Sábado de mediados de julio, en una tarde sin lluvias, calurosa, en pleno invierno tropical, vivenciamos la estupenda elección de asistir a la Galería Klaus Steinmetz, por la oferta de eventos culturales que ofreció: la inauguración de la muestra “La Isla Misteriosa” del cubano americano José Bedia, la presentación del grupo musical Passiflora, el espectáculo danzario entre telas colgadas en lo alto de la galería y la muestra de libros, catálogos y revistas coleccionada por Rolando Castellón dispuestas en el espacio adyacente a la galería.
Vista de la muestra "La Isla Misteriosa". Fotografías de LFQ cortesía de la Galería Klauz Steinmetz.
Pinturas recientes de José Bedia
Conocí la obra de Bedia en los años noventas cuando el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) presentó “Ante América”, curada por Rachel Weiss, Carolina Ponce de León y Gerardo Mosquera, que había sido expuesta en Colombia y varias ciudades norteamericanas. Radicado en Miami Florida, Bedia demarcó una de las aristas más filosas de la generación de artistas cubanos de los ochentas, representativos del arte contemporáneo latinoamericano catapultados por la misma Bienal de La Habana. Esta es la segunda muestra del maestro que exhibe Klaus Steinmetz en los años de existencia de su espacio, abordada por un misticismo temático presente en el sincretismo religioso de la cultura afrocaribeña.
"Nocturno del Darién" de José Bedia. Fotografías de LFQ cortesía de la Galería Klauz Steinmetz.
"La Isla Misteriosa" de José Bedia. Fotografías de LFQ cortesía de la Galería Klauz Steinmetz.
Pinturas de José Bedia de la muestra "La Isla Misteriosa". Fotografías de LFQ cortesía de la Galería Klauz Steinmetz.
“La Isla Misteriosa”
En particular, me instigó la apreciación de “Isla Misteriosa”, perfila el desnudo de la mujer-montaña ardiendo entre hileras de árboles. Ofrece intensas lecturas, pero me quedo con el erotismo cuando seduce con lo emotivo y la significación de lo femenino visto como isla, montaña, animismo y alma de la naturaleza que vive y conecta al cosmos a través del signo arbóreo o “Axis Mundi”. Esa montaña en formato horizontal invita a penetrarla, a sumirse en su vientre -simbolismo del gran “útero” del planeta, que, aunque la adversidad cunda en el exterior y cotidiano, en su profundidad se abre el refugio del origen: el lugar de donde todos venimos, la tierra y el agua, a pesar de que el bosque arde o fogosidad de las contingencias del vivir actual.
En “Nocturno del Darién” el perfil del bosque adquiere rasgos humanos; Bedia relaciona la franja panameña conocida como “Tapón del Darién”, aludiendo a la incomunicabilidad de esos humedales y estuarios con el resto del istmo, así como las creencias de los indígenas Cuna, de quienes el pintor colecta indicios en la profundidad de sus creencias. No pasan nada desapercibidas otras de sus piezas de gran formato como “La Tatagua” y “A partirme la camisa”, ambas del dos mil trece, y una tela de formato semicircular apoyada en el punto más álgido del formato, acrecienta la tensión y nos refiere a la cosmovisión del “yoruba”.
Muestra de libros. Fotografías de LFQ cortesía de la Galería Klauz Steinmetz.
Muestra de libros. Fotografías de LFQ cortesía de la Galería Klauz Steinmetz.
Muestra de libros
Rolando Castellón ofrece –aprovechando la apertura de la muestra de Bedia-, una importante componente de su enorme colección de libros, catálogos y revistas de arte y diseño, donde se aprecia el catálogo de la Primera Bienal Centroamericana de 1971 –en la cuál él expuso-, además de una importante colecta de catálogos, entre otros de la Bienal Costarricense de Artes Visuales (Bienarte), La Bienal de Escultura de la Cervecería Costa Rica, las publicaciones seriadas que edita TEORéTica “Arte + Pensamiento” y el MADC del cual él fue su primer curador, además de las más notables publicaciones culturales del país. No podía faltar en esa muestra la revista FANAL, publica por el MADC en los años noventas, la cual reseñó las actividades del naciente museo, así como importantes entrevistas a críticos, curadores y artistas que lo visitaron durante esos primeros años.
Muestra de libros. Fotografías de LFQ cortesía de la Galería Klauz Steinmetz.
La manera de exhibir en el piso del espacio paralelo a Klaus Steinmetz Contemporary, fue bastante particular, Castellón demuestra una vez más el impacto de “instalar” -más que el carácter museográfico de exhibir-, tiene que ver con su perspicaz pensamiento de diseño al exponer propuestas objetuales, con tono animado pero también crítico. Los montó recubiertos con plástico, pegados al piso con cinta adhesiva industrial, materiales que suman a la percepción de lo inusual y el enigma contemporáneo. Dicha membrana sintética protege, deja observar títulos, contenidos, pero también ahoga, derivando la crítica hacia la hoy escasa producción editorial cuando el costo de la inversión y la carencia de incentivos para el autor incide notablemente en la industria del libro.
AActividades complementarias en ala inauguración. Fotografías de LFQ cortesía de la Galería Klauz Steinmetz.
Música y danza aérea
Mi comentario de esa tarde de apertura de “La isla misteriosa” del maestro cubano José Bedia en Galería Klaus Steinmetz y la muestra de libros no estaría del todo completo sin referirme a la fabulosa presentación del grupo Passiflora, con evocaciones al rock de todos los tiempos y esa canción que encanta a la juventud actual; lo mismo que a la danza etérea cuando desde las alturas de la espaciosa galería -de notable arquitectura actual-, Celibeth Bolaños deleitó con sus gestos de un arte entre telas.
Pareciera que en el país, la oferta cultural es muy amplia, sin embargo no es todo; aún hay mucho más por comentar, o, tan siquiera, darle ojeadas a lo que ofrecen las galerías y museos que atraen nuestras miradas, pero el tiempo y los espacios para comentar lamentablemente son pocos.