La fogosa visión de Plus Volta del guatemalteco Marlov Barrios –quien exhibe en la Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo MADC en San José, Costa Rica, del 15 de mayo al 4 de julio de 2014, en la celebración de su XX Aniversario-, refuerza mi apreciación por el dominio técnico con que elabora los dibujos de la serie “Micro fe”; las tallas y ensambles tituladas “Turbo Avistamientos”; las xilografías de la serie “Optimus” con las cuales apunta y confronta situaciones adversas del ayer de estas naciones centroamericanas, y las gráficas de la serie “Emblemático”, con lo cual componen un imaginario donde convive el lenguaje de lo popular y lo ancestral de los pueblos originarios: al ingresar a la sala nos motiva a evocar una de aquellas estelas mayas pero compuesta con una narrativa muy cercana a la gráfica callejera e incluso comercial, con fuerte carga de color y algarabía visual. Con sutileza contrasta entre la noción de lo religioso impuesto y el barroquismo inspirado en la arquitectura, mobiliario y pintura tan singular en el período post colonial de esta cercana nación.
Marlov Barrios: Plus Volta, vista de sala 1.1, al fondo dibujos de la serie Micro Fe, dibujo sobre papel 2010. Foto LFQ.
Marlov Barrios: Emblemático, inyección de pigmentos sobre teca, 2009. Foto LFQ.
Quizás -como siempre me sucede al visitar una muestra-, caldean las preguntas, los cuestionamientos incluso, tal vez por la variedad de discursos y tratamientos, pero poco a poco, la incertidumbre cede, el deseo de conocer la propuesta adentra en la comprensión y me sume en el deleite. Sus piezas detonan en la conciencia de explorador para abrir mi comentario, las tensiones perceptivas activan un campo cuyos vectores chocan y repelen de una pared a otra, nos mueven a salir y volver a entrar al espacio vivencial de la sala comportándonos como cuando la gallina no sabe dónde poner el huevo.
Marlov Barrios: De la serie Turbo Avistamientos, Propulsión, Colmena, Totem. Talla y ensambles sobre madera, 2014. Foto LFQ.
El primer anclaje: espinas, naturaleza y emotividad
La muestra provoca en nosotros los espectadores un flujo de emociones que en parte tienen que ver con lo conocido y experimentado del arte tradicional guatemalteco, por ejemplo, al observar la instalación titulada “Catedral” hecha de papel pergamino grabado en blanco con la técnica con que realizan las invitaciones a bodas y otras festividades, y a pesar de lo populachero que nos parezca de repente su lectura arraiga e identifica y germina su fortaleza de templo donde resplandece lo sagrado.
Marlov Barrios: Optimus, xilografías a tinta china sobre papel, 2006. Foto LFQ.
La piel del Axis Mundi
Las espinas, por ejemplo, que aparecen en las tallas en madera, en los grabados y dibujos, refieren a la piel de la poderosa ceiba, árbol sagrado para las culturas centroamericanas. Dichas espinas son un carácter muy significativo de la especie, cuyo nombre científico es Pentandra, la cual, una vez alcanzada su condición de adulta, las espinas desaparecen, aspecto que refiere a la vivacidad y convicción de la edad juvenil quien todo lo prueba, todo lo ve, todo lo escucha, pregunta pero también cuestiona. La ceiba marca las nociones espaciales de adelante, atrás, frente izquierdo y derecho; pero, en tanto “eje del mundo” en la cosmogonía de las culturas originarias eran “escalera al cielo” por donde suben o bajan los espíritus de los muertos al supramundo o al inframundo (noción donde conviven los seres alados, como la ruidosa lapa roja o guacamaya que se alimenta del follaje de la ceiba, o abajo donde se mueven los gusanos bajo la temido fondo que llamamos morada final y amparada por las deidades –esta lectura la sustento en la apreciación de la estela de Pacal, rey de la antigua ciudad maya de Palenque.
Marlov Barrios: La Catedral de papel pergamino, 2010. Foto cortesía del MADC.
Poética, fuego, purga
En las imágenes hay fuego, hay purga, coexisten figuras extraídas de impresos populares y quizás por ello el artista titula a una de sus piezas “Emblemático”, e incluso en sus grabados y dibujos aparecen gestos que se vuelven cañón, bayoneta o bala, “Optimus”: manos y dedos que disparan la memoria personal del observador hacia cercanos referentes como los dibujantes de la Nueva Figuración de la década de los setentas del siglo pasado, como su coterráneo Arnoldo Ramírez Amaya, por citar solo a alguno.
Esa emotividad no se carga sola a la talla, al ensamble, al trazo, al grabado, a la pluma, gubia o formón, es una notable construcción de sentido que forja el ser creativo primero con pensamiento, con rigor, con espuela y espina: aquello que se dice también hiere, pero no inflexiona el impulso de quien con sus visiones emplaza nociones que relacionan al poder, expresiones que juegan con lo frágil, lo vivido, lo propio, y giran en la gran rueda de la fortuna, y a veces hasta desgarra la piel de la cultura pero también la eriza, ante la enorme interrogante que se cierne sobre nuestro hacer y estar en este mundo.