El salvadoreño Walterio Iraheta se formó en la Escuela de Diseño de la Universidad Dr. José Matías Delgado de El Salvador, quizás esos inicios lo motivan a intrincar en la zona de experimentación del arte actual que mas me gusta, donde los productos o subproductos industriales tales como envases, contenedores de vidrio, zapatos, cubiertos, tapas de plástico, cerillos -entre otros-, encausan los conceptos y discursan enfilados en una “Escala de Valores”, sugestivo título de la muestra que exhibe del 19 de setiembre al 16 de noviembre de 2013 la Sala 1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), San José, Costa Rica.
Sala 1, Escala de Valores de Walterio Iraheta. Fotografía cortesía del MADC.
Walterio Iraheta. Tipología botes. Fotografía cortesía del MADC.
Colectar e indagar
Como si fuese un arqueólogo de lo urbano, Iraheta colecta objetos tendientes a formar secuencias que evidencian inventarios de lo cotidiano, son insumos para provocar reflexión sobre sus roles en esta sociedad de consumo, insertos en el arte como instrumento que incrementa el significado de la metáfora, y carga de fuerza a los intangibles y activan las emociones; por otro, exhibe lo material que en tanto componente tangible él transforma para darle rienda suelta a su poética, de variadas vertientes y referentes, un todo muy bien articulado en la propuesta curatorial y museográfica del MADC.
Walterio Iraheta. Constelación 2009. Fotografía cortesía del MADC.
Walterio Iraheta. Escala de Valores. Fotografía cortesía del MADC.
Hilar insumos
La pregunta movió mis mecanismos cognitivos para rendir explicación a lo que tenía enfrente de la mirada (por lo general, cuando visito una exposición y no surgen dichas preguntas, ni lo visto cuestiona nada, entonces lo considero tiempo perdido y todo pasa al cajón del olvido). Pero Iraheta dispone en el espacio de la sala un arsenal de objetos que traman entre sí cómo acoplarse a sus intenciones creativas y buscar abrir los desafíos en el entendimiento del espectador, quien no es un individuo pasivo, debe trasponer esas ideas generadoras acercándolas a su propia “escala de valores”; ideas pensadas para sustentar las teorías artísticas con los pensamientos propios del diseño: ordenar por tamaño o volumen, observar la creciente saturación de un matiz, organizar por forma considerando los contra-espacios en tanto en ese laboratorio incrementan las relaciones mutuas estudiadas por el campo topológico y perceptivo; incluso, en una de las instalaciones –que me evoca a la distancia del tiempo las esculturas cotidianas del maestro italiano Michele Provinciali-, el autor compone yesos o vaciados de contenedores, botellas plásticas y otros objetos envolviendo la propuesta con cierto grado de nostalgia y extrañamiento.
Walterio Iraheta. Instalación. Fotografía cortesía del MADC.
Walterio Iraheta. Instalación exterior en plazoleta del museo. Fotografía cortesía del MADC.
Nuevos saberes
El artista actual cuya obra gravita en esa zona de confluencia con el diseño -que no tiene nada de extraño en tanto como se dijo él se inició como diseñador-, incrementa la fortaleza de los desafíos al producirlas, repensarlas y reinterpretarlas, el acto creativo le requiere saberes transdisciplinarios, como cruzar variables económicas o saber de ingeniería de materiales por lo tanto de física y cálculo matemático al verse obligado a resolver problemas estructurales; de ergonomía para mediar su usabilidad en los entornos; pero también necesita de los saberes del biólogo y hasta del científico social en tanto esos productos se mueven en los mercados con las características de complejidad actuales -y en tanto la política posee elevada fuerza en esta muestra-, los del científico social para intuir y/o teorizar hacia que objetivos dirigir los dardos en esa arena de tensiones que vuelven atractiva su propuesta.
Walterio Iraheta. Lecciones de vuelo. Fotografía cortesía del MADC.
Walterio Iraheta. Kryptonita, Lección de vuelo #3, 2008. Fotografía cortesía del MADC.
Provocación e incertidumbre
Con símbolos muy sutiles, Walterio Iraheta nos habla de migraciones y de tensiones sociales, de violencia urbana, de asuntos de género, de relaciones intrapersonales; son juegos antagónicos como los del poder en esta cultura mediática dentro de la cual fuimos y somos marcados con un enorme gesto de interrogante, que nos cuestiona los conocimientos adquiridos e instiga a andar para discernir en qué terreno estamos parados; pero sobre todo, me ancla el deleite que me provocan esos objetos, como la enorme pieza fotográfica titulada “Tipología botes”, pues en algún momento quizás estuvieron –en otra escala de valores de cambio-, en las vitrinas del comercio exacerbando glamour y parafernalia, o simplemente siendo objetos de servicio, contenedores vacíos o llenos que truecan su función para conformar el lenguaje de las obras de arte en el filo de lo contemporáneo, provenientes de la experimentación, son entes provocadores, destinados a la reflexión final en el sensible ámbito donde hoy en día acrecienta la incertidumbre.