La reflexión sobre lo plural, donde el signo de lo propio es mutuo pero define el sentido de pertenencia, nos sume en un diálogo e intensa trama de desafíos a la interpretación, al ingresar a la muestra en la Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), tal y como lo expresa el título de esta muestra: Ya no es más, ahora es otro y luego otro de MEMBRANA Colectivo, formado por Adriana Marín, Alejandra Ramírez, Kenneth Coronado, Laura Villalta y Roger Muñoz.
Sala 1.1. del MADC, muestra de Membarana Colectivo. Foto cortesía del MADC.
Potenciales insumos
Aquello que cuestiona, que atañe al no saber –la incertidumbre-, pero que se desea experimentar para tener un conocimiento profundo de sí mismos y los otros, son insumos vitales de lo contemporáneo; si al ingresar al recinto del museo supiéramos que es lo que se va a ver y encontrar, entonces la visita perdería su encanto, pues ya no mueve nuestro espíritu de congraciarnos con las investigaciones y/o descubrimientos de los demás. Desde mi práctica de observador y, para escribir el comentario de una muestra, resulta fundamental declarar primero no saber absolutamente nada, para construir la apreciación desde cero, al filo de la navaja, e ir anudando lo observado y asimilar a cada paso las intensiones del o los artistas.
Sala 1.1. del MADC, muestra de Membarana Colectivo. Foto cortesía del MADC.
Aprendizaje vivencial
La propuesta de este colectivo intenta generar un acercamiento posesionado en una especie de “deriva”, conformada por distintos estratos de pensamientos traducidos en elaboraciones visuales, tantos como miembros que en esa membrana existan, por lo cual nadie –como individuo-, sabe hacia dónde va, al contrario, se deja llevar por la fuerza del “atractor”, en una acción recíproca donde el todo no es suma de componentes sino implicaciones sistemáticas entre unos y otros, quienes se manifiestan en el espacio de la sala con distintas poéticas intrínsecas a los materiales y a los objetos, en muy diversas categorías, niveles o alturas, o disposiciones museográficas, en un intento de recomponer la cartografía existencial con sutilísimos hilos que redibujan senderos, opciones para recorrerla y, si se quiere, avistar el aporte o trabajo de cada componente por separado, así como comprender el por qué de tal cuestionamiento a lo mirado, retejer sus significados y recomponerlos con el acento en ese trance de lo propio.
Sala 1.1. del MADC, muestra de Membarana Colectivo. Foto cortesía del MADC.
Dicho “ente de cohesión” está constituido por las sensibilidades de cada uno de los miembros, sus activadores emocionales y visiones acerca de arte de estos tiempos, ellos lo imprimen en trazos, en texturas, en una gama de transparencias y superposiciones; son ardides que motivan la selección de esos objetos evocativos ataviados con distintas capas vivenciales las cuales implican la memoria, lo evocado o de lo cual se posee experiencia dentro del orden superior del Caos eterno activador del universo creativo.
Sala 1.1. del MADC, muestra de Membarana Colectivo. Foto cortesía del MADC.
Sala 1.1. del MADC, muestra de Membarana Colectivo. Foto cortesía del MADC.
Membrana: un recorrido
Como el nombre del colectivo lo indica, reinventa otra piel para el espacio expositivo, con un lenguaje áspero, si se quiere, en tanto testimonia esas grandes tensiones y discursos de la experiencia del vivir actual: que pueden versar desde cuestiones de género o de minorías, la crítica social y política, la realidad sobre las sombrías esperanzas económicas para paliar la pobreza o las repetidas agresiones que opacan la convivencia humana ante las remezones de la realidad mundial. Es suficiente encender el canal de noticias para percatarnos de ese enjambre violento dentro del cual subsistimos, pesada carga casi imposible de dejar abandonada a la vera del camino.
Sala 1.1. del MADC, muestra de Membarana Colectivo. Foto cortesía del MADC.
Sería alentador quizás si vislumbráramos alguna solución, ellos no lo hacen, es difícil que alguien la tenga, solo se denuncia; somos nosotros los que emergemos de la visita a la Sala 1.1 del MADC quienes debemos vislumbrar aquellas rutas marcadas en esa “ deriva cartográfica” con minúsculos pedacitos de cinta adhesiva e hilos finísimos, pero con gruesas gasas que permanecen en trazos sobre el muro y objetos de intensa capacidad evocativa, para tal vez forzarnos a entrar en el territorio de la interpretación, en la lectura de los nombres de cada pieza expuesta, que no son evidentes, en tanto son actores de la contingencia del andar en el azaroso laberinto del arte contemporáneo.