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Branding, pero emocional

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Una marca sirve, básicamente, para representar el carácter de una empresa. Ni más ni menos. A través de ella se relaciona el negocio y el cliente, como si se 2 personas se tratase. Una marca sintetiza los valores de la empresa, sus necesidades y también sus aspiraciones.

Por supuesto, esto tiene un gran componente emocional porque las marcas tienen muchos componentes tangibles, como puede ser el logo, o una tienda, y componentes intangibles como son los vínculos que se crean entre los consumidores y ella. Su principal función es congelar emociones.

En la actualidad, una marca no se aplica solo a una empresa o a un producto, sino también a otras cosas como una persona (fíjate en David Beckham) o a una ciudad (clarísimo ejemplo de Barcelona). Pero desarrollar una marca que perdure exige conocer perfectamente al cliente al que nos dirigimos, funciona como las relaciones humanas, lo mejor es tener siempre una historia que contar, pero una que refleje bien el negocio, que sea auténtica y que quieran compartir tanto empleados como clientes.

Ahora el consumidor ya busca un auténtico diálogo de tú a tú con las marcas, quiere dar su opinión abiertamente porque sabe que importa; y por eso ellas tienen que ser flexibles y tener total capacidad de adaptación.

“Las marcas no son propiedad de los fabricantes, ni de las empresas. Las marcas pertenecen a la gente que las ama”

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