Desde los años noventas del siglo pasado, el diseñador Rodolfo Morales Rodríguez nos viene sorprendiendo con propuestas donde prevalece un mueble siempre funcional, estético, suma de diseño y calidad técnica, pero sobre todo vivenciado por su ingenio y pericia en la producción y realización ahí en su taller con herramientas y equipos que él mismo ha ido adaptando, reinventando, remozando. Se le conocen preferencias por “la forma del sentarse”, la silla, tanto que mereció, en el 2010, el Gran Premio de la II Bienal del Mueble, “Un asiento para el siglo XXI”, dedicado al diseño de muebles con materiales amigables con el ambiente, y que contó como jurado al destacado diseñador catalán Ramón Benedito, organizada por la Escuela de Diseño de Productos de la Universidad VÉRITAS. Además, entre otros eventos, obtuvo una de las distinciones de la Bienal de Diseño Punto D, 2011, con el diseño de una silla en madera de pejibaye. Participa como expositor en varias ediciones de la Bienal Iberoamericana de Diseño de Madrid, y la Bienal de Saint Etienne, Francia.
Banquitos y otros muebles fabricados y comercializados por la familia Marín del barrio capitalino de Sagrada Familia, a los cuales Rodolfo Morales desea distinguir con esta propuesta de rediseño e reinterpretación. Fotografía de LFQ.
Nueva muestra en la Galería Nacional
En julio próximo, exhibirá en el espacio de la Galería Nacional una propuesta que nos motiva a entablar la reflexión sobre una componente muy importante de nuestra cultura material y la tradición popular costarricense, tiene que ver con la forma de sentarse en las comunidades rurales actuales y de antaño, como aquellos banquitos que fabrican de manera artesanal la familia Marín en el populoso barrio Sagrada Familia, al Sur de la ciudad de San José.
Ese rústico objeto elaborado con herramientas sencillas, como las materias primas con que son hechos, lo podemos encontrar en festividades populares, turnos, salones de baile, salones comunales, rezos y otras actividades donde la colectividad se reúne en solaz y esparcimiento o para tratar asuntos sociales, espirituales o deportivos; rasgos que hacen del banquito una componente de nuestra cultura y forma de idiosincrasia.
Luego de ser producidos en sus talleres familiares, los Marín salen a venderlos ellos mismos en carretones repletos, u otros medios de transporte por las vías de la capital y ciudades circunvecinas, junto con otros modelos de bancos, juegos con mesa y sillitas, aplanchadores, entre otros productos que conforman la base productiva de su economía familiar y generan un rasgo del paisaje urbano actual.
Los textiles de Doña Luz Alvarado, una artesana de la zona de La Fortuna, San Carlos. Fotografía LFQ.
Diversidad de caracteres
Con esa visión tan propia de rememorar y rediseñar, en ocasiones de reusar maderas u objetos provenientes de demoliciones o maderas muy alternativas en la producción actual del mueble como el pejibaye, la gravilea (Grevillea robusta), el laurel caribeño, entre otras, e incluso, de incorporar objetos que en su vida útil tuvieron otra función, Rodolfo Morales afina su lenguaje de interpretación, y aplica su característico tratamiento, para recrear un conjunto que en su idea liminar proviene de aquel banquito, pero al trasponerlo a las nuevas circunstancias, eleva su realización, y valoriza su procedencia.
En esa visión de recuperación de lo popular regenera el espíritu creativo de esta muestra, optando por banquitos esquineros, en cruz, o alargados, siempre los interpreta con un matiz lúdico, travieso, que los vuelve cercanos y deseados.
Uno de los textiles de Luz Alvarado, piezas de telas cosidas de 100 cms de diámetro. Fotografía LFQ.
Los cobertores de doña Luz
Otro detalle significativo que distingue la propuesta es que incorpora cobertores tejidos con sumo colorido y riqueza de texturas, realizados por doña Luz Alvarado Artavia, una artesana de la comunidad de San Isidro de La Fortuna, en el norteño Cantón de San Carlos, provincia de Alajuela. Estos tejidos brindan a la reinterpretación de los banquitos mayor valor agregado –y, vuelvo a repetir-, valoriza aquella producción textil de finos artesanos que de otra manera es difícil observarlos en las salas expositivas de la capital.
Rodolfo Morales, "banco crucero" madera con cobertores de doña Luz Alvarado. Fotografía LFQ.
Rodolfo Morales, "banco esquinero" madera con cobertores de doña Luz Alvarado. Fotografía LFQ.
El arte del sentarse
Pero su propuesta proyectual sobre la forma de sentarse va más allá, Morales quiere elevarlos aún más para que alcancen mayor estatura: la de la obra de arte. Fabrica estos objetos -con el esmero y técnica propia de su mano y logro del taller-, e invita a destacados artistas nacionales a intervenirlos, cargándolos de un matiz muy propio del arte de estos tiempos, cuando el objeto es conducido desde otras miradas, lenguajes, técnicas, expresiones y visiones artísticas. Una vez terminada la muestra, las piezas se venderán para donar su valor económico a una institución de bien social como es el Hospital de Niños. Se sumaron al proyecto de intervenir trece sillas artistas como Loida Pretis, Dinorah Carballo, Olga Coronado, Sergio Barrantes, Alina Leiva, Ricardo Ávila, Luis Chacón, Luis Fernando Quirós, Ricardo Alfieri, Marco Tulio Brenes, Eugenio Murillo, José Solórzano, Roberto Guerrero y Rolando Castellón, quien a pedido se le entregó el número trece.
Rodolfo Morales, "banco lineal" madera con cobertores de doña Luz Alvarado. Fotografía LFQ.
Rodolfo Morales, "banco 2013" madera. Fotografía LFQ.
Motivadores
Los principales motivadores al realizar esta muestra de Rodolfo Morales, titulada el “Arte del Sentarse”, en la Galería Nacional durante julio 2013, articulada en sus diversos matices y estímulos sensoriales, materiales y técnicos, son, por un lado incrementar con la exposición un verdadero laboratorio de relaciones de índole artístico, social, cultural, y, por otro, en tanto se inspira en aquel producto de los ebanistas Marín, los tejidos de doña Luz, los propios rediseños de Rodolfo y la visión de esa docena de artistas, aportan una carga de sentidos rescatable, memorable, que suman a la simple idea de exponer.
Rodolfo Morales Rodríguez, 2013. Fotografía LFQ.