Esa mariposa que se ahogó en domingo,
esa hilito que ya había sido nudo,
esos dados que entregaron al ganador
junto con la blanca mano del vencido,
ese mapa que confundió a mi abuelo
en su varonil fantasía ilustrada,
ese collar que nunca tuvo reposo,
esos libros que ardieron sin llama,
cuando bendita sea la puerta
esa desproporcionada colección de horas
junto con sus minutos adolescentes,
esas llaves por las que nadie prometió,
esos zapatos aturdidos,
esa botella abierta,
ese atril de orquesta de variedades,
esa rueda alejada del destino final,
esas tijeras amanecidas,
ese ejemplar húmedo de la poesía
completa de Jorge Luis Borges,
cuando bendito sea el silencio
esa factura lejana de balneario
ese juego oriental que favorece la antítesis,
esa silla que vio el siglo definitivo,
esa pecera invertida,
ese par de guantes, uno sobre otro,
modelo de perfección,
cuando bendita sea la despedida
aún quedará algo del orden
con el que ayer nos esforzamos
por ser alguien.
Imágenes: Pep Carrió
Texto: Vicente Fernández