Ya ha pasado una semana del cierre de la 50 edición del Saloni di Milano, y algunos aun seguimos aturdidos tras la oleada de novedades. Cada año diseñadores, fabricantes y apasionados del diseño siguen en todo el mundo el gran evento ya sea de cuerpo presente o vía internet.
Son muchas firmas las que han expuesto cosas interesantes y que han sabido ir un poco más allá. Pero también son muchas otras las que han dejado ver exceso de refrito, de producto insustancial y que han llevado más de lo mismo. Además de las de siempre, las grandes, ha habido empresas que se han arriesgado un poco más y que ofrecen cosas interesantes y novedosas, pero muchas otras, nada más lejos de la realidad. Yo que soy asidua a Milán, que año tras año es mi cita obligada, ya llevo un par de ellos que me voy de la ciudad con la misma pregunta rondando mi cabeza… ¿realmente las empresas son conscientes de que hay que invertir en innovación?
Parece que la teoría está muy clara, que en los tiempos que corren o una empresa innova y ofrece algo nuevo o está destinada a quedarse por el camino, pero en la práctica no es algo tan evidente. Se ven intentos, pero nada arriesgado. No hablo de las excepciones (empresas con un gran potencial inversor), sino más bien de las medianas, da la sensación de que muchas no tienen muy interiorizada esta idea y precisamente creo que es más necesario que sean éstas, que son las que tienen que sobrevivir en el mismo mercado que las otras, las que inviertan (todo lo que puedan) en diseño e innovación, en trabajar para proponer ideas frescas con sus propias herramientas.
Ya decía Einstein que en tiempos de crisis la imaginación es más importante que el conocimiento.