Los Museos del Banco Central de Costa Rica (MBCCR) presentan del 22 de Enero al 26 de Abril 2015, la exhibición de grabados de la colección Dal Bosco ejecutados entre 1496 y 1522 por el célebre grabador, pintor, matemático y pensador alemán Alberto Durero (1471-1528), nacido en Núremberg, Alemania. Visitar una nueva exposición –en la amplia oferta cultural que ofrece la ciudad de San José-, nos requiere dar temple a nuestro comportamiento de perennes aprendientes, en tanto implica experimentar un careo de conocimientos, fechas, acontecimientos, nombres, para fijar el escenario donde apreciar las vivencias que llevaron a Durero a situarse como uno de los grandes en la historia del arte en esas centurias.
Grabados de Durero en los Museos del Banco Central de Costa Rica. Foto cortesía del museo.
La apertura de la muestra la precedió la doctora Rosa Perales Piqueres -curadora de la colección-, con una conferencia sobre el artista. Foto cortesía de Dinorah Carballo.
Al recorrer lo expuesto las percepciones sobre los distintos talentos del artista nos sorprenden de un grabado a otro; motivan –como se dijo-, a hilar vivencias y aprender de cada obra, sin dejar de evocar el contexto donde vivió y trabajo Durero. La experiencia de observador nos activa a asimilar lo visto, a reconocer el dominio del dibujo anatómico, tanto de humanos como de animales, uno de los aspectos que marcó su acceso al estilo renacentista. Se aprecia el manejo de la perspectiva en el dibujo, con trazo riguroso, con el característico uso de tramas y el preciosismo de la técnica de la xilografía, el buril, la punta seca y la aguafuerte, valores fundamentales al valorar el nivel de elaboración de la técnica manejada en los talleres de los maestros grabadores e impresores de aquellas épocas. Estos aspectos inducen a catar el sentido y manejo de los materiales, sus procesos y resultados, pero sobre todo el contenido abordado en cada pieza –temática de carácter religioso, en la mayoría de grabados-, así como esos signos e incógnitas anudadas en la composición y que influyen en la incertidumbre generada por la interpretación.
Grabados de Durero en los Museos del Banco Central de Costa Rica. Foto cortesía del museo.
Riqueza de datos visuales
Tan solo para agregar una pista más sobre lo visto y asimilado durante el recorrido a esta exposición, en mi caso personal me interesó saber cómo eran los vestuarios e indumentaria de esa época, implica al diseño, atañe al manejo de las técnicas textiles y de confección, pero además, me motivó a preguntarme cómo eran los muebles, los objetos de uso doméstico o en las vivencias en sociedad, cómo eran aprovechados los espacios y objetos situados en dichos espacios, cuál era la forma y material de los candelabros, vajillas, tapetes, asientos, mesas y resto de mobiliario.
Se aprecia el interés del artista por el tema ecuestre, pues es oportuno observar su destreza en el trazo de los caballos y las armaduras, las armas, los aparejos para la monta, la heráldica y otras herramientas que nos demuestran una vida social y formas de convivencia propias de esas culturas que emergía del medievo. Nos estimulan a pensar cómo eran los puentes, las puertas y murallas de las ciudades, con sus torres, plazas, edificaciones, carruajes u otros componentes del paisaje natural y edilicio. Por ejemplo, me detuve a comparar la manera en que el maestro alemán trazó los árboles en sus distintos grabados, e incluso me devolví una y otra vez a detallar estas percepciones de naturaleza estilísticas, las cuales me permitieron decantar los aportes de su obra gráfica al arte.
Grabados de Durero en los Museos del Banco Central de Costa Rica. Foto cortesía del museo.
Modelos iconográficos
Quizás es ahí donde se explica a Durero como el reinventor de la perspectiva y el espíritu renacentista en Alemania, aporte que luego influyó en el arte de Los Países Bajos y demás artistas de su tiempo. Es necesario preguntarnos cómo asimiló esa corriente y pensamiento: él viajó por lo menos en tres ocasiones a Italia donde cohesionaba aquel espíritu de reinvención de la cultura clásica greco-romana. Por supuesto que conoció la pintura del “Trecento” y el “Quatrocento”, Giotto (1267-1336) quien introdujo además del dominio anatómico en la representación, la perspectiva caballera en la pintura (durante la Edad Media los sistemas de configuración utilizaron dicho modelos, se trató de una especie de axonometría frontal con un eje de profundidad dispuesto a cuarenta y cinco grados respecto a la horizontal, a la cual se aplica un factor de reducción del cincuenta por ciento en dicho eje de profundidad para contribuir a la noción de proporcionalidad).
En uno de esos viajes con probabilidad conoció a Piero della Francesca (1415 – 1492), quizás apreció aquella famosa representación de “La Citta Ideale“ (1475), donde se asume la estética prevaleciente en el diseño y arquitectura “alla missura del´uomo”. También estuvo al tanto de los estudios de los florentinos Filippo Brunelleschi y León Battista Alberti, quienes dieron el encaje teórico a la perspectiva central (o de un punto, tan utilizada Durero) y a la perspectiva cónica (de dos puntos) central a la evolución de la iconografía del arte.
Grabados de Durero en los Museos del Banco Central de Costa Rica. Foto cortesía del museo.
Sus aportes de geómetra y el bagaje observado en “La Melancolía” de esta colección, con los poliedros y el trazo de los caracteres tipográficos y de su famoso “monograma”, explica el sugestivo encadenamiento marcado por el cuadrado, el cual él trazó en la zona superior de la pieza, para seguir las pistas compositivas. Nos revela que tal vez en algún momento de esos viajes Durero compartió conocimientos con el fraile Lucca Paccioli (1445–1517) –creador del famoso compendio conocido como “La Divina Proporción” (esto se deduce al apreciar aquel retrato atribuido a Jacopo di Barbari, 1495, en el cual aparecen ambos artistas en una lección de geometría –madre de la comprobación y aproximación a las estructuras que sustentan la arquitectura y el diseño-, con el manejo del compás como instrumento de medición, que les permitía demostrar uno de aquellos teoremas euclidianos).
Grabados de Durero en los Museos del Banco Central de Costa Rica. Foto cortesía del museo.
Vista de las salas expositivas que albergan la muestra. Foto cortesía de Dinorah Carballo.
Conclusión a lo visto
Visitar esta muestra en los MBCCR representó en mi caso personal una somera reflexión, activó mis recuerdos de los años de estudiante de diseño en la ciudad de Urbino, Italia –la también llamada “Cittá Ideale Rinascimentale”, en cuyas callecitas empedradas en algún momento de sus vidas anduvieron -entre otros-, el Gioto, Rafael Sanzio, Bramante, y el mismo Piero della Francesca quien durante el ducado de Federico de Montefeltro creó la magistral “Fragelación de Cristo de Urbino”. Evoqué mi viaje a la región de Babaria, Alemania, intentando palpar el entorno de actuación de Durero y Gutemberg -quien también generó enormes aportes a la imprenta y al libro. Y digo “internamiento” en tanto que en cada cuadro, en cada serie, observé los principios que fundamentan nuestra profesión: el lenguaje, lo que se dice y cómo se dice, lo que se lee en la línea, en el claroscuro, en la trama, en las texturas, en los blancos, en la luz sugestiva y poética; elementos que entran en tensión al dotar de interés al cuadro. Pero también evoqué los estudios de las estructuras de proporcionalidad, la partición armónica y configuración de poliedros y modelos de la geometría rotatoria que culminan el acervo científico para todo artista, diseñador o arquitecto –prototipo del llamado “hombre renacentista” y del Humanismo, cuando cada componente del sistema artístico admite la noción que da temple a la estética y acuerpa la historia del arte, revive quizás aquellos encuentros que sostuvo el maestro alemán con otras posiciones o preocupaciones culturales que lo llevaron a pisar el podio donde hoy se distingue a los maestros del arte.