestral-, y la cultura misma del lugar; tienen que ver además con gastronomía, costumbres y tradiciones locales. Tal vez, el ejemplo mas cercano es el pejibaye, cuyo uso remonta a los pueblos originarios, quienes lo cultivaron como insumo de sus raíces e identidad.
La madera de palma de pejibaye, chonta dura o Bactris gasipaes, se cultiva en zonas bajas y cálidas del Caribe costarricense, en especial en la comunidad de Tucurrique, a 6 kilómetros de Juan Viñas, cabecera del Cantón de Jiménez, provincia de Cartago -775 metros de altitud sobre nivel del mar-, dista a 53 kilómetros en un recorrido de unas dos horas y cuarto, desde la ciudad de San José, capital del país.
Tucurrique, visto desde los cerros cercanos donde su cultiva la palma del pejibaye. Foto LFQ.
Pincelada de su historia
El antiguo “Cuquerrique” es un altiplano asentado en las montañas del Sureste del Valle Central, lindero Norte de la cordillera de Talamanca. Desde tiempos inmemoriales fue habitado por la tribu de los “pococes”, desaparecida con la llegada de los colonizadores. A finales del 1500 el asentamiento fue jefeado por Fernando Correque. Como etnias huetares orientales, trabajaron la piedra, pero también armas y utensilios hechos con la madera de la palma de chonta.
Petroglifos descubiertos en la finca donde se cultiva el pejibaye. Foto LFQ.
Los pobladores actuales fabrican muebles y objetos para el hogar o la oficina, pero también se distinguen por su gastronomía durante la famosa feria anual del pejibaye, es cuando brindan amplia diversidad de recetas autóctonas, hechas a partir de la nutritiva harina.
Madera de cañón del pejiballe. Foto LFQ.
Materia prima de la madera de pejibaye.
Herramientas del taller donde se observa al diseñador Rodolfo Morales trabajando. Foto LFQ.
Producción de muebles
El Comité Agrícola Cantonal, encabezado por Walter Prado, abrió un espacio taller para la investigación y el diseño de productos, a cargo del reconocido diseñador Rodolfo Morales quien desde los años noventas del siglo pasado, utilizaba esta madera en la confección de joyeros, cajas y otros productos con fuerte rasgo cultural. Testimonio de esta importante producción, es la silla “Aborigen”, con la cual Morales obtuvo el Gran Premio de la Bienal del Mueble, organizada en el año 2010 por la Universidad VERTAS, evento que contó como miembro del jurado al distinguido diseñador catalán Ramón Benedito, además de la empresa española ROCA. Morales, además, ha mostrado sus productos en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, en la Bienal de Saint Etienne, Francia, y en distintas ediciones de la Bienal iberoamericana de Diseño de Madrid, España, entre otros espacios de visibilización y circulación internacional del diseño.
Problemáticas de esta práctica creativa
Tuve la oportunidad de visitar el taller de Tucurrique para observar de cerca el trabajo de Morales quien prueba, junto a jóvenes aprendientes, diversas maneras de utilizar esa madera de cañón, cuya forma curva posibilita diversidad de articulaciones en objetos para el hogar, la oficina, el estudio. La dureza de la madera es extrema, Morales ha tenido que reinventar sus propias herramientas para trabajarla, además de tener que pensar en dispositivos de protección personal para el proceso fabril, pues las estillas son peligrosos proyectiles. Él dispone de tecnología apropiada para la fabricación de estos objetos buscando mayores estándares de calidad y estética. Pero quedé impresionado demás por las conductas de sostenibilidad y ecológicas, cuando un grupo de mujeres del lugar, encabezadas por doña Norma Sánchez separan la basura y desperdicios, habiendo pacas de cartones, empaques, envases y plásticos que luego surten a distintas industrias que los reciclan. En mi pensamiento surcan varias ideas para la reutilización de ese material y así incrementar los productos que oferte la comunidad.
Diversos productos obtenidos en el taller, por Diká –Alina Leiva y Rodolfo Morales-, y su silla “Aborigen” 2010. Fotos cortesía de los diseñadores.
Los muebles de Rodolfo Morales se comercializan en varias tiendas de San José, Altea, Kiosco SJ, entre otros. Foto LFQ.
Muestra de diseños de Rodolfo Morales en Euromobilia, San José, 2010. Foto LFQ.
Sin embargo las necesidades y las problemáticas son muchas, la situación geográfica posee sus fortalezas pero también amenazas, como el aislamiento del resto del Valle Central, y carencia de fuentes de empleo para las nuevas generaciones. Requieren de inversión y capital semilla y un real apoyo estatal e internacional. Las posibilidades de los materiales vernáculos y riqueza culturales debería remontar proyectos artesanales e industriales en la producción de series que proyecten esos caracteres y prácticas creativas que les distinga de otras comunidades.