Entrevista al artista y escritor costarricense Otto Apuy (1945) respecto a su muestra en el Museo de Arte Costarricense (MAC)
Me parece genial que José Miguel Rojas –curador de la muestra de Otto Apuy en el MAC-, la titulara TRAYECTO 1974/2011, en tanto identifico a este artista por ser un incansable caminante; qué importante es andar para descubrirse, para encontrar aquello que hoy muestra: esculturas, objetos, videos, dibujos, pinturas, instalaciones, poesía, narrativa. El Apuy que conozco es ése, probando todo lo posible o hasta lo imposible, experimentando el trayecto que posee muchos nudos y bifurcaciones que marcan épocas de su trabajo creativo, sin embargo es uno.
Otto Apuy, El Desafecto, pintura, 1977. Fotografía de R. Rubí, cortesía del Museo de Arte Costarricense (MAC).
Conocí al Apuy de “los signos del desafecto”, de un trazo ataviado de ironía pero a la vez introspección y un estilo grotesco propio de la nueva figuración de los setentas; luego, el de los años de “Trómpico performance” que exhibió en 1980 la Galería Francisco Amighetti de la Facultad de Bellas Artes, UCR, y la Instalación “Proporciones” exhibida en el ITCR. Lo visité incluso en Barcelona en 1985 cuando conquistaba el arte matérico y conceptualista; ya construía esos aparatajes de la memoria que se mezclaron muy bien con la pintura, y al regresar al país, con los materiales autóctonos como jícaras, cuerdas, comales, bambú. Son memorables, primero, su instalación “Transformación del Rosto” 1995, Premio de la Sala Principal de la II Bienal de Escultura de la Cervecería Costa Rica, actualmente en la colección del MADC, y entre otras su instalación La Gotería en Galería Alternativa, 2005.
Otto Apuy, Trómpico Performance (instalación)1980. Fotografía de R. Rubí,cortesía del MAC.
LFQ. Después de cuatro décadas de asumir el “Trayecto” creativo que hoy se produce con esta muestra en el MAC, ¿qué significa hacer arte hoy, dentro de una crisis tan generalizada de la cultura contemporánea?
OA. Ciertamente, si el arte de hoy fuera fiel a la representación del contexto, serían los medios técnicos al alcance los que se emplearían, pero el “discurso” significativo sería el mismo, si priva el concepto o la idea. La tecnología emplea velocidad en la comprensión, pero a la vez, deshecha igualmente, hasta de sí misma como máquina; una computadora pierde su actualidad en tres años ahora, ¿cambiará eso el sentido de la comunicación del arte? La comprensión de cantidad de información invisibiliza muchas veces a otras manifestaciones. A veces ocurre fenómenos como el crecimiento vertical de San José y una pintura urbana que emerge, que habla de urbanidad y arquitectura, o el fenómeno de los noventas de pintoras, de una posición sobre su identidad femenina y pensamiento. Hacer arte hoy es distinto y significativo, pero así lo ha sido siempre. Ciertamente no hay resistencia y los pintores pueden llegar a ser muy agresivos y fuertes pero es asimilado sin muchas polémicas. ¿Falta de rigor? quizá, pero es el producto del exterior masivo de imágenes. La abundancia y la indiferencia a explicarse y autocriticarse ante eso. Pereza de cuestionar, pero no en otras cosas que tienen que ver con su vida de joven como los juegos electrónicos. Eso marca la diferencia.
Otto Apuy, Proporciones (instalación), 2011. Fotografía de R. Rubí, cortesía del MAC.
LFQ. Dicen que la obra de arte y sus creadores siempre han sido una importante luz para comprender los acontecimientos, en tanto los focaliza, experimenta y proyecta. ¿Qué signos lees que implican al arte en su diversidad de manifestaciones?
OA. Joseph Beuys, decía hace algunos años que el arte, por esta época vendría a ser muy social. Siempre me pregunté la razón de ello, claro, desde su pensamiento analítico. Lo representacional siempre se ha movido en el arte, tanto en lo formal como informal. Se tiene a ser muy representativo en los dos discursos, divisorio de lo aparentemente comercial o artesanal, y se posee conocimiento técnico gnosis y praxis. Eso produce un cambio sustancial porque eleva la calidad del discurso, potencia, casi como una excusa el acceso del arte a los artistas periféricos, por decir, que giran alrededor de un mercado consolidado y aceptado por el Estado, utilizando actividades públicas-artísticas, como perfomances y acciones en vivo, teatro y arte público. Esto es lo que entiendo de lo social activo, de un arte introducido como herramienta.
Otto Apuy, Índice de resbalosidad, 2011. Fotografía R.Rubí, cortesía del MAC.
LFQ. Luego de extender la mirada hacia lo recorrido, y que se presenta en esta muestra curada por José Miguel Rojas con atención y fino trazo museográfico. ¿Qué activadores te mueven a crear hoy?
OA. La naturaleza -si se le puede llamar activador a algo que siempre ha sido agente afectivo- de cambio. El paisaje usurpado al derecho de la belleza escénica y la acción desmedida de las transnacionales y locales. El concepto de la migración, el poder del narcotráfico y el derecho a la información del ciudadano. La ausencia del arte en la vida diaria y en la ciudad y el derecho de todos a la lectura, a incentivar el disfrute del conocimiento. La erradicación de la pobreza y el derecho a las autonomías culturales.
Otto Apuy, Índice de mueca,2011. Fotografía R.Rubí, cortesía del MAC.
LFQ. Tus discursos de la teoría del arte, el diseño y la arquitectura de inicios de los ochentas, “Proporciones”, las construcciones de máquinas y demás propuestas conceptualistas, ¿se disuelven en un volver a la pintura hoy?
OA. El autor puede decir que están implícitas y el receptor aceptarlas, pero ciertamente están disueltas. Es por eso que no existe la “resistencia”, aquello que se hizo, en el lugar y el tiempo preciso tenía una razón de ser: mostrar una visión seria, apoyada en ejemplos de percepción, señalar caminos y vías exploratorias. Yo era consciente que al mostrar mi pensamiento debería apoyarme en elementos discursivos.
Otto Apuy, Mesa quebrada, 1980. Fotografía R. Rubí, cortesía del MAC.
LFQ. En mi caso siento gran nostalgia al apreciar aquella carga poética de “los signos de desafecto”, de tus grabados y dibujos de carácter contestatario de los setentas, que fue el primer Otto Apuy que conocí. Ese bagaje fue asimilado en tus constructos matéricos y conceptuales. ¿Hacia dónde va Otto Apuy?
OA. Las últimas pinturas pertenecen a este año. Es un estudio sobre la ascendencia china. En mi obra han aparecido algunos significantes chinos anteriormente, pero a manera de conjunto dispar, es decir dentro de otros discursos. En este caso, es netamente sobre el tema aludido. Una proyección de un viaje a los orígenes. En la actualidad estoy trabajando dos exposiciones más, en la Galería Alternativa y Hidden Garden Gallery en Guanacaste. En el plano de mi trabajo teórico me interesa el kitsch chino de las tiendas, y las pacas de zacate de Guanacaste como elementos escultóricos en la planicie. Tengo planes en otros medios como la literatura y la video-escultura monumental, en el mar y los potreros, en los arrecifes y los volcanes.
Otto Apuy, Mesa sobre mesa, 1980. Fotografía R. Rubí, cortesía del MAC.
Otto Apuy, Transformación del rostro, (instalación) 1995. Fotografía cortesía del MADC.
LFQ. Una de las piezas más representativas de tu trabajo, y de tu manifestación creativa de los noventas, es “Transformación del Rostro”. ¿Por qué no está en esta muestra tan significativa de tu trayectoria?
OA. Está en pésimas condiciones, a pesar de que se restauró la última vez. Desde un primer momento se quiso incluir, pero las autoridades del MADC nos informaron de su deterioro. Existe otra pieza similar que participó en la I Bienal de Lima, pero se extraviaron algunas de sus partes, al prestarla a un grupo de teatro y nunca me devolvieron los componentes.
Otto Apuy, La Gotería, (instalación) 2011. Fotografía R. Rubí,cortesía del MAC.
LFQ. Crecer y decrecer es propio del trayecto, inercia y sinergia, porosidad entre lo interno y lo externo. Los puntos bajos son solo una palanca que nos catapultan hacia lo alto. A manera de conclusión de esta entrevista con Otto Apuy, quisiera preguntarle ¿en qué sientes que has crecido, y qué motivaciones te catapultaron en este TRAYECTO de tu vida de artista?
OA. De muy joven tuve prisa por decir todo porque creía que no iba a tener el tiempo suficiente ante esa premisa, el tiempo lo que hizo fue evolucionar aquellos discursos. He observado que muchos de mi generación en el mundo, que compartido aquel discurso conceptual, que partía del happening y el Action Paint y la idea, nos convertimos en escritores, poetas y videoartistas, algo que denominaron multimedia artist sin entender la funcionalidad. La razón es sencilla, porque el arte es multiplicador, cada hallazgo en nuestra carrera era un abanico de otras posiblilidades; allí desde donde se crece, en el buen sentido. La motivación no vino del exterior, pero fue esencial, algo -aparente- tan simple como contar un cuento, y ojalá que sea un buen cuento: la creatividad, el único juego divino que he encontrado en esta vida.
Otto Apuy, retrato, 2011. Foto de R. Rubí.