Entrevista con el diseñador Franklin Hernandez-Castro, sobre su producción editorial
Franklin Hernández-Castro es director de la escuela pionera en la formación de diseñadores industriales del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), donde se graduó en 1984. Obtuvo una Maestría en Diseño en la Hochuschule Für Gestaltung Schwäbisch Gmünd de Alemania donde también es profesor, y otra en Ciencias de la Computación del ITCR; además, fue graduado con honores en el Doctorado de Ciencias del Diseño, Universidad Duisburg-Essen de Alemania.
Franklin Hernández-Castro en una de sus lecciones magistrales en la Escuela de Diseño Schwäbisch Gmünd de Alemania.
En algunos de los post de diseñacr insisto en observar el trabajo de importantes pensadores, críticos y docentes de las escuelas de diseño, quienes abordan su quehacer documentando su trabajo y el de sus estudiantes, y que a lo largo de su carrera obtienen un sólido producto –libros publicados-, que activan a otros a crecer y a proyectarse como profesionales conscientes de lo que saben.
Lo abordo en esta primera ocasión para conversar con él acerca de sus libros publicados: Fundamentos del Espacio Tridimensional 1995, Editorial Tecnológica de Costa Rica; Estética Artificial 1998, Editorial MithOz; El error de Le Corbusier 2008, también de la Editorial Tecnológica. Además, está en prensa 3D Thinking de la Editorial AV de Alemania.
Cubierta del libro Estética Artificial 1998, Editorial MithOz.
Para comenzar con estas entrevistas sobre tu amplísimo aporte profesional, háblame de la historia de esos libros, ¿cómo se generó la idea de escribirlos?, ¿qué te motiva a investigar y a sustentar tu pensamiento teórico del diseño?
Todo empezó cuando me asignaron los primeros cursos en esta escuela, en particular me emociona trabajar con los fundamentos del espacio tridimensional; además le sumo la experiencia de lo leído y experimentado en mi campo profesional.
Producir publicaciones obedece al diario transcurrir de la actividad académica, yo soy un documentador por excelencia.
¿Cuál es tu contribución para con la escuela y el aprendizaje del diseño?
Los libros pretender ayudar a otros docentes a impartir sus clases, porque provienen de una experiencia didáctica con la cual me propuse ayudar a los estudiantes a entender mejor la materia. Trato de ofrecer claridad a lo expuesto, y que con su lectura, se explique con la mayor simpleza los fundamentos del diseño. Ese primer libro tuvo mucho éxito, la edición se vendió por completo, y los frutos se multiplican en las escuelas de la región.
Después de un esfuerzo de esa naturaleza, de producir y ver publicado un libro, ¿sentiste que lo habías dado todo en ese tema?, o ¿ya tenías observada otra área donde intervenir?
Por supuesto, había ampliado mi interés por los fundamentos y en específico, por los de la percepción; en ese tiempo sentí la necesidad de tratar aspectos como la estética, lo que se considera bello o no en las escuelas de diseño.
Luego de obtener la maestría en Alemania, traje mucho material, eso me permitió afrontar con mayores fortalezas el curso de fundamentos de estética, que por lo general es abordado como un enfoque filosófico.
Algunos de los proyectos profesionales de este diseñador, se trata de tenso estructuras que funcionan como carpas para auditorios, el primero se localiza en la comunidad de San Marcos de Tarrazú y el segundo en el IMBIO Parque, en Santo Domingo de Heredia.
¿Cuál fue tu abordaje? Recuerdo que a partir de tu intervención el curso pasó de encausar un discurso teórico y de reflexión, para producir modelos sobre la generación morfológica y pulir el hacer imprimiendo calidad y belleza en lo producido.
Quizás mi pensamiento al respecto fue ofrecer un curso que pudieran utilizar los estudiantes en su práctica de todos los días; lo que se hacía anteriormente no ayudaba mucho a mejorar la estética de los nuevos productos; mi enfoque fue generar una instrumentación más exacta e inequívoca para enfrentar la tarea de generar cultura material bella.
¿Fue ese el “corpus” que sustentó tu segundo libro? ¿Cuáles fueron tus motivaciones y su trascendencia?
Yo llamaba a esas experiencias “percepción de la belleza”, pero desde el punto de vista material, cuando encontramos a diario cosas que son bellas y otras no. Quería elaborar cierto discurso de lo bello desde lo artificial, cuyo carácter pudiese ser controlado como un todo.
Explicar la percepción confrontada a lo que distingue a los objetos y productos en Arquitectura, Diseño industrial y Gráfico.
El libro también es utilizado por las universidades nacionales y de la región; fui invitado a presentarlo a El Salvador y Guatemala, pero también se conoce en Argentina y México.
El error de Le Corbusier, Editorial Tecnológica de Costa Rica.
El maestro Franklin Hernández-Castro nos sorprende, no solo por la concepción estructural de sus pensamientos sustentada en sus libros, sino por su espíritu crítico que activa un discernimiento constante al hacer y pensar en la producción intelectual y científica contemporánea. Háblame de tus motivaciones para disentir con uno de los grandes de la historia de la arquitectura, el diseño y el arte. ¿Cómo nace “El error de Le Corbusier”?
La idea surgió mientras recibía una clase de Introducción al Diseño con Oscar Pamio en 1982, justo al iniciar mis estudios acá en el TEC; él nos hablaba de los instrumentos de la proporción y los fundamentos del diseño. Para mi fue como descubrir la receta para interpretar lo que pretendía hacer como estudiante, aquello calzaba con mi pensar de aquellos años, pero lejano a ser infalible, la receta no me salía tal y como yo pretendía, eso me desilusionó.
Desde esos años me cuestionaba que los griegos hablaron de proporción, pero no encontramos en la historia ningún análisis de esas épocas, todos fueron estudios posteriores.
Cuando ingresé al doctorado, esas inconsistencias activaron mi hipótesis a ser comprobada. Me fueron rechazadas algunas, en tanto el comité científico del doctorado creía que el abordaje no era el esperado; al buscar el tema recordé mi disenso hacia la teoría de mis años de estudiante, además, había concluido la segunda maestría en Ciencias de la Computación la que me armó con un arsenal apto para solucionar problemas de computo, que apliqué a mis razonamientos de proporción, como un problema de ingeniería en aproximación.
O sea que de esa combinación de experiencias propias y de tu bagaje teórico, surgió la hipótesis que te condujo al doctorado. ¿Cuál es la naturaleza de esas observaciones, y qué aportan a la teoría de la proporción al generar objetos agradables y correctos?
Me sumió en un estudio histórico muy fuerte donde descubrí asuntos inimaginados -como el apuntado: no había un solo estudio proporcional hecho por los griegos, el único fue el arsenal de Pireo y eso estaba lejos de ser un análisis proporcional, de hecho es lineal y no geométrico, ni que hablar de proporción áurea, etc. Carecía de evidencias históricas que contribuyeran a fortalecer mi hipótesis; encontré solo estudios posteriores, como el Homo Ad Quadratun, aquel dibujo de Leonardo Da Vinci para el libro de Lucca Paccioli que a su vez interpretaba lo dicho por Vitrubio, con más de mil años de diferencia. Me percaté también que el volumen de las figuras del Homo Vitrubiano se perdió en el tiempo, solo queda el volumen de los escritos de Vitrubio respecto a la proporción, traducido del latin al inglés y de ahí al alemán, posteriormente a otras lenguas entre ellas la española; cuando se leen uno se percata de jugar con una caja de pandora, se mezclan y confunden los conceptos. Descubrí además que el único interprete correcto del pensamiento de vitrubiano fue Cesare Cesariano, los trabajos de Durero y de Leonardo, posteriores a Cesariano, no grafican en forma exacta las palabras de Vitrubio, aunque son proporcionalmente algo más correctos que el pensamiento original.
¿Cuáles fueron las consecuencias de ese abordaje tan polémico para con tu doctorado? ¿Dónde está el centro de tu contribución a la ciencia del diseño?
Totalmente positivo, me dieron los honores: recibí el Magna Cum Laude que certifica la máxima distinción de un doctorado, que corona los esfuerzos y dedicación a una investigación de ese género.
Respecto al asunto central, mi contribución es afirmar que las cosas bellas comparten ciertas proporciones, pero no se puede afirmar que todas las cosas que tienen esas proporciones sean bellas. La proporción no es una causa, es una consecuencia de la belleza. Los artistas lo utilizan sin proponérselo, pero lo hacen, porque el concepto esta en la red neural de una la persona culta, de alguien que ha visto, conoce y sabe valorar lo encontrado. Se trata de un conocimiento no simbólico el cual no se puede explicar, no puede ser verbalizado, pero se aplica.
Algunas de las páginas del nuevo libro 3D Thinking que se publica en tres idiomas, por parte de la editorial alemana AV.
La más reciente producción editorial de Hernández-Castro se encuentra en prensa, con trecientas cincuenta páginas que testimonian más de quince años de trabajo entre la escuela de Alemania y la del TEC. Ese texto fue traducido a tres idiomas: alemán, inglés y español.
Aborda las prácticas de la tridimensionalidad, lo que ofrece oficio pero también gimnasia mental al educando, fundamental para encausarse luego hacia cualquier proyecto de diseño. De hecho la segunda parte del libro se dedica a ejemplificar con proyectos donde se aplican sus teorías del pensamiento tridimensional, título del libro: 3D Thinking.
Para concluir, ¿cuál es el principal aporte de tu pensamiento publicado, al diseño y la profesión, y por ende a la economía del país?
Necesitamos una masa diseñadores competentes que den soporte a la producción moderna, que trabajen y generen diseño por lo tanto hablamos de valores tangibles e intangibles cuyos frutos generan riquezas.
El diseñador industrial Franklin Hernández-Castro en sus momentos de descanso, cuando se ocupa además de pensar en el diseño.
Mi propuesta ha sido contribuir con instrumentos básicos, claros, simples, aptos para estimular a otros. Desde mi trabajo en la dirección de esta escuela propongo la formación de diseñadores que en el menor tiempo posible puedan competir con el diseño colombiano, mexicano, brasileño; el propósito de esos libros ha sido clarificar las cosas para ellos que van a producir “Prêt-à-Porter”, (no objetos de lujo). No excluyo tampoco que existan esa tipología de “genios” quienes puedan llegar a exponer a Nueva York, esos no me interesan pues trabajan solos, no los debemos empujar a nada.
Es gratificante y esperanzador tratar con profesionales del calibre de Franklin Hernández-Castro, en tanto puedo afirmar que con el acercamiento a su pensamiento y experiencia académica, me enriquece personalmente, y a su vez aporta un incentivo más a la discusión existente sobre el rol actual de las escuelas de diseño en la formación de “motores” o activadores del crecimiento de nuestros países. Ahí se esboza el asunto central de la universidad para con el desarrollo; un decir bíblico sentencia que “si la higuera no produce higos”, ¿cómo se defiende su existencia en la campiña?