La necesidad de regenerar la cultura urbana y atraer al habitante para que vivencie los espacios públicos y/o privados de su ciudad, utilizando materiales que provengan de lo que él mismo uso, e incluso, en casos extremos hasta abandonó en algún ángulo de la ciudad, mueve a Francesco Bracci, arquitecto y artista contemporáneo, a proponer sus intervenciones a la ciudad, y disponer delante de la mirada del transeúnte, un signo de reflexión que lo detenga e interiorice y concientice su rol en esta sociedad de consumo productora de enormes cantidades de desperdicios, que Bracci utiliza creativamente en sus estructuras transformados en estética propiciadora de ámbitos de intensidad humana, territorios de encuentro con sí mismo ante la fuerza emotiva de la vida urbana actual.
Con estas motivaciones me acerqué a este joven creador quien en abril pasado propuso una intervención en la Plaza de las Garantías Sociales de San José, titulada “Cauchópolis”, como parte del Festival Internacional de las Artes FIA 2014, para adentrar en el significado de sus proyectos que intentan transformar actitudes generando sensaciones de naturaleza perceptiva, lúdicas, estructuras con materiales de desecho, las cuales colocan un espejo delante del usuario y lo afectan.
El pulmón urbano, Espacio de La Aduana, 2012, y El misíl, Avenida Central, San José 2013. Fotos cortesía de F. Bracci.
LFQ: ¿Qué tanto te interesa la intervención urbana?
Francesco Bracci: Hoy en día, la intervención urbana es el campo en donde más me interesa trabajar. Me gusta el reto que plantea el espacio público ya que en él confluyen gran cantidad de factores que inciden plenamente en el proceso y resultado final de la obra. Ningún espacio cuenta con las mismas características espaciales, físicas, ambientales y sociales que otro, y éstos factores son determinantes tanto en la concepción misma del proyecto como en la receptividad que pueda tener el público ante la propuesta, no es lo mismo trabajar en Siquirres (provincia caribeña de Limón), en donde hay particularidades climáticas y sociales completamente distintas a las que podemos encontrar en la ciudad de San José y en definitiva eso debería de verse reflejado en el resultado final de la propuesta.
En mi caso, como estudié arquitectura, encuentro una afinidad particular en el enfoque que puede existir a la hora de desarrollar una propuesta arquitectónica, con respecto a la forma de abordar una intervención en un espacio público.
LFQ: ¿Cómo la defines? ¿Qué rasgos particulares te interesan, materiales, estructurales, espaciales?, ¿qué buscas decir con ellos?
FB: La defino como un mecanismo capaz de activar espacios. Esta activación no solo puede darse a nivel físico a través de una propuesta que se emplace en un sitio definido, sino también a nivel de acción. Creo que cualquier elemento o situación que logre romper la cotidianidad de un sitio, o modificar la concepción que el espectador tenga de su entorno inmediato, puede considerarse como una intervención urbana.
Células de consumo, La Aduana 2010. Fotos cortesía de F. Bracci.
LFQ: ¿De qué manera te convenciste acerca del reutilización de materiales y considerar una postura que tiene que ver también con la sostenibilidad?
FB: La escogencia del material a la hora de realizar un proyecto de éste tipo me parece vital. En el 2006 realicé mi primer proyecto en el espacio público en el Parque Metropolitano La Sabana, y en ese momento había utilizado materia prima virgen comprada en ferretería: más de 800 metros de manguera plástica. Ésta propuesta solo estuvo dos semanas expuesta durante el FIA de ese año, y una vez que la desarmé, me di cuenta que todo ese material se había convertido en desecho sin ningún otro fin más que ser reciclado. Así que éste fue el punto de giro más importante dentro de mi proceso, y posteriormente, porque no decirlo, llega a convertirse también en una especie de obsesión, saber de donde viene el material y para donde va luego. Yo creo que la valoración del material a utilizar debe tener una referencia directa no solo al concepto detrás de la obra, sino a la durabilidad o permanencia de la misma en el espacio.
LFQ: A estas alturas de tus experiencias en este campo, que no son nada pocas, ¿qué desprendes?, ¿observas algún carácter particular en tu trabajo?
FB: Me interesa la generación de Prototipos Urbanos, los cuales en su mayoría nacen a partir de la reproducción, multiplicación y ensamblaje de un mismo módulo un número determinado de veces, me gusta denominarlos Organismos artificiales, porque de cierta forma el módulo cumple la función de célula o elemento generador de forma, también vemos la necesidad de un esqueleto capaz de darle rigidez a la estructura, cubierto finalmente por ésta piel compuesta por una matriz de elementos modulares.
Tsunami plástico, La Sabana, 2008 y Kaja de cajas, La Aduana, 2010. Fotos cortesía de F. Bracci.
LFQ: ¿Encuentras algún signo o carácter recurrente en tu investigación?
FB: Hay tres enfoques distintos que he buscado con los proyectos:
– Uno en donde básicamente exploro las cualidades físicas y estructurales de los materiales de desecho, para saber de que forma pueden ser utilizados en el espacio público, la meta en éstos es generar interacción y nuevas interrelaciones en los espacios, acercando a la gente a la propuesta para que formen parte activa de la misma y no solo tengan un rol pasivo como espectadores. También me interesa a la vez proponer un sistema constructivo versátil en donde las personas involucradas tanto en el proceso como aquel que interactuó con la obra, pueda tomar éstos sistemas generados y aplicarlo a sus propias necesidades.
– Hay otro tipo de proyectos que tienen un carácter totalmente distinto, ya que su función principal no es lúdica, ni buscan la interacción directa entre el usuario y la obra, más bien actúan como una vitrina que quiere poner en evidencia ciertas problemáticas que pueden resultar confusas y pasar desapercibidas por gran parte de la población. Es tomar estadísticas, datos y materializarlos para que puedan tener una lectura más clara. Su función principal es generar “discomfort” en las clases políticas y en las grandes corporaciones como forma de presión y para solicitar una revisión de las políticas actuales en cuanto a temas relevantes en el desarrollo urbano.
– Y un tercer enfoque son los que denomino: Generadores de Sombra, que nos plantean la siguiente problemática: Que pasaría si el crecimiento Urbano continua de forma tan acelerada y sin control, que tengamos que inventarnos lo que ya tenemos gratuitamente en el entorno natural, como es la sombra. Aquí exploro con distintos prototipos ubicados en diversos espacios urbanos.
El Guanacaste de lata, Parque de La Libertdad, 2010. Fotos cortesía de F. Bracci.
LFQ: ¿Cuándo y dónde?, o ¿en qué momentos y en qué lugares deseas usarlos?
FB: No tengo una predilección en particular para realizar los proyectos (a no ser que se necesite tener una muy alta exposición para difundir alguna idea en específico, como fue en el caso del Misíl Plástico en donde era fundamental poder colocarlo justo en la Avenida Central), realmente me interesa poder trabajar en la mayor cantidad y diversidad de contextos posibles. Con respecto a tiempos, sería ideal poder armar los proyectos en verano, porque dado a que hay que trabajar usualmente al aire libre, en sitios en donde no hay posibilidad de tener control sobre los elementos, usualmente factores como el viento, la lluvia, el sol, etc, pueden complicar mucho el proceso de montaje. Pero bueno como eso casi nunca es posible de establecer, hay que tratar de constantemente adaptarse a las condiciones climáticas imperantes en el momento y en el lugar.
Cauchópolis, FIA 2014, Plaza de las Garantías Sociales. Fotos cortesía de F. Bracci.
LFQ: ¿Cómo defines esa carga de emociones que agrega el material y que afecta al habitante urbano, al transeúnte, en este caso sirviéndote de las llantas en desuso?
FB: Usualmente los materiales con los que trabajo forman parte de la cultura de consumo y esto logra que exista una empatía entre el usuario y la obra, ya que no es un elemento ajeno a él, con el cual puede llegar a sentirse identificado. En el caso específico de la llanta de desecho, gran parte de la población es consciente de esta problemática, así que mucha gente de primera entrada logró ver las posibilidades funcionales a nivel de ingeniería y arquitectura que podría tener la llanta, incluso querían informarse acerca del sistema constructivo utilizado para construir ellos sus propios muros de retención en sus terrenos, otros llegaron a percibirlo como el Templo del Dengue, ya que siempre han visto a este material como un elemento sin ningún otro fin más que como un criadero de insectos, mientras que los niños llegaron a apropiarse del espacio y lo tomaron como un sitio de interacción, usaron las paredes de llantas para escalarlas y funcionó en general como un espacio de juego: Otros artistas lo tomaron como una plataforma física, una intervención urbana que a la vez podía llegar a ser intervenida. En definitiva esto es lo que vuelve a este trabajo apasionante: esa multiplicidad de lecturas que pude tener un mismo proyecto.
Cauchópolis, FIA 2014, Plaza de las Garantías Sociales. Fotos cortesía de F. Bracci.
LFQ: Tus propuestas observan el sitio, ¿qué esperas que sienta o advierta el usuario?
FB: El espacio plantea una serie de parámetros a seguir pero depende del enfoque este tema puede tratarse de dos formas: O la propuesta busca romper con la linealidad y trasgredir el espacio, o puede buscar armonizar y jugar con los ejes que lo componen, respetar el tránsito y la fluidez espacial. Al final dependerá mucho de éste factor, la forma en como se emplaza un proyecto en el lugar y como consecuentemente la gente llegue a percibirlo.
¿Cuál, en particular, has sentido mayor logro?, y, si pudieras volver a producirla ¿qué cambiarías en ella?
FB: Probablemente los que mas me han costado de montar, uno los podría considerar como los mayores logros, pero aún así recuerdo que al principio había que trabajar con las uñas para poder hacer un proyecto ya que nunca había presupuesto, y todo se lograba gracias a las alianzas, ayudas de los amigos y básicamente el aporte de la gente que se iba sumando al proyecto. Uno de los que recuerdo con más cariño es Marea Plástica, que fue un trabajo de más de 8 meses donde participaron más de 800 personas y en donde nadie gano un peso, todos se apuntaron por que creyeron en el proyecto.
¿Qué cambiaría de éste proyecto? Es el consultarle a todo el mundo por soluciones, ya que con los años me he dado cuenta que a veces las mejores soluciones vienen de los lugares menos esperados y esas ideas suman obtener un buen resultado final.
Cauchópolis, FIA 2014, Plaza de las Garantías Sociales. Fotos cortesía de F. Bracci.
LFQ: ¿Qué te motiva a plantear este carácter de proyectos creativos?
FB: Cuando estoy en las últimas dos semanas de montaje siempre me pregunto el porque me meto siempre en tantos enredos y juro tomarme un tiempo para aclarar la mente luego de terminar, pero no pasan ni dos semanas después cuando me doy cuenta que estoy viendo a ver como hago para enredarme de nuevo. Así que no sé, se ha convertido casi en una necesidad, hay un impulso que me hace estar siempre en una constante búsqueda.
LFQ: ¿Qué aspectos te desmotivan en el momento de realizarlos?
FB: Usualmente no hay mucho tiempo para desmotivarse durante el montaje, ya que en todo momento hay que estar abierto a los cambios de última hora, es vital ser flexible y aprender a acomodarse a los factores externos y no desmoralizarse porque se tuvo que hacer un cambio drástico en el último momento. Con lo que si siempre hay que lidiar es con un alto grado de incertidumbre, ya que la mayoría de las veces, el proyecto es una apuesta, uno asume que el material, el entorno y el público se va a comportar de cierta forma pero nunca es una garantía de que realmente las cosas saldrán de esa manera.
Cauchópolis, FIA 2014, Plaza de las Garantías Sociales. Fotos cortesía de F. Bracci.
LFQ: Para concluir con este acercamiento a Francesco Bracci, me motiva reflexionar sobre lo que permanece como aprendizaje, en nosotros como individuos críticos, pero que también puede que se proyecte al usuario, al ciudadano quien interactúa con la intervención. Debemos aprender de todas esas experiencias incluso cuando son incómodas y en tanto no se sabe cómo pude terminar de afectar la propuesta, ¿qué te queda de esas experiencias tan intensas?
FB: También he aprendido a no desmotivarme cuando la gente “sobre interactúa” con la pieza, hasta el punto de que varias de las intervenciones las han llegado a destruir por completo. Bueno a partir de estas vivencias trato de adelantarme lo más que puedo a los eventos que pueden suceder, aún así siempre hay un rango muy grande de cosas que uno ni le pasan por la mente que la gente puede hacer, pero esto siempre va a ser uno más de los factores claves cuando se trabaja en el espacio público: el clima, el público y la incertidumbre siempre van a formar parte de ese conjunto.