En tiempos recientes, los muebles y otros objetos fabricados con carácter industrial comparten los escenarios con el arte, en galerías, museos, bienales. Se abrió un intersticio por donde la poética -con aquellas rosas rojas de plexiglas sumidas en el cuerpo transparente de la Miss Blanche de Shiro Kuramata-, motiva a sentarse sobre la metáfora misma, y desde entonces, los muebles también son portadores del relato, de la anécdota, o comentario social.
La mesa, el asiento, la poltrona, la silla, el librero, la lámpara, poseen la alternativa y sensibilidad de ser usados en nuestros espacios públicos o de intimidad hogareña, en su forma funcional original o en una o instalación o reinventando su diseño, empoderan al espectador, quien abren la llave de las emociones.
Ricardo Ávila, Recuerdos de infancia: El Aula, 2013. Fotografía LFQ.
Recuerdos de infancia: El Aula
Ricardo Ávila, artista costarricense, exhibe la instalación de una aula escolar, que por las características arquitectónica del museo donde se muestra, en la ciudad de Cartago, Costa Rica –que en su mayoría son sitios patrimoniales e históricos, rememora aquellos espacios educativos de ésta o cualquier ciudad del mundo. Consta de un pizarrón que de inmediato nos conecta con la memoria del sitio donde todos fuimos educandos, intervenido por niños –los hijos del pintor-, y “lienzo” para pintar rasgos de sus diversas series con el tema central de lo urbano y la ciudad. También compone esta propuesta un cuadro donde él pintó los distintos escudos de armas tenidos por la ciudad de desde la colonia e independencia de la corona española. Ávila intervino con pintura acrílico sobre la madera de esos muebles típicos de toda escuela, un grupo de pupitres, a los cuales cargó con íconos propios de la educación actual, como la computadora, la tablex, el celular, los símbolos patrios y otras apropiaciones de grandes obras de la historia del arte, recurrentes en el imaginario simbólico de su arte de carácter naif.
Ricardo Ávila, Recuerdos de infancia: El Aula, 2013. Fotografía LFQ.
Ricardo Ávila, Recuerdos de infancia: Detalle de instalación. Fotografía LFQ.
Llevar el aula de una escuela al museo, motiva la memoria, no solo del pintor que le lleva a rememorar su infancia cuando cursó los años escolares, sino de cada uno de nosotros los visitantes al museo. Conlleva un pensamiento crítico muy actual, cuando los modelos de la educación de estos tiempos son repensados ante el auge de la tecnología, en tanto el educando aprende en espacios alternativos de múltiples estímulos –como puede ser su propia casa, conectado por internet con otros niños, y posteriormente asista a la escuela a recibir retroalimentación por parte de sus maestros.
Esta propuesta -y aunque él no se lo propuso en su idea liminar-, quizás toca varios puntos en sintonía con las situaciones que redimensionan la educación delante de los grandes retos sociales, culturales y políticos advertidos en el horizonte de estos tiempos. Quizás él no implique esta compleja temática, pero nosotros los visitantes al museo, en la libertad que nos permite el arte de leer los signos que entreteje y al hacer conexiones, discursa acerca de esos enunciados y abordajes.
Ricardo Ávila, Recuerdos de infancia: Detalles de instalación. Fotografía LFQ.
El Museo Municipal de Cartago, para esta versión 2013 de la Bienal de Pintura Marco Aurelio Aguilar (uno de los pioneros del arte local), brinda homenaje a este artista nacional, quien recibió el Premio Nacional de Pintura Joaquín García Monge 2012 por su muestra “Ciudades 2012, en la Galería Nacional de San José, Costa Rica.
Ricardo Ávila, Recuerdos de infancia, instalación. Fotografía LFQ.
La propuesta Ávila pone un pensamiento de madurez, alude de nuevo a los objetos, carácter que ya hacía tiempo no observábamos en sus exhibiciones, se recuerda la muestra Cómo Vamos 2008 en la Galería Joaquín García Monge, Murales y Objetos -2009- en Galería de la Universidad VÉRITAS, sus propuestas de Bienarte 2003 que también fueron distinguidas por el jurado (entre ellos el padre del conceptualismo latinoamericano Luis Camnitzer), que le permitieron estar presente en la Bienal Centroamericana 2004, en el Museo de Arte Contemporáneo de ciudad de Panamá. Hoy en día vuelve a afinar sus visiones de intervención del objeto, en este caso y como se dijo del mueble escolar, con esta jocosa y lúdica percepción de lo urbano que cohesiona lo social, vivencia lo cultural, y nuestras formas de identidad.