La media de los emprendedores españoles está en los 38 años. El Gobierno prepara la nueva legislación que, entre otras cosas, prevé incentivos fiscales para los emprendedores menores de 30 años. ¿Tiene algún sentido? Creemos que no, pero tristemente no nos sorprende. La legislación es poco flexible cuando los intereses son de los muchos e indefensos y completamente maleable para los pocos privilegiados que manejan el cotarro.
Tenemos más de 30 años, somos dos emprendedores y, por querer tirar adelante un negocio propio, pagamos más de 500 € mensuales a la Seguridad Social, sin importar volumen de facturación. Mientras tanto, ellos se embolsan cantidades infames de dinero ajeno.
A pesar de la treintena, seguimos siendo jóvenes e inexpertos y aún hay gente que intenta estafarnos. Gestores, bancos, aseguradoras, el Gobierno. La picaresca es de ese patrimonio cultural nacional del cual, como los toros, deberíamos dejar de enorgullecernos. Mientras tanto, ellos manejan comisiones, sobres pasados destrangis, “subvenciones” y “apaños”.
Nuestro cliente participó en un concurso público -del cual ya intuíamos ganador- y tuvo que depositar una fianza de 20.000 € que, después de dos meses, aún no les han devuelto. Estamos financiando a la Administración Pública mientras ellos nos demandan todo tipo de recibos, garantías, intereses y multas por algún papel incorrectamente cumplimentado.
Servicios como el Bicing que suben un 116%, tasas judiciales impagables, impuestos, recargos, repagos y más impuestos. Mientras, ellos siguen estafando y hay corrupción en las Casas Grandes y hasta en las más Pequeñas. Y se cubren las espaldas para blindarse, con bancos malos, con leyes reformadas a escondidas o con pactos inmorales para seguir chupando del bote.
El problema más gordo es esa división que se palpa a ras de suelo: ellos y nosotros. Nosotros o ellos. Nosotros, trabajadores (los afortunados) honrados que luchamos para sobrevivir con lo que podemos. Ellos, que ya ni siquiera ocultan sus malas prácticas, sus abusos de poder y su falta de dignidad. ¿Y son ellos quienes dicen que nos representan?¿A nosotros? ¿Hasta cuándo permitiremos que las cosas se hagan deliberadamente mal?¿Y, encima, en nuestro nombre? Ya basta.