Nadie colecciona un objeto que no colectó, ni es catador de aquello que no tiene entre manos, boca, mirada, pensamiento, se trate de probar una fruta, un café, un pan, un objeto encontrado por ahí, o una pintura, un dibujo, un trozo de madera, una cerámica aunque esté rota -como dijo el emperador Adriano, reescrito por Yourcenar: el catador de belleza termina encontrándola donde quiera… La razón está en la sensibilidad y experiencia de quien lo hace, al descubrir caracteres que para los demás pasan desapercibidos; se trata de experiencia y saber, pues nadie descubre aquello de lo que no tiene experiencia -aunque sea una vaga pista-, y un deseo ferviente de poseerlo. …y goza –prosiguen las palabras de Adriano-, al tener entre sus manos esas obras maestras fragmentarias, manchadas o rotas, un place de entendido que colecciona a solas una alfarería que otros consideran vulgar. Ya había usado este figura literaria antes al hablar del maestro Rolando Castellón (es más, cada vez que lo evoco a él en mis recuerdos surge la imagen de aquel conquistador de la Britania, La Galia, Egipto, entre otros lugares que empoderaron al Imperio Romano); con Castellón –otro viajero y conocedor de las culturas del mundo-, tuve recientemente una entrevista con quien es un acérrimo colector de lo que encuentra en los recodos del camino, aquello que entre sus manos y visión del arte actual impacta, en tanto él sabe cómo valorarlo y exhibirlo. En su creación artística personal es capaz de hacer con esos rastros un juego para nuestras emociones, al percatarnos de que aquel trozo de madera u objeto que nadie imagina donde recogió, se regenere en otra condición material o de la forma, se reinvente ante nuestra propia mirada motivada por el placer de observarlo.
Artséum en Costa Rica, al lado, “Dibujo”, de Richard Gullion.Foto LFQ.
Dos muestras
Entre febrero y marzo 2012, Castellón abrió sus espacios ARTSéum Zapote (reinauguración) y ARTSéum La Garita (inauguración), conmemorando más de tres décadas de coleccionar arte contemporáneo, desde sus inicios como co-fundador de la Galería La Raza, San Francisco CA (1969-1970), Curador de Arte Contemporáneo del San Francisco Museum of Modern Art (1972-1981), Director del Mary Porter Sesnon Gallery de la Universidad de San Francisco en Santa Cruz CA (1982-1992) y jefe del equipo de curaduría del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) de San José, Costa Rica, (1994-1989).
“Collectivo”, vista de instalación.Foto LFQ.
En su colección encontramos hasta lo inimaginable: revistas, catálogos, libros, apuntes, poesías, narrativas, ensayos, fotografías, pinturas, dibujos, grabados, fotocopias, tanto que, ese espacio que él llama ARTSéum motiva a estar dentro de una de esas bibliotecas de un convento medieval donde se descubre a cada paso un tesoro: lo que su mirada descubre y su pensamiento (trans)forma en un (des)borde de su ingenio y sagacidad.
“Cimarronas”, Roberto Vargas. Foto LFQ.
“Silla de bambu”, Brian Erickson, al lado “Bandeja de Cocobolo”, de Rodolfo Uder. Foto LFQ.
Pensamiento de una situación cambiante
Los orígenes de este artista nicaragüense, fueron humildes pero colmados de vivencias que lo impactaron y lo demuestra en su forma de arte; evoca el lodo, el barro, la tierra, el agua, el fuego, el viento, las semillas, las ramas y espinas del pochote, el poró o la ceiba, la piedra, las raíces y semillas, que colectó siendo aun niño. Después de participar en la primera gran muestra de Arte de Iberoaméricano en Madrid, 1979, se trasladó a los Estados Unidos para ser uno de los artistas regionales más destacados en el arte contemporáneo; hoy reside en Costa Rica desde 1993 hasta la fecha, y crea lo que transparenta ese dominio, él multiplica sus ideas en una meseta infinita, como el universo, sin fin, ahí brotan donde y cuando nadie las espera, son como el césped que uno observa y parece una única planta, sin embargo son muchas plantas entretejidas que ejemplifican la visión -natural y actual-, de la Teoría de la Complejidad que significa elaborar una amplia diversidad de los sistemas a partir de la visión de globalidad y del profundo Caos. Las piezas de su colección se encadenan en ese total con una sintaxis propia, permitiéndoles una expresión que va más allá de lo que cada pieza contiene, pues antes está la acción de aquel que ama lo que posee con placer de entendido; quizás en algún determinado momento, él, como colector-coleccionista, se canse de ese particular sentido de exhibir lo catado con sus sentidos perceptivos o procesos cognitivos y los transforme de nuevo en otra expresión distinta, que nos volverá a sorprender, cuando es la misma materia prima, en tanto los espectadores nos mantenemos en un estado de alerta por lo qué vendrá, en esa situación cambiante propia de su obra, sus instalaciones y creativo de su sentido museográfico.
“Aves”, Carmen Naranjo. Foto LFQ.
“1 – 3 – 1” , José Alberto Hernández. Foto LFQ.
La sorpresa de encontrarse a uno mismo
Al visitar su última propuesta en su colección ARTSéum Zapote, y no niego mi grata sorpresa, encontré varios bosquejos de hace muchos años atrás, ahí encadenados en la composición de la muestra; son dibujos que realicé en la década de los noventas para uno de mis libros titulado Binomio: Dibujo/Diseño que finalmente quedó publicado en 2005, y los hallé anudados en ese múltiple afinado por su experticia en el arte de colectar y mostrar lo coleccionado.
“Dibujos”, Luis Fernando Quirós. Foto LFQ.
Muchas piezas que se observan en estas fotografías -las seleccioné entre tantas para subir a este “post” de mi blog en Experimenta.es-, son una mínima parte de esa gran composición viva en ARTSéum Zapote y La Garita, expuestas con una luz tenue donde cohabitan en silencio en diálogo con sus vivencias que suben al peldaño de un arte en renovación, de enorme porosidad y pertenecientes a un tiempo neutro, fractal. Artistas, como Rolando Castellón son poseedores de lo que hoy llamamos “Design Thinking”, que lo catapulta a producir en la (trans)formación, en tanto el individuo siempre estará dispuesto a no ser ni hacer lo mismo con el talento que posee.
“Prueba y error”, Álvaro Gómez. Foto LFQ.
“Isabel La Católica”,instalación. Foto LFQ.
Intervenciones al paisaje urbano
Otro de los aspectos que me sorprendió al observar la muestra es que encontré libros arte suyos -y que retomaré para otro futuro post-, donde aplica su visión multiplicadora y regeneradora del paisaje, con essa destrezas de intervenir fotografías tomadas por él creando enormes torres de arquitecturas que solo están en su mente y pensamiento, donde los edificios virtuales se entretejen con los árboles en una atmósfera biótica de perfecta armonía, para un diseño urbano tolerante, tal y como debe ser, donde el habitante convive con la naturaleza y su entorno construido; se trata de una estética y ética para un mejor vivir, un mejor estar en el ciclo de vida que inicia al nacer, crecer, vivir y morir.
“The glove´s owner”, Emilia Villegas – “s.t.”, Javier Calvo. Foto LFQ
: “Perfil”, fotografía de Rebeca Alpízar.
La naturaleza de la colección
Inicia con la colecta de esos rastros que Rolando Castellón encontró en su caminar por los bordes porosos de su imaginación, creatividad y genuino uso del lenguaje, aquello que se puso delante de su mirada regeneradora: Lo que está al otro lado de su retina, que le pertenece a él, y si no es suyo, se lo apropia con la magia de la fotografía. Es un “todo” complejo, tejido en la amplia diversidad de puntos o tensiones interpretativas y subjetivas que él cuelga a su memoria personal, para luego compartirlo en un libro, en un cuaderno o bitácora dedicado al “todo lo posible” que regenera brotes cuyos pivotes son su pensamiento, el nuestro o el del otro.
Admirable…siempre, admirable.